Sirimiri: los toldos, dispuestos para iniciar la temporada
Disfrutamos ayer de la jornada más veraniega y estable de la semana con cielos despejados y temperaturas agradables
DV
Viernes, 13 de junio 2025, 07:11
Banderas en la playa
Comenta Sebas: «Ya estamos en temporada de baños, aunque seguimos sin saber el estado de la mar por la ausencia de banderas visibles. Esto ... ocurre desde que cesó Cruz Roja como encargada de la vigilancia de los bañistas. Cruz Roja ponía una gran bandera en los relojes de La Concha. Yo conocí esta bandera desde niña y era la primera cosa que mirábamos cuando llegábamos al paseo de La Concha. Desde que entró la nueva empresa, esta ha desaparecido para la comunicación y tranquilidad de todos los bañistas. Se puede decir que era uno de los iconos de nuestra ciudad. Seguimos perdiendo cada día nuestros referentes y, lo que es peor, nuestras normas de seguridad, ya que en la playa no se ve nunca la situación del mar».
Hijas de la Caridad
Escribe Ignacio Jaca: «He tenido conocimiento de que ha fallecido Sor María Jesús Bereciartua, enfermera del Instituto Oncológico e Hija de la Caridad. Por haber sido director general de ese centro durante 17 años he de dedicarle unas palabras a ella, a su comunidad, y a la función que estas religiosas han cumplido en la atención de los pacientes. Recuerdo cuando estuve durante el verano de 1984 en la Escuela de Gerencia Hospitalaria del Ministerio de Sanidad en Madrid. Los hospitales se nos habían quedado pequeños y necesitábamos espacio para nuevos equipamientos. Por ello se planteaba prescindir del alojamiento de estas comunidades. En agosto de 1985 sufrimos en Donostia un grave accidente causado por los fuegos artificiales, por la explosión de una bomba japonesa, causando un fallecido y 130 heridos. Cuando llegué a urgencias del hospital vi una escena dantesca, los heridos eran depositados en el suelo, pues no había camillas ni personal suficiente para atenderles. Las religiosas, que vivían en el hospital Aranzazu, fueron un gran auxilio en la atención de aquellos heridos. Posteriormente, llegó el sida, enfermedad desconocida hasta entonces, con una incidencia importante en Gipuzkoa. El temor ante una enfermedad desconocida generó mucha inquietud en el personal sanitario y se optó por crear una unidad específica de infecciosos, para la que se solicitó personal voluntario. Acudieron las mejores enfermeras y auxiliares, y una vez más, también las religiosas. Quiero con estas líneas agradecer a Sor María Jesús, a Sor Rosario y en general a esa comunidad de Hijas de la Caridad, pues en mis 17 años de director del Instituto Oncológico, tanto demostraron su solidaridad y fraternidad con los pacientes oncológicos».
Plazas de residentes
Comenta J. L. Iturbe: «Con la llegada del verano, los vecinos de la calle Zemoria, en el barrio de Ulia, vivimos una auténtica pesadilla y un caos circulatorio constante. Contamos con solo seis plazas de aparcamiento para residentes, que con frecuencia son ocupadas por visitantes. En verano, la situación se agrava notablemente: no solo es imposible aparcar, sino que los atascos son continuos y, si logras dejar tu coche, cruza los dedos para que no aparezca con un golpe o una abolladura. Solo pedimos el mismo trato que reciban otros barrios: más plazas para residentes. También sería razonable habilitar más plazas para los numerosos visitantes para repartir mejor la presión de tráfico que sufrimos cada verano».
Sagrado Corazón
Dionisio de Covilhã nos envía un poema: «¡Alegres tambores, noches pintadas de mil colores, traineras en hilera, amenazando al cielo, a la tierra y al abismo! Sagrado Corazón de Urgull, ferias de Igeldo, mañanas lluviosas y tardes de violeta…! Bahía de San Sebastián, donde las olas rompen como trazadas por un compás: hoy te agito en mi bola de nieve, hoy Arión me pregunta por Paquito, hoy vuelves a enseñarme a ser un niño».
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