Viento a favor
Es ahora cuando Imanol debe aprovechar para ajustar, mejorar e innovar los mecanismos y los sistemas
De sobra es sabido que, cuando un equipo coge una buena racha, todo tiende a salirle bien. Es un hecho. La cuestión es que, a ... la hora de analizarlo, como casi siempre, lo que en realidad es una verdad comprobable fehacientemente, resulta que se explica con un par de tópicos, y santas pascuas. Lo cierto es que no solemos ni acercarnos a un estudio medianamente riguroso del porqué ocurre esto.
Tampoco pretendo hacerlo en profundidad en esta columna, pero permítanme al menos apuntar que el estado emocional de aquellos que han sufrido la dureza de los malos resultados y han sido capaces de dar un paso al frente asumiendo su responsabilidad y han conseguido dar la vuelta a la situación, es normal que se dispare en positivo y haga que estos ahora 'vuelen' y lleguen a cada anticipación, a cada balón a la espalda, a cada disputa y a cada posición exacta de remate, gracias a ese plus que les aporta ese turbo emocional. Es, en parte, gracias a esa energía acumulada en los momentos más duros, que, ahora, cuando salta la chispa, los protagonistas disponen de la potencia que les da ese empujón para llegar a cada situación con un palmo de ventaja.
Hay otro concepto, el swing, que, como describe estupendamente Daniel James Brown en su libro 'Remando como un solo hombre', es ese momento en el que (por supuesto tras muchas horas de estudio, trabajo, entrenamiento y compenetración) de repente, como por arte de magia, todo desaparece (ya no hace falta pensar en nada de todo eso que te ha llevado hasta ese instante) y el juego tan solo fluye de forma natural como pudiera suceder con el vuelo de un pájaro o el transcurrir de un río. En fútbol, esos momentos son esos en los que los jugadores no necesitan pensar y simplemente enlazan pases, desmarques, combinaciones a un toque y todo tipo de acciones inconscientemente, de manera autónoma, dando así además la sensación de que pudiera ser fácil.
Lo cierto es que ese estado de hechizo en el que aparece ese swing, incluso a los mejores y mejor engrasados equipos del mundo, tan solo se les aparece por fases, por lo que el resto del tiempo hay que buscarlo y esperarlo a base de cumplir las tareas de manera ordinaria, es decir, concentrados en todo lo que se supone que hay que hacer. Pero cuando se presenta ese estado de swing, lo cierto es que es una delicia ver (y sentir) cómo todo fluye sin necesidad de estar pensando en ello.
Así pues, ese plus emocional en forma de turbo que llevan los jugadores al estar en una buena racha, más la aparición por momentos de ese swing que hace que todo salga de manera natural, llevan a la Real a estar viviendo uno de los mejores momentos competitivamente hablando de la temporada.
Pero ¡ojo! Mientras esperamos a que se presenten esas fases de swing, no podemos olvidarnos de cumplir con los principios en los que cimentemos el juego de nuestro equipo. Y otra de las grandes verdades que no podemos olvidar, es que hay que aprovechar los buenos momentos para mejorar lo que sea necesario. Es ahora, con viento a favor, cuando Imanol debe aprovechar para ajustar, mejorar e innovar los mecanismos y los sistemas que más adelante podamos necesitar. El tejado se arregla cuando sale el sol.
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