Ane Daza Asumendi: «El enfoque activo es el más eficaz para abordar el dolor»
Retos de la salud ·
El programa fomenta la adherencia al movimiento y atiende las cuestiones sociales o emocionales de cada paciente, que también influyen en sus dolenciasDolores cervicales, de hombro, de espalda... Algunos persistentes, otros derivados del estrés. «Se ha producido un cambio de paradigma en lo que respecta al tratamiento de este tipo de lesiones», adelanta Ane Daza Asumendi mientras prepara una de las sesiones del proyecto de fisioterapia en Atención Primaria que imparte en los ambulatorios de Tolosa, Ibarra y Alegia. En estas sesiones grupales se aborda el dolor desde un enfoque activo; no hay camillas en la sala, ni masajes que valgan. De hecho, solo necesita un par de pelotas y churros de gomaespuma. A través de juegos sencillos se trabaja la distracción, con el objetivo de contrarrestar «esa hipervigilancia hacia el dolor en la que caen muchos pacientes», apunta la profesional.
Y es que, como insiste la experta, «existen muchos mitos y creencias erróneas» sobre estas lesiones. Lo que persigue este programa de Osakidetza es, principalmente, «educar» al paciente y promover un «cambio de hábitos». En un primer momento, el dolor puede parecer fácil de identificar: basta con señalar la parte del cuerpo afectada. Pero, en realidad, «es algo muy complejo que abarca dimensiones sociales, emocionales, culturales...». Por ello, este proyecto atiende todas ellas, analizando los factores de la vida de los participantes que pueden estar influyendo en su dolor, proponiendo juegos que fomentan la adherencia al movimiento y transmitiendo conocimientos sobre el cuerpo humano, así como técnicas de relajación.
En resumidas cuentas, «hasta ahora se trataba al paciente como un hombro que llegaba a consulta. Pero es una persona la que acude y hay que tratarles como tal, y por eso les pregunto sobre su vida en casa, sobre su situación laboral, si están contentos o no... Al final el hombro es, casi, lo que menos importa. Porque hay muchísimos factores que influyen en el dolor», subraya Daza Asumendi.
Antes de la primera sesión -son un total de doce y se llevan a cabo en días alternos-, la fisioterapeuta valora la situación de cada paciente y conforma grupos de unas ocho personas. Gloria Castaños forma parte de la primera 'promoción' del programa y lo define como «una maravilla y un auténtico descubrimiento». ¿Su dolor? «Viene por el estrés. Al final, el cuerpo reacciona y se va encogiendo hasta producir lesiones», explica mientras se toca el hombro derecho. En un principio «apenas podía levantar el brazo de lo mucho que me dolía», asegura. Acto seguido, consigue elevarlo por encima de su cabeza. «Esto para mí antes era imposible», recalca.
Un «aprendizaje de vida»
Los juegos que le ayudaron a Gloria a mejorar y recuperar la movilidad en su brazo derecho son simples. «Para uno de ellos solo necesitas un cono y un balón, y tienes que mantener el equilibro para que no se caiga la pelota mientras el resto de compañeros de sesión hacen lo posible para que se te caiga. Entonces, sin ser consciente, estás levantando y agachando el brazo para evitar que te lo tiren», explica mientras hace una demostración. «¡Para cuando te das cuenta ya has movido el brazo por todos los lados!».
Pero para notar resultados la continuidad es «imprescindible», subraya la experta. «Esto no es una sesión de manipulación, de masaje en una camilla, que se da por terminada después de unos meses para volver a la misma rutina de estar sentada, sin moverte y sin hacer nada. Porque entonces, pasado un tiempo, vuelves a necesitar la manipulación y estás de vuelta en el fisioterapeuta». En cambio, el programa busca influir y convertirse en «un aprendizaje de vida», recalca Daza Asumendi, que destaca la importancia de llevar «una vida lo más activa posible, sin pasarse». Los pacientes aprenden a dejar de lado esa idea de «potenciar los músculos» para centrarse en «mantenerse activos y que recuperen esa confianza en su cuerpo, dejar atrás ese patrón protector que crean inconscientemente. Los tratamientos pasivos están obsoletos, está demostrado que estos programas son más eficaces porque atienden todos los factores que pueden afectar a una persona», recalca la experta.
Gloria destaca, además, el «buen ambiente de grupo» que encontró en cada sesión, en las que además de compañeros ha encontrado «amigos. Cuando nos vemos por la calle nos ponemos al día, nos contamos qué ejercicios estamos haciendo, cómo nos ayudan y cómo hemos ido mejorando», admite contenta.
Pasados dos meses desde finalizar las doce sesiones del programa, la fisioterapeuta realiza un seguimiento. «Les llamo para ver si están poniendo en práctica lo aprendido en las clases» porque, advierte, «el dolor será lo último que desaparezca, pero ganas en funcionalidad».
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