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El origen del euskera: de Francia a Pamplona hasta Burgos y La Rioja

Las últimas teorías de lingüistas e historiadores apuntan a que la lengua llegó a la actual Euskadi hacia el siglo sexto

Xabier Garate

San Sebastián

Miércoles, 27 de septiembre 2023, 14:19

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El uso de las lenguas autonómicas en el Congreso de los Diputados durante los últimos días ha revivido el interés por el origen del euskera, uno de los temas más buscados por los internautas estos días dada la originalidad del idioma y sus especificidades, así como la polémica política generada por su uso en la sesión de investidura fallida de Feijóo en la que algunos parlamentarios vascos han podido dar sus discursos en su lengua natal.

El euskera, también conocido como vasco, es considerado una lengua aislada, lo que significa que no tiene relación con ninguna otra lengua conocida, de ahí el interés por conocer sus orígenes. A diferencia de la mayoría de las lenguas europeas, que pertenecen a la familia indoeuropea, el euskera tiene sus propias raíces y estructura gramatical únicas. Si bien un estudio reciente de Juliette Blevins, de la Universidad de la Ciudad de Nueva York, niega que sea un idioma «huérfano» y aislado, como se consideraba mayoritariamente. Según esta profesora, el euskera antiguo tiene una «distante relación genética» con el proto-indoeuropeo, el idioma ancestral de la mayoría de las lenguas europeas.

Al menos sí existen algunas constataciones verificadas por filólogos, lingüistas e historiadores en torno a cómo surgió y de dónde proviene el euskera. Los hallazgos arqueológicos de los últimos años aportan bastante luz al menos sobre cuándo entró la lengua en Álava y Bizkaia, como apunta el profesor de la Universidad del País Vasco Mikel Martínez Areta, quien considera que el vasco común antiguo, precedente de los actuales dialectos eusquéricos, «sufrió una expansión tardoantigua y altomedieval y fue en el siglo VI cuando llegó a Álava».

«El euskera, o mejor dicho un antecesor de él, llegó a la Llanada procedente de Pamplona y desde Álava se expandió a Bizkaia y cuenca del Deba», explicó este filólogo en el curso de verano de la UPV titulado 'Vasconia en la antigüedad tardía (406-711), lengua, cultura y sociedad'.«Antes de la llegada de los romanos, los nombres de lugar (topónimos) y los de personas y dioses (onomástica) inscritos en diferentes soportes eran predominantemente célticos o indoeuropeos. No hay sustrato eusquérico».

Con la llegada de Roma se impuso el latín en lo que hoy es Euskadi y «sería en el siglo VI cuando el vasco antiguo saltó de la cuenca de Pamplona a la Llanada Alavesa», explica Martínez Areta. A esta propuesta ha llegado tras ampliar la aportación del filólogo de la Universidad de Deusto Joseba Abaitua e interpretar los recientes hallazgos arqueológicos, como el de la basílica tardoantigua de Dulantzi.

Esta expansión geográfica del euskera continuó desde Álava hacia la vertiente cantábrica. La penetración partiría según este especialista de Pamplona (400-541) a Dulantzi y Aldaieta debido a un efecto imitación de los pueblos de habla vasca tras el posible contacto con los francos y la adopción de algunas costumbres y rituales asociados al poder militar.

La hipótesis de Areta habla de una «expansión geográfica de gente guerrera con orgullo étnico y gran belicosidad que hablaba euskera. Estos contingentes son perfectos para la supervivencia del euskera, siguiendo un patrón común a otras lenguas de la época, como el lombardo o el bretón». Posteriormente, «el euskera se extendería a parte de Burgos y La Rioja», explica. Así lo refleja aún la toponimia con localidades riojanas como con un componente etimológico vasco tan evidente como Ezcaray, Urdantza, Zaldiema o Zilbarrena o los estudios del historiador José Bautista Merino que atestiguan la presencia del euskera en varias zonas de la provincia de Burgos entre los siglos IX y X.

Huellas del euskera en Francia

También aporta luz el documental 'Vasconiako historia bat: euskalduntze berantiarra', proyectado en el Festival de Cine de San Sebastián en 2014, y que corrobora que el euskera no se habló en gran parte de Euskadi hasta el siglo VI. En este trabajo el historiador Alberto Santana sostiene que «una opción entre las teorías existentes sobre el origen y difusión del euskera es que en Gipuzkoa, Bizkaia y Álava la lengua propia y original antes de los romanos no era el euskera, sino que probablemente era un idioma celta».

En su opinión dicha lengua céltica es lo «único» que permite explicar los nombres de algunos grandes accidentes geográficos del País Vasco como Anboto, Nervión, Oka o Deba, que son «ininteligibles» en euskera pero que resultan «muy comunes» en idiomas celtas. Por el contrario, los topónimos euskaldunes «extraordinariamente abundantes» en estas áreas «son casi todos descriptivos» y «mucho más recientes», de época medieval.

Sin embargo según este historiador, el euskera es mucho más antiguo, lo que constata la «extraordinaria abundancia» en la zona del Alto Garona (en Francia, cercana a Huesca y Lleida) de «documentos y lápidas escritas en piedra y en mármol» de época prerromana que «sólo pueden ser interpretados desde el euskera», una situación que le invita a pensar que en esta zona se hablaba euskera hace 2.000 años, «cuando en el occidente de la actual Euskal Herria no hay ninguna prueba» de ello.

Santana habla de una «gran paradoja» al revelar que los últimos lugares de Euskal Herria en ser euskaldunizados son «aquellos geográficamente más alejados de las fuentes como Bermeo, Lekeitio u Ondarroa», actualmente con un elevado índice de vascoparlantes. El experto concreta que este proceso se habría producido acompañando a «una expansión cultural que cambió las prácticas en el vestir, el modo de pensar y los rituales de un grupo al que en aquella época denominaban vascones» y que «se caracterizan porque aparecen armados con unos espadones tremendos y unas hachas de combate terribles, y vistiendo de una manera que es absolutamente desconocida en el resto de la península pero que, sin embargo, es muy frecuente al norte de los Pirineos».

Otras teorías: desde África

El profesor Jaime Martín, licenciado en Filología Románica y profesor de Lengua y Literatura en el Instituto Cervantes de Madrid, publicó en 2013 un estudio lingüístico que sugiere que el euskera procede del dogón, un idioma hablado en Mali. Martín dedicó 12 años a comparar la estructura lingüística y el vocabulario del euskera y el dogón, encontrando semejanzas en el 70% de las 2.274 palabras comparadas.

Según Martín, la estructura lingüística del dogón y el euskera es similar en términos de orden de colocación en las frases, con el sujeto al principio, el verbo al final y el objeto directo en el centro. Además, el demostrativo (este, ese) va después del nombre, a diferencia del latín y el castellano. Sin embargo, a diferencia del dogón, el euskera conserva las declinaciones.

Martín sostiene que la desertización del África subsahariana llevó hace siglos a los pueblos que allí vivían a emigrar hacia la Península Ibérica y la cuenca mediterránea, lo que explicaría la expansión de los vocablos. No es el primer estudioso que busca comparaciones del euskera con otras lenguas; según ha recordado Martín, Koldo Mitxelena -el lingüista vasco más destacado- rechazó la vinculación del euskera con lenguas africanas.

Otro lingüista destacado como Antonio Tovar hizo un estudio comparativo entre el euskera, el bereber, el copto, el egipcio y tres lenguas caucásicas. Tovar sólo pudo encontrar un máximo de un 7% de parentesco con el bereber, muy poco, pero sí resaltó el parecido en la estructura de la frase entre el euskera y otras lenguas.

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