Las pruebas de detección del cáncer de colon y mama llegan ya al 70% de la población objetivo

Osakidetza, siguiendo las indicaciones europeas y de la Organización Mundial de la Salud (OMS), cuenta con tres programas dirigidos a la detección del cáncer. El de mama, colon y, recientemente, ha incluido el de cuello de útero, siendo prácticamente el primer sistema de salud del Estado en implantarlo.

Estas pruebas resultan «fundamentales» para detectar la tipología de cánceres más habituales y sitúan a Euskadi, tal y como indica la Memoria de Osakidetza de 2018, entre los países que mayor supervivencia alcanzan en esta enfermedad.

De hecho, durante el año pasado, estos programas consiguieron detectar 3.400 cánceres -659 de mama y 2.750 de colon- y llegaron a más del 70% de su público objetivo -más de 300.000 personas-, con unos índices de diagnóstico que se mantuvieron «constantes». A esto se le suma además, que según un estudio publicado el pasado mes de enero realizado por profesionales de Osakidetza, el cribado de cáncer de colorrectal aumenta en un 20% la supervivencia de los afectados.

El año pasado se realizaron 172.936 pruebas para detectar el cáncer de colon, lo que supone una participación del 72% del público objetivo. La coordinadora de este área de Osakidetza, Isabel Portillo, señala que en 2018 se diagnosticaron 2.750 casos de adenomas avanzados -«que son aquellos que tienen ligeras desestructuraciones y que es más posible que degeneren en cáncer»-, de los que alrededor de 250 resultaron ser un cáncer invasivo. Esto sitúa la tasa de detección en casi 24 casos de neoplastias avanzadas por cada mil y de 3 casos por cada mil si se tienen en cuenta únicamente los tumores malignos avanzados.

El cribado de cáncer de cérvix, por su parte, se inició en junio del año pasado con un proyecto piloto en la OSI Debabarrena que se ha ido extendiendo a la totalidad de Gipuzkoa y Álava, y tiene previsto hacer lo propio próximamente en Bizkaia. Está dirigido a mujeres de entre 25 y 65 años. A las que se encuentran entre los 25 y los 35, se les ofrece una prueba citológica cada tres años, y a las mayores de 35, una prueba del virus del papiloma humano (VPH) cada lustro. La coordinadora de la prueba, Edurne Arenaza, explica que el objetivo es cubrir el 100% de la población objetivo en un periodo de cinco años. Las primeras conclusiones de este cribado en su primer año de andadura es que de las 4.500 invitaciones enviadas, han participado unas 3.000 pacientes y se han diagnosticado 4 cánceres, dos de ellos precoces y dos en estado invasivo.

En el caso del cáncer de mama, la tasa de detección del 2018 fue la más elevada desde que empezó a realizarse la prueba en 1995, con 659 casos, frente a los 617 del 2017. La coordinadora de este programa en Osakidetza, Jone Altzibar, explica que dicho índice se sitúa en 5 casos por cada 1.000, y la participación «se mantiene estable» y ronda el 77%.

La prueba consiste en «una mamografia en doble proyección» cada dos años y está dirigida a mujeres de entre 50 y 69 años. «Más jóvenes no, porque no hay evidencias de que la realización del cribado en mujeres de menor edad mediante mamografía disminuya el índice de mortalidad, que es objetivo de estos programas».

Incrementar la participación en estas pruebas ha sido durante años uno de los retos de los sistemas de salud. Sin embargo, han empezado a surgir estudios que hablan de los efectos adversos del cribado, debido a un sobrediagnóstico, un falso positivo o negativo, un sobretratamiento, y «como ha ocurrido con las vacunas, se ha desatado una polémica a nivel profesional sobre su bondad», indican.

Para Portillo conviene dejar claro que «todas las intervenciones en salud tienen efectos adversos» y que «nada es infalible en medicina», pero subraya que los beneficios que aportan los programas de cribado son superiores a los riesgos que entrañan. «Nosotros respetamos los tiempos y las guías europeas», pero advierte de que los chequeos completos con TACs anuales «que ofrecen algunas clínicas privadas son un claro ejemplo de sobrediagnóstico y sobretratamiento que sí pueden tener efectos secundarios muy graves».