Ealentía y unidad son las «armas» que ha reivindicado el feminismo el día en el que su causa encuentra mayor visibilidad en una sociedad en ... parte concienciada pero donde rebrotan actitudes reaccionarias ante la mujer. Así lo ha advertido el Movimiento Feminista de Euskal Herria en la manifestación que ha recorrido el centro de Donostia, desde el túnel del Antiguo hasta el Boulevard. El enemigo ha quedado claramente señalado. «Contra el fascismo», rezaba la pancarta principal. ¿Cómo? con «valentía» y una gran «alianza feminista».
La marcha se ha convertido en una exhibición de fuerza, favorecida por el buen tiempo y la circunstancia de que el 8M cayera en sábado. Miles de personas –con una creciente presencia de hombres acompañando a amigas o familiares– han hecho frente común «ante las diferencias que perduran y la refundación de un sistema cisheteropatriarcal, capitalista, colonial y racista», tal y como ha recogido el comunicado leído al final de la movilización. Ha sido el momento más multitudinario de una jornada exitosa para el feminismo en lo cuantitativo, a la espera de que lo cualitativo se traduzca en conductas individuales y sociales en el tiempo.
Lo que parecía un tímido agrupamiento de cuadrillas y familias en el Antiguo minutos antes de las 12.30 ha estallado en un torrente feminista a la hora en la que estaba convocada la manifestación. Donostiako Asanblada Feminista ha portado la primera pancarta («Faxismoaren kontra ausardia eta aliantza feministak!») y tras ella han desfilado numerosos rótulos y cartelones con proclamas como «somos histéricas, somos históricas», «no sentir rabia es un privilegio», «Gazte feministak Donostia eraiki» o «vivas y libres, berdintasuna».
La cabecera de la marcha había llegado a la altura de La Perla para cuando los últimos manifestantes salían del túnel de El Antiguo y, a partir de ahí, han sido constantes los refuerzos que se han unido al grupo durante el recorrido. Algo más de una hora ha durado la marcha antes de la concentración final que ha deparado una fotografía histórica para la causa. Ha sido la respuesta a dos realidades preocupantes, según los convocantes: «La primera es que las mujeres y los cuerpos disidentes estamos aún más en el punto de mira del enemigo, y la segunda es que la desigualdad está aumentando».
La Casa de las Mujeres de Donostia ha adquirido un papel destacado dentro de la masa con una gran lona que recordaba su trayectoria: «15 urte aliantza feministak sortzen, 15 años de transformación colectiva». «Necesitamos una casa más grande», se leía en las camisetas moradas que vestían. El texto final hacía una mención expresa a su contribución. «Ante el auge de la extrema derecha y del fascismo, es fundamental defender algunos espacios propios que tenemos en la ciudad, como La Casa de las Mujeres».
El ímpetu del movimiento se ha reflejado en cánticos constantes que no dejaban lugar al silencio. Como decían algunas manifestantes, «el 8M no es un día para celebrar, sino para reivindicar y pelear». Lemas como «feminismoa aurrera, matxismoa atzera», «arrazista bada ez da feminista», «erasorik ez erantzunik gabe» o «faxista entzun, pin pan pun» han acompañado al grito predominante: «Gora borroka feminista!».
Apelación a los hombres
No ha faltado algún que otro gesto de desprecio por parte de viandantes –masculinos– soprendidos por el bullicio del evento. Hacia ellos también se han dirigido algunos carteles. «Tu silencio nos está matando», decía uno de ellos. Y el comunicado final incidía en el mensaje. «Cada vez que el movimiento feminista da un paso hacia delante, recibe una ola reaccionaria por parte de quienes ven amenazados sus privilegios». «Si no eres solución, eres el problema», apelaba directamente a la figura del hombre.
Por lo demás, el discurso final ha indagado en tres ejes. El primero, la violencia machista. «Tenemos que terminar con los ataques y la subordinación a la que estamos sometidos las mujeres». El segundo, «la crisis ecosocial» de «un sistema que acaba con la vida». Y el tercero, «las políticas migratorias que perpetúan un sistema racista y colonial». Ante todo ello, ha emergido de la masa el llamamiento a «unir fuerzas para construir un pueblo y una sociedad feministas».
El auge de las fuerzas de extrema derecha y el contexto político internacional, agitado en las últimas semanas por el protagonismo del presidente norteamericano Donald Trump, ha sobrevolado la manifestación. El feminismo ha advertido de que «lo que nos llega desde la derecha no es un movimiento estanco» pero ha añadido que «también en algunos sectores de la izquierda vemos una oposición al feminismo o el auge de discursos racistas».
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