Un panfleto incendiario
La Real está abocada a la mayor locura imaginable: plantarle a Mourinho un catenaccio inflexible
Esto no es una columna, ni siquiera un manifiesto tremendista. Es un panfleto incendiario. Si Arquímedes dijo dadme un punto de apoyo y moveré el ... mundo, Imanol dice dadme gasolina y arderá Roma, Nerón va a parecer el santo patrón de los bomberos a mi lado.
La eliminatoria se dirimirá en el territorio del lenguaje, de la poesía. Se puede afrontar desde el punto de vista material o espiritual. No hay mucha elección, porque tras el 2-0 de la ida la Roma se ha adueñado del argumento. Cabeza fría y cálculo. La Real está abocada, por tanto, a la iluminación, a abandonarse en manos de la intuición, a la cabeza caliente. A hacer la mayor locura imaginable: plantarle a Mourinho un catenaccio inflexible. Frente a una Roma esperando a un rival irreflexivo volcado para sentenciarle con un contraataque, no encajar, única premisa irrenunciable esta noche. Todo lo demás se puede discutir, un gol de la Roma sería categórico.
Geometría, juego colectivo organizado y, de improviso, un grito de fuego contenido que estalla e incendia la noche. El balón corre y detrás van las piernas y la Real interrumpe la prosa e inventa dos versos fulgurantes, como hacía Sandro Mazzola, que asistió atónito a cómo su Inter casi se derrumba en Atocha en el famoso partido de 1979 en un clima de ruido y furia shakesperiano que hoy tratará de igualar Anoeta. El hijo del gran Valentino Mazzola –muerto en la tragedia de Superga– se acababa de retirar del fútbol y contempló aquella eliminatoria como directivo interista. Aún se atusa los cuellos de la camisa nervioso cuando le recuerdan el episodio.
Esta noche, todo lo demás se puede discutir, un gol de la Roma sería categórico
A la Roma le acaba de meter cuatro el Sassuolo, pero el 3-4 a favor del equipo de la factoría de Mapei no valdría esta noche. Mejor llamar a Davide Ballardini, el entrenador del Cremonese, que le ha ganado dos veces en lo que va de año. El Cremonese se fundó en la trattoria La Varesina y su primer presidente fue el sastre Emilio Faia, pero esos prometedores inicios no tuvieron continuidad. Su primer gol lo marcó Guido Costa hace 110 años y desde entonces no ha marcado muchos más, pero han batido dos veces seguidas a un equipo que contra la Real en el Olímpico pareció impermeable.
No fue el triunfo de la desesperación, del pobre que no tiene nada que perder y se la juega a la tremenda. Ganó la paciencia de un violín Stradivarius, emblema de la ciudad. Se dice que su sonido único se debe a que Antonio Stradivari los construyó con un árbol caído en el río y que la madera adquirió la vibración de la corriente. Otros aseguran que en el siglo XVII hizo mucho frío, casi una glaciación, lo que provocó el crecimiento lento de los árboles. Los anillos del tronco están más cerca unos de otros y eso modifica el sonido del violín y le da su magia. Fuera lo que fuera, siglos y sabiduría frente al contraataque.
Cuando la Real se adueñe del relato del partido de esta noche, cuando Mourinho esté tocando la lira en el balcón de su palacio celebrando la victoria, tres versos de Blanca Varela:
báilala
estréllala
reviéntala
Tres versos, tres goles y un incendio en Anoeta mayor que el de Nerón en Roma en el año 64. 'Donde todo termina abre las alas', se titula el poemario de la peruana. Abre las alas, Real.
¿Qué otra religión cabe sino esta?
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