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Un equipo de Champions
La Real merece ganar por juego y ocasiones al subcampeón de Europa pero se ve empatada en un rechace cuando ya le faltaba gasolina
Cómo ha crecido este equipo que empata ante el subcampeón de la Champions después de hacer un partidazo y la gente sale cabizbaja. Es la ... mejor señal de que no ha venido a repartir caramelos a Europa y que va a competir a cara de perro con cualquiera. Y el todopoderoso Inter es el primero que lo ha sufrido en sus carnes. La Real no le ganó porque le faltó puntería para acertar en los cabezazos de Le Normand y Oyarzabal y porque la madera le devolvió los remates de Barrenetxea y Merino. Al rival, a la italiana, le bastó con medio remate para sacar un empate que no mereció.
La decepción por los dos puntos perdidos no puede ocultar el orgullo por comprobar que la Real está preparada para competir en la Champions. Palabras mayores. Sus jugadores no son menos que nadie y Zubimendi, Merino y Brais se merendaron a uno de los mejores centros del campo del torneo. Ahí queda eso.
Sin embargo, tampoco se puede esconder que ahora mismo faltan relevos en condiciones para mantener la intensidad de los titulares cuando el rival aprieta. No es casualidad que se haya adelantado en cuatro partidos y no haya ganado ninguno. Sadiq está muy verde, Cho no rascó bola en media hora y a Odriozola le falta ritmo aunque no lo hiciera tan mal. Pero no es Kubo, claro. El caso es que a partir del minuto 75 el equipo se descosió fruto del esfuerzo anterior y tampoco fue porque Imanol hiciera mal los cambios. Sino porque lo que había en el banquillo no mejoraba lo que estaba sobre el césped. La Champions te enseña cualquier debilidad y esa es una que la Real no puede ocultar ahora mismo. Aunque sea una apisonadora durante muchos minutos.
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Como en Atotxa en el 79. Contagiada por el ambiente mágico que se respiró en Anoeta desde la previa, la Real salió con el cuchillo entre los dientes como si tuviera que remontar aquella eliminatoria de 1979 después de la ofensa de San Siro. Esta vez no había burros pintados de txuri-urdin en la grada pero el mosaico mientras sonó el himno puso a los jugadores los pelos de punta. Imbuidos por ese espíritu salieron a comerse el campo y pillaron al Inter de por medio.
Zubimendi, Merino y Brais se comieron a Asllani, Mkhitaryan y Barella y la Real impuso su estilo de juego
Para cuando marcó el gol en el minuto cuatro ya había tenido dos oportunidades muy claras. Un centro desde la izquierda de un Barrenetxea que se colaba por todos los huecos como una lagartija lo cabeceó Brais para que Sommer se luciese. Después Merino lanzó a Tierney para que éste dejase atrás a Barrenetxea, quien tras fijar al defensor se colocó la pelota en la zurda y la rompió al palo. La nave nerazzurra naufragaba en la tormenta blanquiazul.
Imanol ha convencido a los suyos de jugar siempre con personalidad sin importarle el rival. Si en el Bernabéu pasó por encima del Real Madrid, aquí no iba a ir a la zaga. La presión adelantada dio sus frutos después de que Oyarzabal corriese detrás de un balón imposible sobre Bastoni, quien al verse acosado por Brais cometió el error que dejó al gallego ante Sommer. Al de Mos no le tembló el pulso para alojarla a la red colocadita al palo. Anoeta se vino abajo.
Una Real muy superior. El primer acto solo tuvo un equipo sobre el campo. Y no por demérito del rival sino porque el guipuzcoano lo borró del campo. En salida de balón la Real se colocó de tres con Tierney por la izquierda junto a Zubeldia y Le Normand metiendo a Traoré como doble pivote con Zubimendi. Por delante Brais y Merino formaban un cuadrado con los dos anteriores, con Kubo y Barrenetxea abriendo el campo y Oyarzabal fijando. Inzaghi no acertó a ordenar los movimientos de los suyos y las ocasiones se sucedían ante Sommer, quien tuvo que sacar una buena mano ante Kubo. Tierney, tras adelantarse a Barella, también dispuso de un disparo franco, pero la más clara estuvo en la testa de Le Normand quien, con todo a favor, no acertó a colar dentro el fantástico centro desde la derecha de Kubo.
El fútbol sin balón de la Real fue clave para mantener a las estrellas interistas lejos de Remiro. Aunque los carrileros Dumfries y Carlos intentaron fijar a la zaga txuri-urdin adelantándose junto a Lautaro y Arnautovic, la defensa no picó y aguantó el envite porque tenía superioridad en el centro del campo y el Inter no podía progresar. La afición disfrutaba tanto que despidió a los suyos con gritos de 'Real, Real' al irse a los vestuarios, algo solo reservado a días muy especiales.
Barrenetxea y Merino estrellaron dos balones en los palos y Oyarzabal y Le Normand también rozaron el gol de cabeza
Si perdonas, lo pagas. La segunda parte mantuvo el guion de la primera. Mientras le durara la gasolina no se iba a echar atrás porque lo que mejor sabe es ir a por el contrario. Sommer estuvo espléndido para desviar un libre directo de Brais. El meta suizo salvó después de milagro el cabezazo de Oyarzabal en un córner tras peinada de Merino. Los minutos corrían y nada cambiaba. Si acaso que Barella estuvo cerca de ser expulsado de no mediar al VAR. Todo lo que sucedía en el campo reflejaba la superioridad blanquiazul.
Inzaghi quemó sus naves con Dimarco, Thuram, Frattesi y Álexis pero Merino cabeceó al larguero en otro saque de esquina. En el último cuarto de hora a la Real le faltó gasolina y los que entraron no estuvieron a la altura de los que salieron. La consecuencia fue que perdió la posición en el campo y acabó empatada. El gol anulado a Thuram fue un aviso a navegantes y el tanto definitivo de Lautaro confirmó que no sabe defender tan metida en el área. Recordó mucho al tanto del Celta. Solo que esta vez se trató de un empate lleno de orgullo.
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