Salamanca, ¿te acuerdas?
La Real y el Barça volverán a medirse cuatro años después de la final de la Supercopa jugada en el Helmántico
«Algún día habrá revancha». Ese era el título de la crónica de este periódico después de la final de la Supercopa que enfrentó a ... la Real y al Barcelona el 10 de febrero de 2020 en el Helmántico de Salamanca. Era optimista, mucho, porque la Real perdió 1-10. Sí, ese fue el resultado. Al descanso el partido estaba sentenciado porque la Real caía por 6-0. Manu Lareo fue la autora del único gol de la Real.
Esa revancha va a llegar cuatro años después cuando esta noche el Barcelona certifique ante el Athletic su pase a la final de Copa. Otra vez la Real y el Barcelona, frente a frente. Dos de los grandes. Y otra vez, igual que entonces, un único favorito porque el Barcelona juega en otra liga. Será el 18 de mayo en una sede todavía por designar. Así (de mal) estamos y así (de despacio) queremos hacer crecer el fútbol femenino. Quiero creer que la Federación Española optará por una ciudad que quede a medio camino entre Barcelona y San Sebastián porque llevarla lejos sería un error.
Entonces como ahora, los precedentes tampoco invitaban al optimismo antes de la final en Salamanca. El Barcelona solo había perdido un partido en Liga –se presentó con 16 victorias y dos empates–, solo había encajado seis goles y marcado 68. Funcionaba como una máquina. Hoy más o menos lo mismo: el Barcelona solo ha cedido un empate en 19 jornadas de Liga y se le caen los goles: 4,2 por partido.
Cuando parecía que no tenía nada que llevarse a la boca, esta Real nos ha dado una nueva lecciónVer las gradas de Anoeta llenas de 'camisetas talla S' es mucho mejor que cualquier título
Es evidente que a la Real le va a tocar sufrir en esa final. O no. Depende cómo se lo tome. El reto es mayúsculo. Desde ya, sabe que habrá muchos momentos en los que la Real tenga que juntarse porque el Barcelona tiene rachas de juego ofensivo muy importantes. Las realistas son perfectamente conscientes de que no pueden desconectarse porque el Barcelona acostumbra a generar muchas ocasiones en cinco o diez minutos para marcar las diferencias al ejercer una presión intensa sobre sus rivales. Tiene tanta pólvora arriba que es injusto citar un solo nombre. El 1-7 del pasado domingo en Zubieta es el ejemplo más reciente. Es un equipo que juega con una o dos velocidades por encima de los rivales. Tiene un fútbol asociativo, dinámico y con mucha movilidad. Da gusto verles jugar. Su objetivo es volver a ganar la Champions y por el camino levantar el título de Liga, Copa y Supercopa. Quieren todo. Es una selección mundial, probablemente el mejor conjunto del mundo, liderado por la legazpiarra Irene Paredes.
Así que, dicho esto, desde ya sabemos que alargar esta historia maravillosa no será fácil para la Real. Es difícil que el Barcelona se lleve un susto porque ya no es el equipo que peca de arrogancia, hoy es un equipo con colmillo, que no baja la guardia.
Pero qué más da. Pasará lo que tenga que pasar en esa final. La Real ha dado un paso adelante, nos ha hecho vibrar. Nos ha enganchado otra vez. Cuando parecía que esta temporada no tenía nada que llevarse a la boca, este equipo nos ha dado una nueva alegría, una nueva lección. No se me ocurre nada mejor. Ver las gradas de Anoeta llenas de 'camisetas talla S' es mucho mejor que cualquier título. Ya ha dejado de ser noticia que el estadio registre una muy buena entrada entre semana para animarles en su camino a la final. El pasado domingo, muchos, muchísimos, se quedaron sin poder entrar a Zubieta porque no había asientos suficientes. Eso lo han conseguido ellas.
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