Arantxa Gorostiaga: «Las semanas de confinamiento dejarán huella en todos nosotros»
Profesora de la UPV/EHU ·
Un proyecto liderado por la universidad pública vasca detecta afecciones psicológicas intensas, aunque serán transitorias en la mayoría de los casosEl proyecto de investigación 'Las consecuencias psicológicas de la Covid-19 y el confinamiento', es uno de los primeros que indaga en los ... efectos psicológicos de una situación que llegó de improviso, pero cuyo regreso no se puede descartar. En el proyecto liderado por la UPV/EHU, que ha contado con el apoyo del Ministerio de Universidades, han participado investigadores de otras cinco instituciones académicas: Universidad de Barcelona, la Universidad de Murcia, la Universidad Miguel Hernández, la Universidad de Granada y la UNED. Arantxa Gorostiaga y Nekane Balluerka, profesora titular y catedrática respectivamente de Metodología de las Ciencias del Comportamiento, han representado a la universidad pública vasca en un proyecto que recogió para su posterior análisis -todavía inconcluso- las vivencias y percepciones de 6.829 personas de entre 18 y 92 años de todas las comunidades autónomas. Los datos se recogieron entre los días 8 y 24 de abril, en pleno confinamiento.
- El 78% de los encuestados afirman que durante el confinamiento aumentó la sensación de incertidumbre, ansiedad o miedo. ¿Pensaban que el porcentaje sería tan alto? ¿Varía mucho esa sensación en función de las circunstancias personales?
- Esperábamos que hubiera impacto psicológico, pero llaman la atención los porcentajes tan altos de personas que temen enfermar, perder a los seres queridos, perder el trabajo... Dentro de lo que se ha podido segmentar en esta primera fase, sí hemos visto que en muchos de los indicadores negativos destaca el grupo de personas que han tenido Covid-19 o sintomatología compatible con esa enfermedad, así como los que han perdido o temen perder el empleo... En esos grupos se incrementan los sentimientos pesimistas y se reducen los optimistas.
- ¿Han detectado si influye el entorno en el que se vivió el encierro?
- Sí, se les ha preguntado por el tipo de vivienda, por los elementos de los que disponen y hasta qué punto estaban satisfechos. Hemos constatado que la satisfacción baja o sube en función de esos elementos. No lo vive de la misma manera quien no tiene ni una ventana al exterior que quien dispone de una terraza o un jardín.
- Casi la mitad de los encuestados, el 46%, se refieren abiertamente a 'malestar psicológico'. ¿Qué problemas predominan?
- Es un indicador genérico, un malestar psicológico a nivel general que por el momento no se ha asociado con otras variables, como se hará en una fase posterior. Pero, además de incertidumbre y sensación de irrealidad, quienes han participado en la investigación han experimentado un incremento de la ansiedad, de los sentimientos depresivos o de desesperanza, así como irritabilidad y cambios de humor. En contrapartida, han disminuido el optimismo y la confianza.
- ¿Además de los colectivos ya citados, hay grupos de población especialmente afectados desde el punto de vista psicológico?
- Las tendencias negativas son en casi todos los casos más frecuentes entre las mujeres, que presentan porcentajes más altos en algunas de las variables como sentimientos pesimistas, irritabilidad y enfado, cambios de humor... Hemos visto también que el grupo de jóvenes de 18 a 34 años, comparativamente, ha mostrado un mayor porcentaje de incremento en el malestar psicológico, irritabilidad, enfado, cambios de humor, reducción de vitalidad y energía. Es un grupo al que no poder salir le ha afectado mucho.
- ¿Y los mayores, para quienes tanto la enfermedad como las restricciones han sido particularmente duras?
- Han destacado en algunos indicadores como la preocupación por padecer enfermedades graves, como la Covid-19 u otras. En lo que respecta a los cambios de hábitos, ha tenido bastante incidencia la reducción del ejercicio físico con respecto al que antes realizaban, aunque algunos aseguran que se ha incrementado.
- ¿Se han registrado diferencias significativas entre las comunidades autónomas?
- No hay diferencias que resalten mucho, ni tan siquiera en función de la incidencia de la Covid-19 en cada una de ellas, un aspecto que hemos tenido en cuenta. Con respecto al País Vasco, está ligeramente por encima de los porcentajes generales en todas las variables, uno o dos puntos. La excepción son los problemas de sueño, que nos han afectado más. Si la media es del 53%, en Euskadi llega al 60%.
«Las tendencias negativas son en casi todos los casos más altas entre las mujeres. También entre jóvenes de 18 a 34 años»
«Tenemos que estar alerta y ver si los sentimientos negativos que hemos experimentado duran más tiempo que el debido»
- ¿El efecto sorpresa ha podido intensificar los efectos del confinamiento?
- Uno de los indicadores, la sensación de irrealidad, ha puntuado muy alto. Teníamos la sensación de que lo que nos estaba ocurriendo, que de un día para otro nos tuviéramos que quedar encerrados en casa, parecía de película, no podía ser real. Si hubiéramos sabido lo que iba a ocurrir habríamos estado más preparados, pero nadie lo sabía...
- ¿Estaremos más preparados en caso de que vuelva a ocurrir?
- En principio, desde ese punto de vista lo que ha pasado nos va a reforzar, y si en el futuro pasara algo similar deberíamos estar más preparados. Por ejemplo, armando respuestas preventivas, preparando planes integrales a nivel psicológico y formando a la gente para que conozca a qué señales tiene que prestar atención para saber que cuando eso pase necesitan ayuda profesional.
- ¿Quienes han detectado esa necesidad de ayuda psicológica han podido obtenerla?
- Los Colegios Oficiales de Psicólogos, por ejemplo, han estado dando atención psicológica, han hecho una gran labor. Pero la situación que hemos vivido nos tiene que llevar a reflexionar y a cambiar las cosas que haya que cambiar. Esa es una de las recomendaciones que hemos incorporado al informe. Por citar un aspecto mejorable, habría sido muy importante tener atención psicológica especializada en instituciones geriátricas o en Unidades de Cuidados Intensivos, donde se han vivido situaciones dramáticas.
- En términos generales, ¿como lo hemos llevado?
- Si algo tenemos es capacidad de adaptación. Nos adaptamos a situaciones en las que nunca hubiéramos imaginado que fuéramos a encontramos. En general nos hemos adaptado bastante bien, la calidad de la convivencia ha sido bastante buena. En muchos casos, pasar tanto tiempo juntos en casa incluso la ha reforzado.
- Y, en cuanto hemos podido, nos hemos sacudido la incertidumbre y nos hemos lanzado a la calle con un entusiasmo notable.
- Porque lo necesitamos. La gente busca la manera de afrontar la situación que ha vivido, el impacto psicológico que ha tenido. Durante el confinamiento, el momento del balcón nos permitía dar salida a la tensión, o el uso de redes sociales, que se ha incrementado mucho. Ahora necesitamos recuperar la calle, las relaciones... En cierto modo, es un mecanismo de compensación.
- ¿Tienen previsto continuar con el proyecto de investigación para ver hasta qué punto esos problemas han sido transitorios o han dejado secuelas serias?
- Sería muy interesante hacerlo, ver cómo evoluciona, pero de momento lo que vamos a hacer es seguir trabajando en la enorme cantidad de datos que tenemos, para seguir ampliando el conocimiento acerca de lo que ha sucedido. En cualquier caso, es previsible que muchas de las personas vuelvan o ya hayan vuelto al estado previo y que el efecto del confinamiento sea transitorio, aunque dejará una huella en todos nosotros y habrá personas que requieran una atención posterior.
- ¿Cómo sabremos si necesitamos esa atención?
- Es importante que sepamos que este malestar psicológico entra dentro de lo normal en una situación como la que hemos vivido, en la que además de estar confinados hemos estado expuestos a un exceso de información que en algunos casos ha sido contraproducente. En estos momentos tenemos que estar un poco alerta, y ver si los sentimientos negativos que hemos experimentado durante el confinamiento duran más tiempo de lo debido y, sobre todo, si interfieren de alguna manera en que nos podamos ir incorporando a nuestra vida diaria con las medidas de seguridad y prudencia normales.
- Ese regreso será especialmente difícil para quienes han perdido a alguien cercano.
- Está siendo un proceso de duelo muy complicado para muchas personas. Estamos hablando de cifras muy altas de fallecidos, más de 27.000 en el Estado. Deberíamos empezar ya a afrontar los procesos de duelo que no se han podido desarrollar de la manera habitual, las despedidas que no se han podido hacer en condiciones normales.
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