Dos modelos de club y dos clubes modelo

El triunfo hondarribiarra se intuyó en cuanto se vio que la tripulación cogía su remada y se gustaba por la calle uno. Cuando los de Mikel Orbañanos alcanzan esa versión, son muy difíciles de batir y más con la tranquilidad de los ocho segundos del primer domingo. ¿Cómo se los quitas?

La tanda de honor masculina no tuvo demasiada historia –aunque Orio estuvo mejor y a punto estuvo de arrebatar el tercer puesto a Santurtzi–, lo que me llevó a pensar más allá de lo que veía en el agua, donde se estaban enfrentando dos modelos diferentes de club. Ni mejor, ni peor, porque ambos son válidos para ser competitivos en la élite.

Por un lado, el club que trabaja la cantera, que tiene una trainera B de la que nutrirse en el futuro y que curte a sus jóvenes remeros en el banco móvil, como es el caso de Hondarribia y Orio y, en general, la filosofía de trabajo que predomina en Gipuzkoa.

Y por otro, los que optan por el camino de los fichajes y ha permitido a Zierbena y Santurtzi llegar a lo más alto en un plazo relativamente corto. El peligro de estas apuestas –repito, totalmente lícitas– es que llegue una época de vacas flacas, algo con lo que vamos a tener que convivir un tiempo tras estos meses en los que tantas empresas se han visto abocadas a los ERTE y en los que las pérdidas son demasiado habituales.

El triunfo de Hondarribia y Orio fue el triunfo de dos clubes modelo. A la mayoría de los remeros hondarribiarras los he conocido hace no tanto en su segunda trainera. Se les dio una oportunidad en el primer equipo, y casi todos llevan ya dos o tres Conchas, fruto del trabajo y la paciencia como la que tuvieron en julio para seguir creyendo.