Polémica en Selectividad, un examen de 'Pijos y cayetanos'
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La prueba de Lengua de la EAU en Euskadi pide a los alumnos analizar un artículo de opinión publicado cuando estalló el caso de las mascarillas de Medina
El examen de Lengua y Literatura de Selectividad ha desatado la polémica con un texto titulado 'Pijos o cayetanos', que los 4.379 estudiantes guipuzcoanos tenían que analizar en la prueba de esta segunda jornada de la EAU en Euskadi. Hora y media para pensar y redactar un texto sobre las diferencias a la hora de poner nombre a un tipo de «clase social adinerada» y sus formas de manejarse en la vida. El contenido del artículo ha generado una fuerte controversia en redes sociales, donde se ha hecho viral.
El texto de la discordia es un artículo de opinión de Miguel Miranda publicado el 12 de abril del año pasado por el Periódico de Aragón en el que el autor explica cómo el término 'pijos' ha caído en desuso por la utilización de 'cayetanos' y cuáles son las características de este sector social. Entonces estalló el caso de las mascarillas y la presunta irregularidad por parte de los empresarios Luis Medina y Luceño.
Sobre este polémico artículo los estudiantes debían extraer el tema, resumen, comentario crítico personal sobre el tema del texto, definición de palabras, modalización (subjetividad y objetividad del texto) y género textual. Han tenido 90 minutos para poder dar respuesta a todas las cuestiones. A la salida algunos alumnos se mostraban satisfechos con su examen, entre ellos Irati que decía que «al menos se trataba de un texto entendible. Estoy contenta. He ido respondiendo sin problemas». Pero el texto también ha generado quejas entre estudiantes y, sobre todo, en redes sociales, donde los comentarios denunciaban el tono del artículo y lo consideraban despectivo. La polémica se ha viralizado rápidamente.
En 'Pijos y cayetanos' Miguel Miranda explica qué es para él un cayeteno. «Nacieron con pasta y a menudo no han sido capaces de demostrar ser capaces de nada más», dice. «Utilizan perfectamente sus contactos con otros pijos para vivir sin trabajar o simulando trabajar administrando la hacienda familiar o en el exitoso oficio de comisionista». Miranda añade que «tienen una fuerte conciencia de clase y tratan de distanciarse del populacho al que en el fondo y en la forma desprecian», y describe, según su visión, sus vidas «se relacionan solo entre ellos, en sus clubs inaccesibles, en sus colegios privados, a menudo extranjeros y caros y en universidades privadas, y en sus clínicas privadas en las que vienen al mundo».
Para Miranda «nunca reconocerán que (no) se han merecido nada y consideran que los demás son simplemente vagos, malos trabajadores, perroflautas a menudo». Y va más allá, «los más gilipollas de los Cayetanos son por otro lado los que se creen que lo son, sin serlo, porque se comportan como tales pero disimulando». Por si quedasen dudas, el autor aclara que no tienen por qué proceder de un estatus social alto. «A veces proceden de la clase trabajadora y aunque incluso digan que son de izquierdas, solo aspiran a vivir del cuento, de la política y del mamoneo. Hay muchos Cayetanos y Cayetanas».
Miranda concluye el cuestionado texto: «Y yo, orgulloso hijo de un albañil que nunca aspiró a ser un Cayetano gilipollas siempre les tuve repelús, fobia y hasta un poquito de asco».
