Mikel Oyarzabal, esto no se le hace a la cuadrilla
Oyarzabal volvió a marcar dos meses después pero no lo celebró por respeto al club donde empezó a jugar y del que es socio
No se puede contentar a toda la gente a la vez. Olentzero llegará en 24 días. Ese sí que puede poner una sonrisa a ... todo el mundo. Mikel Oyarzabal no es Olentzero. Por eso ayer su satisfacción no la pudo trasladar a sus amigos. Su alegría no casó con su cuadrilla que, por motivos obvios, iban con el Eibar. Gorka, Jon, Julen o Ander estarán contentos porque Mikel marcó. Cada vez que 'moja' el colega, es motivo de alegría para la cuadrilla, pero el de ayer era un gol que iba a satisfacer a unos y a otros no. Habrá tiempo de fumar la pipa de la paz.
Oyarzabal marcó el gol de la tranquilidad en el minuto 47. Buen momento para marcar, sí señor. Sobre ese tanto se cimentó el triunfo en el derbi ante la escuadra armera aunque en la primera parte, la Real fue bastante mejor que su rival y solo por una pérdida de balón en una zona peligrosa el partido se estrechó. En el fútbol no hay parciales. Eso se deja para otros deportes, pero en la segunda mitad los txuri urdines endosaron un 3-0 a su enemigo. En 45 minutos. Fiel dato para explicar el claro y diáfano triunfo local.
60 días de sequía
Oyarzabal volvió a sonreír. Metió el gol que más le puede doler. Porque fue al equipo de su ciudad natal. Donde empezó a dar las primeras patadas a un balón, de donde es socio y a donde acude cada vez que puede a presenciar un partido con sus amigos. Y por ello no lo celebró.
Fue paciente. Esperó a que le llegara el balón en el balcón del área. Un poco inclinado para tener la tensión suficiente pero sin distraerse para no caer en fuera de juego porque el Eibar trazaba la línea en el borde del área grande. El balón le llegó rechazado, esperó a que botara y empaló con su 47 de pie cruzando el cuero donde Dmitrovic no podía llegar. Y se dio la vuelta. Y se acordó de sus amigos. Felices y tristes. Se hablará del gol en el local, pero con un poco más de amargura porque fue contra el Eibar. Donde todo empezó. Los compañeros se tiraron a por él. Solo un leve gesto cuando el equipo eibarrés se disponía a sacar de centro. Nada más.
El capitán ya había avisado en la primera mitad pero su tanto fue anulado por un fuera de juego previo de Portu. Por cierto, definió con una calidad maravillosa con la pierna mala. Bueno, decir mala, sería un eufemismo. El '10' volvió a marcar justo dos meses después. Su última diana con la elástica blanquiazul fue el 29 de septiembre en la derrota ante el Sevilla. El de ayer fue su tercer gol en el Reale Arena donde solo había celebrado dos 'txitxarros', los que marcó al Alavés en el que es considerado como uno de los mejores partidos que ha disputado la Real en este año.
El capitán realista dejó el terreno de juego en el 78 de partido entre aplausos. De realistas y de eibarreses. El respeto hacia el '10' mutuo. Dio el brazalete a Zaldua y chocó las manos con Barrenetxea. Los whatsapp de la cuadrilla le esperaban en el vestuario.
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