Sin disparar a puerta es imposible ganar

En Getafe siempre pasan cosas raras. Es como si el ambiente generase un aura extraño con la que no se puede jugar al fútbol. Un mismo septiembre de hace dos años se empezó a truncar la carrera del fichaje más caro de la historia de la Real. Sadiq, con una vendaje aparatoso, cayó mal y se rompió el ligamento cruzado de su rodilla. Este domingo, nada más saltar al césped, se fue a pisar esa parcela del verde como diciendo «la de disgustos que me has dado». Si bien los dos últimos partidos mostró brotes verdes, en este campo maldito no pudo hacer más que rendirse ante Alderete y Djené, con los que se pegó hasta en el carnet de identidad pero apenas pudo generar peligro. En la única acción de peligro realista, un magnífico centro desde la izquierda de Sergio, el nigeriano estaba viendo la vida pasar.

Esta Real tiene mucho que mejorar en lo táctico, pero en lo mental tampoco reacciona. Incomprensible que un jugador profesional de talla mundial como Kubo no sepa que no puede jugar con un calentador que no sea del color del pantalón. Detalles quizás menores pero que evidencian que este equipo tiene que ser mucho más contundente, en todos los sentidos y aspectos del juego. Fueron pocos minutos con diez en los que por suerte no pasó nada, como en el resto de la primera parte. Es imposible no pensar en esa gente que pagó dinero para ver el choque en directo puesto que ninguno de los dos equipos fue capaz de enlazar cuatro pases en una misma situación.

Sin embargo, llama la atención la falta de contundencia, no solo en las acciones defensivas, sino en cualquier balón suelto. La Real salió derrotada en cada duelo.

No se puede poner ni una sola excusa al mal partido de la Real, sin duda dentro del top5 de peores encuentros de la era de Imanol. Sin embargo se suma un punto que hay que darlo por buenísimo, visto que en 97 minutos los diecisiete futbolistas que jugaron –sí, diecisiete–, fueron incapaces de disparar a puerta a un David Soria que no tendrá un partido más plácido en años.

A Imanol no le salió nada. Por no acertar no acertó ni eligiendo a los jugadores de la lista de convocados. Dejó en casa a Odriozola y Urko por decisión técnica y la vida le respondió con lesiones en el lateral derecho y en el centro del campo. Para más inri, Sucic, inédito en los dos últimos partidos, vio el partido al lado de Aguerd, al que no le llegó el certificado de transferencia internacional a tiempo. El karma, conmoción cerebral de Zubeldia y Jon Martín de nuevo al verde. Para redondear la maravillosa tarde de verano, Brais abandonó el Coliseum en muletas y con probablemente el dedo roto, aquel por el que le operaron y volvió en un tiempo milagroso al verde.

Peor pinta tiene lo de Traoré, que a la espera de las pertinentes pruebas médicas apunta a ser un nuevo ligamento cruzado. Y ya son... Carlos, Sadiq, Oyarzabal, Aihen. Alguien está haciendo vudú con muñecos que visten la blanquiazul. Las caras en los pasillos del Coliseum eran de horror absoluto ante otra posible grave lesión que empaña un buen punto tal y como se dio la jornada. No tenía buena cara Roberto Olabe, que al término del partido estuvo paseando durante quince minutos pendiente del móvil. Esta semana apunta a ser de vacaciones para él, y si bien ayer iba a dejar sus primeras impresiones tras el cierre del mercado parece que no dará un veredicto hasta pasado el encuentro ante el Real Madrid.

Para eso quedan todavía dos semanas, y la mejor noticia de todas es que el fútbol para, al menos en lo competitivo. Imanol y la plantilla entrenará a puerta abierta con cuatro y un tambor. No ha sido el inicio esperado de curso. La Real no fluye y sigue perdiendo efectivos. Lo mejor de todo es que ya no se vuelve más al Coliseum.