Cuando hay un torero en el ruedo
La contracrónica ·
manolo harina
Domingo, 18 de agosto 2019, 09:58
Cuando hay un torero en el ruedo
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La corrida de ayer en Illunbe fue extraña. Quisieron ... los toreros, fallaron los toros y el público estuvo por momentos un tanto ausente. Era de entrada, sobre el papel y para muchos aficionados, la mejor de la Feria. El juego de los toros de Zalduendo desde la temprana feria de Olivenza hasta Valencia o Madrid presagiaba una corrida más que interesante. La terna con tres toreros artistas de tres estilos diferentes y muy definidos: el toreo clásico de gran calidad de Diego Urdiales; el extraordinario momento de Paco Ureña y la pasmosa facilidad de Ginés Marin. Pero no hay que fiarse hasta que se abre el toril; de allí salieron siete, seis y el devuelto: sosos, descastados, rajados en la muleta.. En resumen, muy mansos.
Hasta la muleta cumplieron, pero casi nada más empezar la faena se rajaron, buscaron los chiqueros y mansearon. Era difícil mantener la atención del público y eso solo lo consiguieron Diego Urdiales en sus dos toros y Ginés Marin en el tercero.El silencio y la atención se hacen notar cuando hay un torero en el ruedo. Diego Urdiales es sin duda el referente del clasicismo y la pureza del toreo. Aun toreando muy bien con la derecha a su primero, la gran lección de tauromaquia la recibimos en una gran serie al natural y en dos naturales de frente. Del cuarto, en la retina quedaran otros naturales de uno en uno profundos y templados; citando con la muleta plegada, soltándolo al llegar el toro y vaciándolo. Una merecida oreja.
Una oreja que incomprensiblemente el público no pidió al doblar el tercero. La faena de Marín fue completa y bien construida. Es un torero fácil, sabe moverse en la cara del toro. Por ambos pitones, con elegancia y temple. Las bernardinas del final pusieron el punto de valentía que la faena precisaba. El peor lote fue para Paco Ureña, que de cualquier modo cumplió pero no se entregó.
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