Green Valley: Manual del reggae de autoayuda
Ni rastro de lluvia en una noche caribeña que iba a convocar al público 'urban', pero también al más familiar y, por encima de todo, al masculino.
El paisaje que dibujan Green Valley es bucólico y pastoril. Todo es blanco, edulcorado y en él no hay más sitio que para el 'paz y amor'. Tras dos jornadas musicales canceladas por el fuerte viento, ayer por fin amaneció despejado y el muro de Sagüés volvió a presentar un lleno absoluto para recibir al quinteto alavés. Ni rastro de lluvia en una noche caribeña de inicio de fin de semana que iba a convocar al público 'urban', pero también al más familiar y, por encima de todo, al masculino.
Los de Ander Valverde llevaban estos años de pandemia deseando volver a juntarse con su gente y se les vio disfrutar sobre el escenario con un gran 'compadreo' y esa exaltación de la amistad que solo conocen las madrugadas. «Para mí el Covid ya no existe, así que... ¡vamos a disfrutar!», alentó el vocalista antes de arrancar con 'Nunca pararé', tema que grabaron en 2019 con los sevillanos SFDK y hoy convertido en uno de sus grandes éxitos.
Sobre la plaza Tomás Alba todos cantaban sus letras vitalistas. Versos almibarados que hablaban del «regalo de vivir», de «olvidar lo malo y vivir el presente», de levantarse cada día y pensar «que no vale la pena vivir con estrés». Toda una ristra de mensajes motivadores que firmaría esa psicología de 'marca blanca' que reina en Pinterest, pero que anoche era entonada con una única voz entre abrazos y rostros de felicidad.
Balada reivindicativa
Sonó el reggae en una noche que tuvo también bases de hip hop rapeadas que viajaban a estribillos pop e, incluso, temas más funk liderados por la guitarra 'wah wah' y el órgano 'hammond', doblándose en sus riffs y soleando en conjunto. Entre consignas reivindicativas contra los políticos corruptos, «los cazaelefantes» o la subida del precio de la luz, sonaban canciones ligeras como aquel 'Alma libre' del «ave que dibuja con sus alas en el cielo una sonrisa» y que popularizaron junto a Juanito Makandé.
Y, entonces, los arpegios del piano comenzaron un 'set' de baladas como 'Volver a empezar', de su reciente trabajo 'La llave maestra' (Satélite K, 2022) y la tan esperada 'Si no te tengo', tema de 2014 que ya acumula más de 20 millones de escuchas en las plataformas. Se encendió la plaza, no con la clásica llama de los mecheros como con el 'flash' de los smartphones. Con su camisa hawaiana ondeando a cada salto, Valverde fue un gran maestro de ceremonias interactuando constantemente con un público al que recordó «que queremos unas fiestas sin pinchazos ni agresiones sexistas». Ovación cerrada y merecida.
Tras enlazar con 'So Lonely' de The Police y ya con la plaza a punto de ebullición, Green Valley anuncian la despedida final que hacía varios bises que habían dejado caer. Nadie quería irse, menos aún tras sonar 'Estamos ready' y la invitación a bailar un insulso 'pogo', tan políticamente correcto que se detenía cuando uno perdía las chanclas o cuando otro no encontraba su móvil.
Resuelto el tema de los objetos perdidos y disuelto cualquier atisbo de descontrol, el vocalista se decantó por liderar una coreografía de aeróbic que comenzaba con la plaza en cuclillas y terminaba 'dándose la paz' en un litúrgico saludo rasta con el compañero a la vera. Fin de fiesta con 'La voz del pueblo' cantando «María, marihuana yo te adoro», aunque la noche en Sagüés aún estaría muy lejos de terminar.