El Eibar se mantiene firme en su fortín

Guiados por la brújula que Matheus Pereira portó de nuevo tras mes y medio ausente por lesión, los de Joseba Etxeberria se dieron un imprescindible baño de autoestima que les sitúa a solo dos puntos de una sexta plaza aún por definir, y a tres del cuarto clasificado.

Incapaz de rascar algo positivo en sus últimos seis desplazamientos después de caer en el último en Huesca tras fallar un penalti en el minuto 95 que le habría permitido rescatar al menos un punto, la escuadra armera volvió a cargar de presión las columnas que le sostienen en Ipurua.

Una imposición que, tal y como incidió el propio Joseba Etxeberria en vísperas del choque, debía ejercer de estímulo añadido para seguir imponiendo el poderío que le mantiene como el tercer mejor local de la categoría.

Porque con las plazas de playoff a cinco puntos de distancia, y teniendo muy presente que le esperan otros dos partidos esta semana, empezando por el del martes (21.15 h.) en Córdoba antes de cerrar el año el próximo sábado (14.00 h.) en Ipurua ante el Granada, el triunfo era innegociable para los armeros.

Tras haber repetido alineación por primera vez en El Alcoraz, el técnico elgoibarrés removió su once con tres novedades que alteraron todas las líneas, empezando por la defensa, dando entrada a Chema en lugar de Carrilo.

Más esperado fue el regreso de Matheus, al que después de conceder unos minutos en su reaparición en Huesca, le encomendó la tarea de volver a encontrar el rumbo del juego. Y vaya si la cumplió, porque la vuelta del brasileño iluminó el camino hacia la portería contraria que tanto les estaba costando encontrar.

Fue la novedad más significativa junto a la inclusión de Toni Villa, que después de no catar ni un solo minuto en los últimos seis partidos, disfrutó de su tercera titularidad de la campaña.

Y, paradójicamente, el murciano se convirtió desde el inicio en uno de los grandes protagonistas del décimo compromiso en terreno azulgrana, no en vano fue él el que engendró la acción que sirvió para que el Eibar rompiera la baraja cuando el cronómetro marcaba el minuto 20 de partido.

Pleno de ganas de aprovechar esta nueva oportunidad, el jugador que llegó en la recta final del mercado veraniego procedente del Girona, se inventó un precioso pase en profundidad que habilitó en el área a un Jorge Pascual que lo adornó con otro pase de oro hacia el punto de penalti, donde Antonio Puertas esperaba con la caña preparada para cruzar el balón lejos del meta maño.

El almeriense lo celebró por todo lo alto y no era para menos, porque pese a que es uno de los intocables de Etxeberria, el extremo llevaba 15 eternos partidos sin ver portería, después de añadir un doblete ante el Levante en la tercera jornada al gol con el que inauguró su cuenta en el segundo partido liguero en El Sardinero.

El Zaragoza trató de replicar de inmediato por medio del exazulgrana Ager Aketxe, que aunque no está brillando en su nueva etapa en el cuadro maño, puso en serios aprietos a un Magunagoitia que respondió con una estirada que le permitió desviar a córner el disparo del getxotarra.

Fue de lo poquito que el equipo de Víctor Fernández fue capaz de proponer en una primera mitad en la que el equipo eibarrés convenció con su solidez, aunque todos los presentes en la grada intuían que el solitario gol que campeó en el marcador al descanso no sería suficiente.

Por eso mismo, los armeros no se dejaron en el vestuario ni un ápice de su determinación, y la hicieron valer a los pocos minutos de que el choque se reanudara. Si la jugada del primer gol fue para verla repetida varias ocasiones, el contragolpe hilvanado por hasta cuatro jugadores azulgranas fue para enmarcar.

Un balón servido por Sergio desde el círculo central, una pared entre Puertas y Cristian y el centro lateral de este último acabó siendo resuelto a las mil maravillas por un Madariaga que llegando desde la mediapunta puso el alma para inaugurar con un potente remate desde el interior del área su cuenta anotadora con el primer equipo.

La marcha de un fundido Matheus se dejó sentir, y justo después de que Guruzeta estuviera a punto de calcar el tanto del canterano, el Zaragoza recortó distancias y se aferró a una esperanza que finalmente no consumó.