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En España, la crisis de opioides tuvo su punto álgido a finales de los 90 y principios de los 2000; sin embargo, Estados Unidos sigue atrapado en la lucha contra una droga que se ha convertido, a día de hoy, en «la primera causa de ... muerte entre adolescentes en el país» y que mata a más de 200 personas cada día: el fentanilo, conocida comúnmente como la droga 'zombie'. Libby Paquette, de diecisiete años, nacida en Los Ángeles pero de madre y abuelo donostiarras y que visita la capital guipuzcoana «mínimo, todos los veranos y navidades», ha encabezado una ley con la que hacer frente a esta «tragedia» desde la 'zona cero', los institutos y sus estudiantes en el estado de California.
Este opioide es 50 veces más potente que la heroína y 100 veces más adictivo que la morfina; y tan solo dos miligramos de la sustancia, o lo equivalente a dos granos de sal, puede constituir una dosis letal. En los últimos tres años, además, las sobredosis por fentanilo entre alumnos de secundaria y Bachillerato han incrementado casi un 300%. Esto es mucho más que una estadística, es una «realidad terrorífica», asegura Paquette. La joven –que tenía dieciséis años cuando comenzó a trabajar en este proyecto de ley– nunca se imaginó que sus esfuerzos terminarían en el despacho del gobernador de California y que su propuesta se aprobaría por unanimidad en el Senado, haciendo de su deseo por proteger la vida de los estudiantes una realidad, tras la aplicación de la norma hace una semana.
Como cada activista, la joven tiene grabado el momento clave que le motivó a emprender esta causa. Para ella, ese momento tiene nombre y apellido: Melanie Ramos, una joven californiana de quince años que en septiembre de 2022 murió de una sobredosis en uno de los baños del instituto donde estudiaba. No se conocían. Melanie cursaba en un centro público, mientras que Libby, en uno privado, aunque «durante muchos años jugué a fútbol en su instituto», recuerda.
Un día lectivo, como cualquier otro, Melanie y una amiga consumieron lo que ellas creían que era percocet –oxicodona–, pero no eran conscientes de que la pastilla que habían comprado contenía fentanilo. «Su muerte me impactó muchísimo», admite Libby. Fue ahí cuando comenzó a investigar sobre las posibles herramientas disponibles para prevenir más muertes por drogas contaminadas con el opioide. Cómo no, cuando comenzó a hacer prácticas en el Senado de California y se enteró de que el proyecto final de éstas incluía elaborar una ley 'simulada', no se lo pensó dos veces. «Tenía que girar entorno a un problema que viéramos en el mundo», explica Libby, que añade que desde el primer momento «supe exactamente qué es lo que quería a presentar».
Libby Paquette
El proceso fue «lento y largo». Primero, comenzó por investigar e informarse al respecto y «vi que otros estados habían aprobado una ley con la que los estudiantes podían llevar consigo tests de drogas y 'Narcan' al instituto», –un aerosol nasal que puede salvar la vida de una persona en sobredosis de opioides–. Libby añade que «está demostrado que el uso de 'Narcan' ha disminuido la cantidad de sobredosis de opioides en todo el país».
Con todo esto, la propuesta de la joven de raíces donostiarras era sencilla. Y es que para luchar contra esta crisis, los estudiantes necesitan «estar equipados y tener herramientas preventivas». Así, la 'ley' elaborada por Libby Paquette permitiría que los alumnos llevaran consigo tiras con las que testear droga antes de consumirla así como el spray nasal con el que revivir a una persona en sobredosis. «En tan solo unos minutos, un test podría haberle salvado la vida a Melanie y, si hubiera sido encontrada antes, el 'Narcan' podría haberle salvado la vida también; tanto a ella como a todos los fallecidos por sobredosis de fentanilo», defiende Paquette.
Eso sí, el coste del spray ronda los «veinte dólares» y en algunas ocasiones se requiere de una formación para poder adquirir el medicamento. Cada aerosol es de una sola dosis; un solo uso. Si se abre y se administra incorrectamente o se dispara sin necesidad, hay que tirarlo a la basura y se habría echado a perder el medicamento, así como la capacidad de salvarle la vida a una persona en estado crítico. Mientras, las tiras reactivas funcionan de manera muy sencilla. «Diluyes una pequeña muestra de la droga –normalmente en polvo– en agua y se sumerge la tira». Como si de un test de embarazo se tratara, si aparecen dos líneas es que el resultado es positivo: la sustancia que se pensaba consumir está contaminada con fentanilo.
Es por ello por lo que la idea inicial de Libby buscaba que las propias escuelas administraran y distribuyeran el 'Narcan' y los tests de drogas de manera gratuita al alumnado, pero «para que la ley fuera aprobada no podía afectar al presupuesto de California». Además de estos condicionantes que dificultaban la accesibilidad de estas herramientas entre los jóvenes, hasta ahora «era completamente ilegal que los estudiantes llevaran 'Narcan' al colegio sin el consentimiento de los profesores o de los padres». Esto suponía un problema, pues «está comprobado que es mucho más probable que un alumno se encuentre a un compañero en sobredosis que un profesor o familiar», aclara Libby, que insiste en que «el 'Narcan' es una medicación que salva vidas y que está al alcance de todos en los mostradores de farmacias o droguerías, pero eso no es suficiente. Necesita estar en las manos de todos los estudiantes de California».
Así, el proyecto de ley elaborado por Libby garantizaría a los estudiantes el derecho a llevar 'Narcan' y tiras reactivas de fentanilo en la escuela. Tras presentar su propuesta, esta ley 'simulada' que aboga por la protección de la vida de los estudiantes californianos desde la prevención, Libby fue informada de que al entonces Senador, Anthony Portantino –hasta el 2 de diciembre de 2024–, «le pareció que mi propuesta era muy importante e impactante».
Entonces, el proyecto final dejó de ser una ley 'simulada' y, poco a poco, pasó a convertirse en una realidad. «El pasado mayo hablé frente al Comité de Educación del Senado y defendí por qué era importante que se aceptara mi propuesta». De ahí, Libby Paquette y su trabajo final de prácticas pasaron por la Cámara de Representantes de California hasta llegar al Senado, y en ambos procesos «mi propuesta fue aprobada por unanimidad», cuenta contenta.
Libby Paquette
Después, la norma llegó hasta el despacho del gobernador de California, Gavin Newsom. Él es quien decide si el proyecto de ley pasa a ser ley, o no. Este era el último paso y el que marcaba la diferencia. «Estoy muy contenta y agradecida de que decidiera aprobarla», celebra Libby una semana después de haberse aplicado la nueva legislación.
Hasta el día de hoy, Libby ha participado en distintos programas e informativos televisivos de California con el objetivo «de alertar a los jóvenes, y a su entorno, de que ahora hay una nueva ley que les protege». Pero Libby quiere ir más allá. «Estoy trabajando con empresas que fabrican estas tiras reactivas y 'Narcan' para conseguir venderlos a precios reducidos para estudiantes, o establecer algún tipo de donación en las escuelas para que los jóvenes puedan obtenerlos de forma gratuita», adelanta. «Parece que, en un futuro cercano, estas empresas podrían ofrecer los tests a las escuelas a un precio reducido. Sería algo increíble», sugiere Libby, con esperanza.
El futuro de la joven 'donostiarra' está en la otra punta del país, en Pensilvania, donde estudiará a partir de septiembre y donde planea «seguir trabajando alrededor de la crisis de opioides», que también afecta de manera muy preocupante al estado del este. «La situación es peor que la de California», lamenta. Añade que «en algunos estados, estos tests son ilegales porque durante la guerra se consideraban material relacionado con el consumo de drogas, y Pensilvania era uno de ellos». Sea como fuere, el estado al que Libby llamará hogar en unos meses tiene una de las tasas de sobredosis de opioides más altas del país, así que «espero hacer algo al respecto», cuenta con ambición.
Y aunque los últimos años de su vida se han visto marcados por su activismo en California, Libby mantiene un fuerte lazo con Donostia. Aprovecha todas las vacaciones de verano y de Navidad para visitar a su abuelo y la ciudad donde se crió su madre. Defiende, además, que «las playas de donostiarras son mejores que las de California» y que la capital guipuzcoana es como «mi hogar, aun estando lejos de casa». También habla con cariño de la tradición que mantiene con su aitona cada vez que visita San Sebastián –desayunar todos los días en una cafetería del barrio de El Antiguo–, y de los voluntariados y trabajos a corto plazo que ha llevado acabo en el territorio a lo largo de los años: auxiliar de monitora en Pukas y voluntaria en las asociaciones Banco de Alimentos y ASPACE.
«Los jóvenes a veces piensan que no tienen poder suficiente para hacer frente a los distintos problemas que a día de hoy hay en el mundo, pero realmente tenemos más poder del que se pueden llegar a pensar. Creo que es muy importante que usemos nuestra voz, por mucho que algunos piensen que jamás será escuchada; algún día alguien te escuchará y podrás conseguir un cambio», reitera.
España ocupa el puesto número diecisiete en el ránking de países con más muertes por sobredosis –con 31 por cada millón de habitantes, en 2022– según un estudio publicado esta semana por la fundación 'Commonwealth Fund'. En lo que respecta a Euskadi, hace un año que la fundación Proyecto Hombre de Gipuzkoa y la Asociación de alcohólicos y adictos a otras sustancias-Aergi se mostraron «preocupados» por el fentanilo, aunque aseguraron que no habían detectado «ningún caso». A su vez, el departamento vasco de Salud comenzó a mostrarse vigilante con el análisis de muestras. Mientras, Estados Unidos encabeza el estudio, con 324 muertes por cada millón de habitantes. Los datos provisionales señalan que, aproximadamente, un 70% de las muertes en Estados Unidos por sobredosis en 2023 –más de 100.000– involucraron este opioide.
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