«'I ni ce' Amara significa gracias»
Los malienses que duermen en el suelo del barrio donostiarra agradecen a los vecinos su hospitalidad cocinando un plato típico de su país para repartirlo en una comida comunitaria
Pablo Campano
Domingo, 13 de julio 2025, 16:35
'I ni ce' es la fórmula que se utiliza en bambara, idioma de Mali, para expresar agradecimiento. Pero como los amaratarras no hablan este ... lenguaje, los migrantes que están viviendo en el suelo de su barrio han decidido que para dar las gracias era mejor usar el paladar que la lengua.
Por ello, este domingo se celebró en la plaza de las Cofradías Donostiarras un convite al que todos los vecinos estaban invitados. Foussenou Traoré, uno de los pocos de estos malienses que se sabe comunicar en castellano, asegura que está muy agradecido con el barrio, con Donostia y con Euskadi en general. «Llevamos ya bastante tiempo aquí porque conseguir los papeles es difícil, pero estamos bien gracias al apoyo de los vecinos. Esta es nuestra forma de agradecérselo. Los vecinos ya compartieron su comida con nosotros, y ahora queríamos hacerlo al revés», explica. Este bonito acto de agradecimiento no hubiera podido llevarse a cabo sin la ayuda vecinal. «Nos pusimos en contacto con la asociación de aquí para organizar la comida y nos han ayudado», agradece Traoré.
«No hemos tenido ningún problema con nadie, nos han acogido estupendamente y por eso queremos dar las gracias»
Foussenou Traoré
Maliense
Les han facilitado el dinero para comprar los ingredientes y este domingo a primera hora les abrieron la puertas de Ilunki Kultura Elkartea, en cuya cocina tres jóvenes malienses prepararon suficiente cantidad de maffe para medio centenar de migrantes y todos los vecinos que se acercaron a probarlo.
El maffe es un plato típico de Mali que consiste en un estofado de arroz y verduras con ternera, cordero o, como fue en este caso, pollo al que se le añade una salsa conocida como arachide, elaborada a base de crema de cacahuete. «Sin duda está riquísimo, nunca había probado la mantequilla de cacahuete en algo que no fuera un postre. Les he preguntado qué lleva y los ingredientes son sanos y nutritivos. Lo voy a incluir en mi dieta y espero poder probar más comida maliense pronto», decía Iker Lorenzo, vecino del barrio, aún masticando este manjar que se repartió a mediodía. La mayoría de vecinos, que recibieron una ración acompañada de un vaso de refresco, describieron este plato como «delicioso y sorprendente», debido a la presencia inusual para ellos del sabor a cacahuete en un estofado de arroz con verduras y carne.
«Necesitan ayuda y la agradecen cuando la reciben, son respetuosos. Me ha gustado mucho esta iniciativa»
Carlos Pedrosa
Vecino de Amara
Buena parte de los amaratarras acogió esta iniciativa con los brazos abiertos. «Me gustan las actividades de inclusión a los migrantes como ésta. Están buscándose la vida como cualquier otro. No hacen daño a nadie y son respetuosos», asegura Carlos Pedrosa, residente del barrio. Según Mertxe Mardaras, una de las organizadoras, tanto vecinos como instituciones estaban «todos de acuerdo y encantados de formar parte de una fiesta de comida africana», y añade que «la colecta vecinal ha sido un auténtico éxito. Desde que llegaron ya había un grupo de mujeres que viven en la plaza de las Cofradías Donostiarras que siempre estaban pendientes de que tuvieran suficiente comida. Comenzaron a organizar desayunos para complementar las cenas solidarias que se hacen por las noches en Ferrerías».
Todos coinciden en que las circunstancias en la que se encuentran estos migrantes procedentes de África Occidental «no son agradable para ellos ni para nadie». Mardaras cuenta que «tenerlos delante de casa en estas condiciones es algo tremendo. Como otros migrantes se asientan en los montes o ríos, normalmente no nos damos cuenta de las situaciones en las que se ven esta pobre gente. Llevamos mucho tiempo de esta manera y, lo siento, pero no es normal estar así. Hay que hacer algo rápido para solucionarlo y que puedan vivir en unas condiciones decentes mientras esperan a que respondan a su solicitud de asilo».
«No es de recibo que tengan que estar tirados en la calle y en condiciones de falta de higiene durante meses»
María del Carmen Martínez
Vecina de Amara
Aunque algunos vecinos describen la situación como «insostenible», Amaia Cilveti, que lleva desde febrero viéndolos por su ventana y cada vez que baja a la calle, relata mientras hace la cola para recibir su plato de 'maffe' que «se pasan los días sentados en los bancos sin hacer ningún ruido. Nunca hemos tenido ni un solo problema con ellos en todos estos meses. A veces hemos tenido que aguantar malos olores porque una plaza no es un lugar apropiado para que vivan más de 50 personas, pero hasta ahí. La verdad es que no nos incomodan, pero esas no son condiciones en las que vivir».
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Justo detrás de ella en la cola va Nerea Alviso, que agrega que «no pueden estar en las condiciones que están. Creo que aquí en Donostia hay medios para que tengan lo mínimo. Por lo menos deberían tener un sitio adecuado para comer, dormir, hacer sus necesidades y ducharse». Al igual que Alviso, otra amaratarra, María del Carmen Martínez, insta «a quien le corresponda que habiliten un lugar donde puedan dejar sus pertenencias, asearse y pasar la noche». Como a la gran mayoría de vecinos, a Martínez le preocupa esta situación que se perpetúa: «Son muy buena gente y no se meten con nadie. No es de recibo que tengan que estar así meses, tirados en la calle. Es insalubre para ellos y para los vecinos».
El lunes, día clave para obtener cita e iniciar el papeleo
Tras la fiesta gastronómica de agradecimiento a los vecinos de Amara Berri, los migrantes de Mali que viven en la calle encaran otro lunes de nervios. Se trata de una jornada clave para acceder al sistema de asilo y protección social, que arranca con una primera cita para acudir a dependencias de la Policía Nacional y solicitar la documentación a cumplimentar. En Gipuzkoa, la cita se obtiene por teléfono. Según fuentes conocedoras del caso, la apertura telefónica suele darse los lunes durante unas dos horas, en las que se dan todas las citas. Si no se obtiene una, hay que esperar una semana para volver a intentarlo. Se desconoce el número concreto de citas que se dan cada lunalges pero unas fuentes señalan que oscilan entre las doce y una veintena, «no son 50 ni 100».
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