Feo, fuerte y formal

La Real jugó como le cantó Loquillo a John Wayne: 'Feo, fuerte y formal'. La Real jugó feo, porque en su ADN está tener el balón y someter al rival. Fue fuerte, porque aguantó las acometidas durante 93 minutos. Y estuvo formal porque cumplió lo que se le pedía. El rey de los 'westerns' debía de ser un tipo un tanto arisco pero de una popularidad enorme. Puede que el partido de la Real se pareciera al protagonista de 'La Diligencia' y 'Río Bravo' entre otros.

Se aprendió la lección. Posiblemente si no se hubiera jugado ante el Manchester, la Real hubiese salido con más alegría a jugar. A hacerlo de tú a tú. Como le gusta y como hemos visto jugar a este equipo. Quizá en Anoeta, con 40.000 gargantas rugiendo, sí se puede salir a meter a un enemigo de la entidad del Madrid en su campo. No olvidemos que los de Zidane luchaban ayer por la Liga. Sin embargo el guión era otro. La noche de Turín dejó bastantes pistas que Imanol parece haber recibido. La Real se tuvo que emplear a fondo en defensa y tuvo pocas opciones de sorprender a Courtois. Era lo que demandaba el partido.

La Real prefirió esperar y salir a la contra. Para hacerlo bien ante los equipos grandes y poderosos físicamente como el Madrid hay dos premisas: velocidad y precisión. En la primera mitad lo que los merengues trataban de hacer con muchos toques y posesión, la Real lo quería hacer en tres pases y a mil por ahora. Eso es muy difícil, aunque tuvo opciones en los primeros 45 minutos. La Real aprendió a no subestimar a un rival superior, a pesar de las bajas que tenía. Y se armó los más posible para salvaguardar a Remiro de un bombardeo constante.

En la segunda parte fue mejor y aprovechó quince minutos excelsos que concluyeron con el tanto de Portu. Como se suele decir, en el minuto 54 la Real tenía el partido donde quería y faltaba lo más difícil que era aguantar el resultado como fuera. Nada sencillo, con el rival que había enfrente y con la paliza que se había pegado a correr.

A John Wayne se le conocía como The Duke (El Duque), en un partido donde faltó el Conde (así le deben llamar a Mikel Merino y si me equivoco, disculpen) y donde Imanol pasó de ser Alguacil a Mariscal. El oriotarra le ha ganado en un par de ocasiones al Madrid a domicilio y a punto estuvo de hacerlo ayer por tercera vez. Mereció entrar en la historia, si la Real llega a conseguir los tres puntos. Seguro que lo hubiera hecho de la mano de Alexander Isak, quien frenó en seis las jornadas consecutivas marcando. No está nada mal aunque ese pase de Oyarzabal cuyo control se le va un poco largo hizo levantar a toda la hinchada blanquiazul. A más de uno se le cayó la bebida en esa acción. Seguro.

Aunque bien es cierto que en los cambios finales sorprendió que Barrenetxea acabara de lateral derecho y Aihen de interior por la misma banda. La que tuvo el navarro si llega a estar otro jugador, quizás ahora estaríamos hablando de una enorme victoria.