Víctima de su propia desesperación
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La expulsión de Sergio por una doble amarilla en solo un minuto y un polémico penalti por una discutible mano de Arbilla dejar al Eibar sin un triunfo que saboreabaEl Eibar volvió a ser víctima de su propia desesperación. Por muy discutibles que puedan ser decisiones arbitrales como el penalti que que propició el ... empate del Andorra por una más que rigurosa mano de Arbilla en la recta final del partido, el conjunto azulgrana no puede echar balones fuera a la hora de asumir su responsabilidad por los dos nuevos puntos que se escaparon ayer de Ipurua. Permitir que el Andorra se adelantara en el marcador a los cinco minutos tras un inicio impropio de los armeros en Ipurua, y la expulsión de novato sufrida por Sergio en solo un minuto cuando aún quedaba media hora larga de partido para defender el 2-1 que campeaba en el marcador, ayudaron a cavar la tumba que volvió a impedir que la escuadra eibarresa aprovechara los nuevos de sus rivales para dar un paso al frente en la tabla.
Y todo se olió desde el principio, porque pese a que Joseba Etxeberria había anunciado en la víspera su pretensión de que el Eibar se hiciera con el control del balón para trasladarlo lo más rápido posible a la portería rival, se encontró con que Eder Sarabia había planeado lo mismo y, además, con más acierto, puesto que fue el Andorra el que, de primeras, ejerció un dominio al que no tardó en sacar partido.
Porque, como ya viene siendo tradición, al rival de turno, en este caso la escuadra tricolor, apenas le hizo falta acercarse con peligro un par de veces, para que a la segunda Iker Benito se inventara un acrobático cabezazo que resultó imparable para Luca Zidane.
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Afortunadamente, verse con el marcador en contra ante un equipo que había ganado todos los partidos en los que había comenzado perdiendo, sirvió para espolear a un conjunto armero que, en esta ocasión, incluía a Corpas en un cuarteto atacante del que salió Mario Soriano, cuya plaza en la mediapunta fue ocupada por Aketxe.
Con semejante arsenal, se antojaba difícil que los armeros no respondieran con la contundencia que se le presupone a un equipo que aspira a subir a la máxima categoría. Y como no, el que asumió su rol de desatascador fue Stoichkov, que además de anotar el tanto del empate al empujar un gran servicio de Cristian desde la izquierda cuando se cumplía el minuto 22, también jugó un papel trascendental en el gol en propia puerta de Sergi Sámper al intentar evitar que el gaditano le robara el melón que el portero andorrano le dejó abierto en el área.
Expulsión determinante
Tanto la alentadora remontada firmada antes del descanso como las dos claras ocasiones que Bautista dispuso nada más reanudarse el choque prometían un fin de fiesta de lo más vibrante para los más de 5.000 espectadores que se reunieron en las gradas del estadio armero. Sin embargo, todos temieron lo peor cuando Sergio Álvarez pecó de novato pese a su dilatada experiencia al dejar a su equipo con un jugador menos a los 61 minutos de juego al ver dos cartulinas amarillas seguidas en cuestión de un minuto.
Por segunda semana consecutiva tras la roja que vio Berrocal en Villarreal justo antes del descanso, el Eibar se veía obligado a jugar prácticamente toda la segunda mitad en inferioridad numérica.
Y ese fue precisamente el espaldarazo que necesitó el Andorra para volver a creer en sí mismo para ir a buscar un empate que le permitiera poner algo más de tierra de por medio respecto al descenso.
Para colmo, contó con la inestimable colaboración del árbitro, que ni siquiera se acercó al monitor para comprobar si Arbilla tenía el brazo extendido o pegado a su cuerpo cuando el disparo de Scheidler le golpeó de lleno.
Las protestas del navarro, gafado entre errores, goles en propia puerta y manos varias, solo sirvieron para que viera como el árbitro le amonestaba al tiempo que Manu Nieto superaba a Luca Zidane desde los once metros.
Y si la noche no terminó en desastre absoluto fue porque el meta francés no perdió la concentración entre tanto despropósito y fue capaz de atrapar con seguridad un último disparo de Manu Nieto, porque ninguno de los cambios que hizo el elgoibarrés sirvió para arreglar el desaguisado.
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