El barbateño que despierta pasiones

Acabó fundido y extenuado. Tuvo que pedir el cambio tras sufrir un golpe en el estómago, no sin antes haber dejado sobre el césped un repertorio de jugadas espectaculares coronadas con el centro al segundo palo que originó el tanto del empate del Eibar. Primero se había deshecho de la oposición de Le Normand y Zaldua gracias a dos toques sutiles con el exterior de su zurda.

Aún no ha conseguido marcar, aunque en Donostia lo intentó con insistencia a través de dos lanzamientos de falta envenenados que se le marcharon desviados por muy poco. De todas maneras, su aportación fue determinante para que la escuadra azulgrana conquistara un punto con sabor a victoria frente a los blanquiazules.

Apenas tres meses después de su llegada el último día de fichajes del convulso mercado estival, Bryan Gil se ha adueñado sin discusión de un carril izquierdo que no despertaba tan buenas sensaciones desde la irrupción del entonces desconocido Cucurella.

Aunque en ocasiones se le vea demasiado solo a la hora de emprender la ofensiva, le sobra personalidad y arrojo para echarse al equipo a sus espaldas, por lo que Mendilibar ni siquiera ha tenido que entregarle la batuta. Ya se ha encargado él de cogerla y moverla a su gusto. Como si tuviera pegamento en sus botas, cuando coge el balón se convierte en una flecha imparable que cada vez alcanza el área rival con mayor tino.

Hasta el técnico de Zaldibar empieza a rendirse ante las excelentes cualidades del jugador que han puesto en sus manos , aunque se quita méritos en este sentido. «Yo hago poco», dice con modestia Mendilibar. «Los jugadores tienen condiciones naturales. Ni los que les han entrenado antes son tan buenos, ni yo les voy a hacer ser tan buenos, ni tampoco quien que les va a entrenar después. En ese sentido, lo que tiene que ver Bryan es que hay que jugar muchas veces a partir de segundas jugadas, ganar segundas jugadas y no depender siempre de los pases del compañero». Por lo que se ve, su pupilo ha pillado el mensaje al vuelo.

El jugador al que en tierras hispalenses apodan el 'Beatle de Barbate' no deja indiferente a nadie y la lluvia de halagos hacia un estilo de juego eléctrico que despierta admiración no se ha hecho esperar. «Está rompiendo el molde», titulan en Sevilla, donde no ocultan su orgullo por el gran rendimiento que está ofreciendo en el cuadro armero. Mientras, cuentan los meses para que el extremo regrese al conjunto dirigido por Julen Lopetegui, esta vez ya para quedarse.

Viendo la frescura que aporta, su velocidad, su capacidad de desborde, el descaro que emana cada vez que coge el balón y el guante que posee en esa zurda tanto a la hora de colgar centros como al botar faltas y saques de esquina, resulta difícil de entender que el Sevilla haya prestado a un jugador de semejante calidad mientras su banda izquierda sigue sin un inquilino fijo.

El neerlandés Oussama Idrissi estaba llamado a ser el elegido para ocupar esa plaza, pero una lesión que se alargó más de lo esperado retrasó su debut hasta el 21 de noviembre, cuando sumó los diez primeros minutos de los veinte que ha jugado. Saltó de nuevo al césped en la recta final ante el Real Madrid. Suso, Munir y Ocampos cuando abandona su banda derecha han cubierto hasta ahora ese flanco, aunque ninguno ha ofrecido el nivel de Bryan Gil en el Eibar.

Monchi ha sido un visionario en ese sentido, porque sabía que no hay mejor tallador que Mendilibar para pulir este diamante en bruto.