Ciclos y procesos
Intentar ganar cada domingo y tener al mismo tiempo una mirada a medio plazo, es entender en qué consiste ser de la Real
Mucho se habla de si en el fútbol profesional se da la posibilidad de construir un proyecto, o el único proyecto que tiene cabida en ... la élite es ganar el próximo partido. Y lo cierto es que, una vez más, al enfrentar a modo de dicotomía dos verdades, lo que seguro que se consigue es tener debate para rato.
Que en el fútbol de élite hay que ganar siempre es una verdad como un templo. De hecho, no existe mayor destructor de proyectos que la falta de resultados. Pero les llamemos proyectos o no, otra realidad inmutable –pese a las urgencias del espectador– es que toda creación requiere de un inicio, un desarrollo, una evolución y una consolidación, además de que a buen seguro contará con un cénit y, lamentablemente, también un declive. Para evitar la demagogia alrededor de la palabra proyecto, llamémosle ciclo. Además, también por definición, tengamos claro que cualquier ciclo de envergadura siempre va a estar compuesto de diferentes procesos.
Totalmente al margen de que se entienda, de lo que nos parezca a cada uno, o de las exigencias contextuales que cada club pueda tener, lo cierto es que los ciclos de los equipos y todos los procesos de los que se componen necesitan su tiempo para nacer, desarrollarse, crecer, dar lo mejor de sí y decrecer (o ser renovados). Y esta cronología, podrá ser más rápida o más lenta según los diferentes factores que intervengan en ella, pero se produce independientemente a las prisas o necesidades que nosotros tengamos.
Entender esto –sin que sirva de coartada para poder no ganar– nos da la posibilidad, no ya solo de entender, sino también de disfrutar del proceso de renovación de un ciclo como el que está acometiendo la Real Sociedad. Poder situarnos en la posición de testigos de la detección del final de un ciclo y de la renovación de este, tratando de hacerlo sin caer en exceso en los niveles de rendimiento competitivo durante ese tránsito, es un extraordinario lujo al alcance de quienes entiendan de verdad la dificultad y la maravilla que supone ser seguidor de un club como la Real.
En este sentido, el equipo debe competir cada partido de la temporada con la máxima ambición y como si no hubiese nada más allá, pero tanto la cúpula deportiva del club, como cualquier aficionado o seguidor del equipo, deben saber compaginar esta exigencia con una expectativa moderada en la que quepan los lógicos contratiempos en los procesos del inicio de un nuevo ciclo. Intentar ganar cada domingo y tener al mismo tiempo una mirada a medio plazo, es posible. Es precisamente entender en qué consiste ser de la Real.
Y mientras el equipo compite partido a partido y trata de hacer un buen papel en Europa; sueña con hacer una buena Copa; y trabaja para recuperar terreno en Liga y ser merecedor de una nueva clasificación europea, lo que los dueños de la Real deberíamos pedir, querer o incluso provocar es la renovación y el blindaje del presidente, del director de fútbol y del entrenador para la próxima década, precisamente como garantía de esa estabilidad que permita, no solo periodos de éxito como los últimamente vividos, sino también estos periodos de transformación entre ciclos que aseguren las transiciones entre estos, sin tener que destrozarlo todo para volver a empezar a construir desde cero, como si fuésemos un club de fútbol profesional cualquiera.
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