Nosotros también tenemos escudo
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La Real ya ha dejado dos veces sin final al Madrid en el Bernabéu y tiene historia y argumentos para protagonizar una gran nocheLo confieso. Soy de esos a los que se le vino el mundo encima el viernes pasado cuando vi salir la bola de la Real ... detrás de la del Real Madrid. Teníamos tanta ilusión en la Copa que era un epílogo demasiado cruel. Para llegar lejos en el torneo eran necesarios dos requisitos: tomárselo en serio y tener suerte en los sorteos. Y esta segunda, como tantas veces, nos dio la espalda. Que te toque el equipo más en forma de la Liga, pase, pero que encima sea en su campo... Así que acepté la realidad y me centré en la cita de Leganés. Fue peor el remedio que la enfermedad.
Pero la magia del fútbol es su capacidad para crear sugestiones positivas. Y pasado el luto de Butarque, como dice Merino, ya estamos en esa fase de optimismo previa a todo gran partido que nos invita a soñar con dar la campanada. Lo que el viernes era negro, hoy es gris, y cuando entremos en el Bernabéu será un azul cielo como el día más despejado.
La semifinal de los pitos
Toda creencia busca algo tangible a lo que agarrarse. Y en este caso lo más cercano es la historia. El Real Madrid es el club más laureado del fútbol español, es así, pero nosotros también tenemos escudo, que diría Arrasate. En la Copa; dos títulos, cinco subcampeonatos y... ¡quince semifinales! nos contemplan. Entiendo que las nuevas generaciones, que solo nos han visto hacer el indio, no se lo crean, pero los que hemos crecido en Atocha sabemos que es así. Y los grandes clubes nunca dejan de serlo.
En cuanto se conoció el emparejamiento en el Bernabéu todos los recuerdos se fueron a aquella semifinal de 1988, cuando la Real de Toshack infligió en La Castellana una goleada histórica al Madrid de la Quinta del Buitre, que entre 1986 y 1990 enlazó cinco ligas seguidas. Bakero había dado una mínima ventaja (1-0) en la ida que parecía insuficiente para llegar a la final, pero en la adversidad fue cuando aquellos jugadores hicieron historia. Sin ese partido su legado no sería tan grande.
Pero hay otra fecha que, por lejana, ha pasado desapercibida. Y es que pocos saben que la Real también alcanzó otra final de Copa ganando al Madrid en el Bernabéu. Fue en 1951 con Benito Díaz. Y también defendiendo una mínima ventaja de 1-0 de Atocha, gol en este caso de Artigas. Cuentan las crónicas de entonces que el partido de ida fue tan duro y violento que la afición blanca preparó para la vuelta un recibimiento hostil, repartiendo más de 40.000 silbatos para abroncar a la Real. Por eso se le conoce como la semifinal de los pitos. Pero ahí, en el escenario más hostil posible, un gol de Barinaga y otro de Caeiro silenciaron Chamartín, escribiendo una de las páginas más gloriosas del club. Y aquel equipo solo llevaba dos años en Primera. Si ellos lo consiguieron, ¿por qué nosotros no?
El espejo del Ajax
Hay muchas cosas de esta Real que me recuerdan al Ajax de Ten Hag. Salvando las distancias, claro. Por su estilo de juego, valiente y ofensivo, y por su apuesta por la cantera, el talento y la juventud. Porque para competir con rivales con más medios debes hacer cosas distintas.
La Real tiene claro que no puede enfrentarse a clubes como el Valencia, Sevilla, Betis o Villarreal en el mercado -de los tres grandes ni hablamos-. No hay más que ver las cifras que manejan. El Villarreal se acaba de dejar 25 millones en fichar a Alcácer y el Sevilla 20 en En-Nesyri. Así que hace unos años escogió un camino diferente que le permitiera ser también competitivo. Si era uno de los mejores clubes formadores, si fichaba talento en torno a los 20 años podría aplicarles el label Zubieta para desarrollarles como futbolistas.
De esa manera han ido llegando los Llorente, Merino, Remiro, Odegaard, Isak y compañía, que unidos a la nueva hornada de Zubieta capitaneada por Oyarzabal y Zubeldia -Guevara, Aihen, Gorosabel, Barrenetxea...- y con la experiencia de los Illarramendi, Zaldua, Aritz, Monreal y Portu aspira a hacer algo grande a medio plazo. Que el pasado miércoles presentara ante Osasuna en Copa un once inferior a los 22 años no es más que el reflejo de esta filosofía.
La juventud tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Contagia ilusión y osadía, pero también irregularidad hasta que la experiencia la hace fiable. El año pasado a estas alturas, recuerdo que le pregunté a mi amigo Ben Parhan, el guipuzcoano de Amsterdam, txuri-urdin y seguidor 'ajaccied', por las posibilidades del Ajax en la Champions ante el Real Madrid. «Si hubiésemos jugado en diciembre te digo que pasamos, pero ahora no estamos bien. El Feyenoord nos ha metido seis y acabamos de perder ante el Heracles. Pinta mal». Después ya saben lo que vino: exhibición en el Bernabéu, festival en Turín ante la Juventus y triunfo en Londres contra el Tottenham que le dejaba a las puertas de la final. Solo un pecado de juventud en el descuento en casa le sacó de pelear la 'orejona' al Liverpool.
Con un grupo de chavales que no superaban los 22 años como De Jong, Van den Beek, Onana, De Ligt, Mazraoui, Neres y Dolberg escribió una de las páginas más bonitas del fútbol de los últimos años. Sabían que estaban ante su gran oportunidad y no la desaprovecharon. En ocasiones el éxito no es levantar el trofeo, sino ser recordado. Y el Ajax conquistó el corazón de los aficionados.
La Real, como el Ajax entonces, tampoco llega avalada por los resultados al Bernabéu. Ha perdido algo de fuelle en estos tres meses, pero acapara calidad, talento y juventud para hacer saltar la banca. Nunca tendrá mejor oportunidad de conseguir algo tan grande. Oyarzabal, Zubeldia, Merino, Odegaard, Isak, Portu, Remiro, Monreal y compañía son futbolistas de nivel top. Muchos internacionales y con pasado en clubes como el Arsenal, Dortmund, Newcastle o el mismo Madrid. Puede faltar veteranía sí, pero sobran ganas e ilusión. ¡Nosotros también tenemos escudo!
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