San Sebastián

Eneko Goia se despide emocionado como alcalde de Donostia: «Me ha correspondido la tarea más maravillosa del mundo»

«Ha llegado la hora del adiós. Disculpen lo que he dicho mal y recuerden lo que he dicho bien». Fueron las palabras elegidas por Eneko Goia para cerrar ayer su discurso de despedida como alcalde de Donostia, un hito en el Ayuntamiento que se escenificó entre lágrimas, abrazos y elogios entre compañeros y rivales políticos.

«Ser alcalde es una gran responsabilidad, pero también un gran honor», había advertido el ya exregidor al inicio de una maratoniana jornada en el Salón de Plenos en la que hizo balance de su gestión y que terminó por la tarde cuando la nueva alcaldesa accidental, Nekane Arzallus, se sentó en el sillón presidencial.

Goia llevaba un rato aguantando la emoción hasta que, en sus últimas palabras como regidor, se acordó de sus padres y hermana, fallecidos en estos diez años de mandato en los que no ha podido dedicar a su familia todo el tiempo que habría deseado. «Ellos estuvieron cuando entré en 2011 como concejal y en 2015 cuando me nombraron alcalde. Y siento que hoy están aquí conmigo», afirmó con la voz quebrada.

Fue el momento más difícil de su despedida, en la que dio las gracias «a los donostiarras por su confianza», al PNV «por la oportunidad de ser candidato a la Alcaldía», a todo el personal municipal, a los miembros de la corporación «presentes y pasados», a su grupo político, asesores y colaboradores: «Ha sido un regalo trabajar con vosotros».

Goia se abrió en canal y confesó que ser alcalde es «la más hermosa de las obligaciones políticas» y admitió que «no hay nada como trabajar por lo que amas» y tener la «oportunidad de conocer Donostia como nunca imaginé».

Los portavoces de los grupos municipales también tuvieron la ocasión de despedirse de él. Su socia de gobierno, la socialista Ane Oyarbide, destacó que en estos años «ha prevalecido el deseo de ofrecer lo mejor para la ciudad» y «ha triunfado la política con mayúsculas».

El exalcalde Juan Karlos Izagirre, ahora portavoz de EH Bildu, le agradeció que «siempre ha actuado desde el respeto a pesar de las diferencias» y le deseó «la mejor de las suertes» en esta nueva etapa de la vida. El popular Borja Corominas, con quien Goia ha protagonizado tensos debates, reconoció su «trabajo, esfuerzo y sacrificio» y se mostró «convencido de que los vecinos seguirán abordándole por la calle». Y Víctor Lasa, de Elkarrekin Podemos, resaltó el «tesón» con el que se ha desempeñado el alcalde y le calificó de «persona seria, profesional e íntegra, algo muy valioso en un gobernante».

Jon Insausti, quien será investido el día 29 como primer edil, le dedicó un bertso de Pedro Mari Otaño y dijo que «nadie puede poner en duda la pasión que sientes por Donostia». Definió al que ha sido su jefe y mentor como un hombre «analítico, claro, desafiante, irónico, maestro, líder y compañero que nos has ayudado a crecer», aunque entre bromas añadió que «no eres muy buen bailarín y no sabes disimular el enfado».

Otro momento emotivo se vivió cuando el propio Goia leyó el mensaje de despedida del concejal del PP Jorge Mota, quien abandonó ayer también la corporación por motivos personales y políticos y no asistió a entregar el acta por encontrarse ingresado. «Me he sentido acogido, escuchado y valorado desde el primer día. Perdonadme si alguna vez no he estado a la altura», dejó escrito el ya exedil popular. Citó en su lista de agradecimientos al propio Goia, a varios concejales de PNV y PSE, a algunos funcionarios del Ayuntamiento y a su compañera de grupo Vanessa Vélez. «Es un orgullo haber formado parte de esta corporación que siempre llevaré en el corazón», remató Mota.

Tras aprobarse la renuncia de ambos por unanimidad, Goia se fundió en un abrazo con su guardia pretoriana en el Pleno -Arzallus, Insausti y la delegada de Movilidad, Olatz Yarza- antes de bajar del estrado y acercarse a su mujer, Leire Caridad, y sus cuatro hijos, a dirigentes del PNV y antiguos miembros de su gobierno. Como instantánea final quedará la imagen de todos los corporativos posando para los fotógrafos.

Ese fue el broche a una jornada que comenzó a las 10 horas con el discurso de Goia en el Pleno de Política General y que dedicó a reivindicar sus diez años de gestión. Puso en valor la «salida al mercado de 4.300 nuevas viviendas» y destacó la «transformación» que para la movilidad sostenible de Donostialdea supondrá la entrada en servicio de la pasante soterrada del Topo, una obra «compleja y larga» cuyas «notables afecciones» han generado malestar y críticas entre la ciudadanía. Pero defendió el proyecto y aseveró que «no dudo de que el esfuerzo habrá merecido la pena».

La apuesta por convertir Donostia en un polo de referencia en innovación y ciencia o la regeneración de la vega del Urumea -con la compra de los cuarteles de Loiola como gran legado y los objetivos no cumplidos en Martutene como «espinita clavada»- fueron otros de los retos estratégicos que mencionó.

Ofreció a los familiares de las víctimas del terrorismo una «disculpa sincera por no haber sabido acompañarles en su dolor» y alertó ante los populismos que vuelven a apoderarse del mundo, cerrando su alocución con una frase que resonó con gravedad: «Seamos capaces de apreciar la suerte que tenemos de ser donostiarras y de hacer frente a lo que viene sin miedo y, sobre todo, con mucha ilusión».

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