Un pasticcere trostkista
Como un Gregory Peck de la Lusitania sin Audrey Hepburn, Mourinho guía la Vespa giallorossa con su sonrisa irónica, romana
Cuando la Roma fichó a Mourinho, en una pared del barrio de Testaccio apareció un grafiti del entrenador portugués con una bufanda giallorossa y conduciendo ... una Vespa. Un estampa romana, un Gregory Peck de la Lusitania, pero sin Audrey Hepburn. En Testaccio nació la Roma y tuvo su primer estadio. El quartiere sigue siendo un reducto romanista y no es extraño que el mural se pintase allí, donde también se pueden ver retratos de otros héroes giallorossi del pasado y del presente.
La afición realista se va a encontrar un club de una dimensión inesperada. La Roma es mucha Roma en Roma. Es una institución con un arraigo enorme y un seguimiento multitudinario. Fuera de Roma no será gran cosa, pero quién necesita lo de fuera cuando vive en Roma.
La imagen de Mourinho en Vespa resume bien lo que se va a encontrar la Real. Un equipo, una ciudad que engaña. Lo importante no es la moto, es el gesto irónico con que la lleva el portugués. Eso es Roma. El partido de este jueves se disputará en el terreno del cinismo, que en el idioma italiano –y singularmente en la jerga futbolera– no significa exactamente lo mismo que en castellano. Y el diablo está en los matices. Vendría a ser una burlona indiferencia hacia los ideales o las convenciones, alguien que no se sonroja por nada, descarado.
Si Gregory Peck enseñó la Roma imprescindible, otro tipo en Vespa mostró la del romanismo. Sobre una 125 GTR de 1975 –hoy expuesta en el museo del cine en Turín–, Nani Moretti se dio un paseo por los barrios de la Ciudad Eterna en 1993. Pasó por Garbatella –donde hay un mural enorme del gran Alberto Sordi, romanista y apóstol máximo del dialecto romano junto a Anna Magnani y Francesco Totti–, por Casal Palocco, Tufello o Spinaceto. Llegó hasta Ostia a ver la estatua de Pasolini, cronista de Roma y tifoso del Bolonia.
Roma está a la vista y está oculta. Por eso a Moretti le gustaba mirar las casas y «a veces quiero también ver cómo son por dentro. Y entonces llamo al timbre y digo que estoy preparando una película. El dueño de la casa me pregunta: '¿De qué va la película?'. Y yo no sé qué decir. '¿Esta película? Cuenta la historia de un pastelero, trotskista... Un pastelero trotskista en la Italia de los 50. Es un musical. Un musical'».
La película es un cruce de costumbrismo y momentos oníricos, como la figura de Mourinho en la mente del romanista, una mezcla de fútbol antiguo como las termas de Caracalla y una imaginación creativa echada a volar que no solo no se contradicen sino que llevan a conquistar un título, la Conference League del año pasado.
Roma no es lo que parece y Moretti, tifoso giallorosso, jugó en el Lazio de waterpolo. Fue internacional en categorías inferiores. Jugaban en las piscinas del Foro Itálico, en las mismas instalaciones en las que se levanta el estadio olímpico, donde la Real jugará este jueves. Moretti se mostró extrañado una vez cuando le dijeron que era un gran romanista. ¿Grande? Romanista se es o no se es». Y basta.
En un viaje de dos días a la ciudad eterna, nadie va a Testaccio o Garbatella. Pero allí se come bien, se conduce mal, se habla de la Roma en dialecto, quizá quede algún pasticcere trostkista, se puede criticar al Gobierno y siempre habrá alguien dispuesto a explicar al extranjero cómo se llega desde allí al estadio. Ojo con las indicaciones, porque en Roma el camino más corto entre dos puntos no es la línea recta, es el arabesco.
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