Un debate entre la salvación y la penitencia

Tras más días que nunca para preparar la vuelta a casa tras el 2-2 cedido a última hora en Zaragoza, los azulgranas suspiran por hacer un partido redondo que les permita poner fin a la racha de tres empates consecutivos que mantienen a Beñat San José invicto en los ocho partidos en los que el donostiarra ha logrado completar la misión que se le encomendó cuando sustituyó a Joseba Etxeberria con el equipo en plena caída libre.

De ahí que ahora el principal objetivo del preparador donostiarra no se otro que el de hacer disfrutar a la afición armera no solo de las victorias que pueda conseguir en estos siete partidos que quedan para cerrar el curso, sino también hacer que disfrute con la idea de juego que ha querido implantar desde que llegó.

Y para conseguirlo podrá alinear de inicio de nuevo a Arnau Comas, recuperado de las molestias que le obligaron a pedir el cambio poco después de que se reanudara la segunda parte en La Romareda, así como a José Corpas, que tras cumplir un partido de sanción por acumulación de amonestaciones, volverá a ocupar el extremo derecho al que San José le devolvió según puso un pie en Ipurua.

Por contra, se cae de la lista un Xeber Alkain que arrastra molestias en el pubis, lo que reportará más opciones para que Guruzeta y Toni Villa tengan más opciones de disponer de minutos, al igual que Iván Gil, que no ha repetido titularidad desde el pasado 2 de febrero ante el Deportivo.

Sin embargo, el que más opciones tiene de colarse de nuevo en el once inicial es Javi Martínez, que en este caso relegaría a Jorge Pascual al banquillo, porque la plaza en la punta de ataque está reservada para Jon Bautista, que viene de firmar su segundo doblete desde el estreno del técnico azulgrana ante el Racing de Santander hace ahora justo dos meses.

Abierta una brecha de ocho puntos respecto a la zona de peligro, el Eibar espera con la relativa tranquilidad que le falta a un Málaga que viene cargado de exigencias tras las tres derrotas consecutivas que le han condenado a seguir con su particular penitencia hacia la salvación. Y pese a que el club boquerón es uno de los pocos de abajo que no se ha deshecho de su entrenador, el puesto de Sergio Pellicer pende del hilo que sujeta un Ipurua que espera a su público a la vuelta de vacaciones.