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Siete años han pasado desde que nos dejó, y de puertas para afuera sigue pareciendo la misma persona. Irreverente, irracional, emocional, visceral, caliente, irregular, anárquico. ... Haris Seferovic (Sursee, Suiza, 1992) sacó una sonrisa ayer a más de un aficionado de la Real Sociedad, club en el que pasó con más pena que gloria en la temporada 13/14. El atacante de origen balcánico y que juega para Suiza pasó a la historia de la Eurocopa con una actuación antológica, clavando dos golazos de cabeza a toda una bicampeona del Mundo y de Europa como Francia. Para más inri, el conjunto helvético avanzó a cuartos de final en un partido memorable, protagonizando el bombazo del torneo.
El nombre del exdelantero txuri-urdin fue 'trending topic' durante varias horas. El mundo del fútbol estaba asombrado con el ímprobo trabajo que habían hecho sus compañeros y él para llevar a la selección de Suiza, por primera vez en su historia, a los cuartos de final de una Eurocopa. A la afición francesa, muda por el disgusto al final del choque que se disputó en el Nacional de Bucarest, le sonaba la cara del '9' del equipo alpino. En especial a los aficionados del Olympique de Lyon. Esa zurda...
Y es que la de ayer no fue la primera ocasión en la que Seferovic saltaba a primera plana por marcar a un conjunto francés en una cita de enjundia. Lo hizo hace ocho años, y defendiendo el escudo de la Real Sociedad en el estadio de Gerland en Lyon, en una eliminatoria previa de Champions League. Fue un 20 de agosto de 2013, día en el que el equipo blanquiazul (vestía de negro) derrotó al Olympique por 0-2, con dos goles que fueron dos obras de arte. El primero, una tijereta preciosa de Antoine Griezmann, y el segundo, un misil lejano de Seferovic que entró de forma violenta en la portería defendida por Lopes.
El delirio entre los miles de seguidores realistas que hicieron un viaje de más de 800 kilómetros para ver a su equipo fue inolvidable. Una tarde mágica para la historia dorada del club. Pero después de eso... la nada. O lo que es peor, dio muchos más problemas que soluciones. A un pobre rendimiento en el campo se le unió una vida personal desordenada y poco adecuada para la práctica profesional del deporte de élite. Todo ello derivó en una venta en verano hacia la Bundesliga. Agirretxe le había comido la tostada.
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El jugador que maravilló al mundo entero en el Mundial sub-17 de 2009 (en el que se coronó campeón y pichichi) fracasó de forma estrepitosa en su breve aventura en Gipuzkoa. Nunca se adaptó ni al estilo de vida del territorio, ni al club, ni al vestuario. Lejos de Anoeta las cosas le han ido algo mejor en estos últimos años, en especial desde que decidió dar el salto a la liga portuguesa para jugar en el Benfica, a donde llegó en verano de 2017. Con el club luso volvió a relanzar su carrera, de hecho en la campaña 18/19 fue el máximo realizador de la Primeira Liga (25 goles) y salió campeón con su equipo. Esta pasada temporada, sin ir más lejos, ha marcado 22 tantos.
El viernes, contra España, un nuevo capítulo de su pintoresca carrera deportiva.
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