El Sanse perdona y acaba pidiendo la hora

El choque arrancó con un filial realista mandón y con ganas de ser protagonista, frente a un contrincante que vivía cómodo esperando agazapado en su propio campo. Así llegó la primera oportunidad clara de los blanquiazules. Lobete se aprovechó en el minuto 9 de un gran pase en profundidad de Roberto López y estuvo a punto de sorprender a Mario, el meta visitante, pero su disparo se marchó muy cerca del larguero.

Las ocasiones en el área de Unionistas empezaron a caer una detrás de otra. Navarro, muy activo pero con poco tino, estuvo muy cerca de romper la igualada en dos ocasiones, primero en el minuto 12 y luego en el 18. En la primera hizo una gran pared con Lobete en el borde del área pero su posterior remate se marchó desviado, y en la segunda, tras recibir un precioso servicio de Roberto López, se lió y eligió la peor opción, mandando el balón fuera.

El cuadro salmantino se desperezó y lo intentó con un disparo envenenado que pasó muy cerca del poste derecho de la portería de Gaizka Ayesa, que debutaba como titular jugando de local rayando a buen nivel. En los últimos minutos del primer acto, Zubimendi, desde la media luna y con la zurda, y Arambarri, tras un barullo en el área pequeña, amenazaron con deshacer el empate, pero faltaba acierto. Así se llegó al descanso, en medio de un gran diluvio.

El paso por vestuarios no varió el ritmo del encuentro. Roberto López probó fortuna en el minuto 50 con un tiro raso desde la frontal que se marchó, ajustado, muy cerca del poste izquierdo. El cuadro castellano se animó -gracias en parte a los 150 aficionados que se desplazaron a Zubieta- y metió el miedo en el cuerpo de los seguidores realistas con una falta lateral que sembró el caos en el área local.

El duelo se rompió y aparecieron los espacios a partir del minuto 60. Thior, con un golpeo que se estrelló en el lateral de la red, y Lobete, al que le sacaron su tiro con una barrida milagrosa, volvieron a evidenciar que quien más merecía el gol era el Sanse. Pero no había manera de que el balón besase las mallas.

El visitante Iván Garrido casi mete el gol de la jornada en el minuto 68, con un golpeo violento desde el vértice derecho del área de Ayesa que pasó a escasos centímetros de la escuadra. De nuevo el guardameta de Ansoain tuvo trabajo pocos minutos después, cuando se vio obligado a rechazar con las dos manos otro disparo seco de Garrido.

La polémica del encuentro llegó en el minuto 76 con la expulsión de Ander Gorostidi por doble amarilla, tras interpretar el árbitro que se había tirado dentro del área. El capitán realista, que no daba crédito ante la decisión, se marchó del verde cojeando y atendido por los médicos. Antes del pitido final Romero y Matthieu perdonaron dos ocasiones clarísimas. El filial realista ya no estaba para muchos trotes y se conformó con el empate.