El cincel y la paleta no son suficientes
El donostiarra dio luz con su tanto a la oscura primera parte txuri-urdin y, a pesar de que lo intentó, no pudo penetrar en la granítica defensa rojilla
Willian José le debe una a Barrene. El que debía ser su socio, le hizo una faena. Sí. El gol de Osasuna le cerró ... todas las puertas al extremo donostiarra. Y no es un jugador que vaya con ariete. Al contrario. Juega con un cincel y paleta. Como los artistas. Y así nos ha acostumbrado a derribar cualquier tipo de fortificación defensiva. Con ese regate eléctrico, con el balón pegado al pie y una mente preclara para, en una décima de segundo, anticiparse a lo que va a ser el defensor.
No es lo mismo que el rival ponga una defensa de cuatro con ayudas y que se estire para buscar el gol, a que ocho jugadores estén por detrás del balón para guardar el 0-1. Lo que hacen todos, vamos. Y eso sucedió con el tanto de Calleri después de lo que hizo Willian José dentro del área de Remiro. Por mucho que el gol de Barrenetxea llegara de un cabezazo en semifallo del brasileño, la cuenta sigue pendiente.
Imanol varió su dibujo y colocó al donostiarra en la banda derecha con Portu de mediapunta, Oyarzabal por izquierda y el brasileño como delantero. El primer chut de los blanquiazules fue, precisamente, obra de Barrenetxea en una suerte a la que cada vez nos tiene más acostumbrados.
Es el encargado de esperar fuera del área los rechaces de los saques de esquina y faltas laterales, y desde ahí trató de sorprender a Herrera a la media hora de partido. La Real ya llevaba diez minutos por detrás en el marcador. Que fuera el primer tiro a puerta es sinónimo de lo incómoda que estuvo la Real durante todo el choque y más tras ir por detrás en el marcador.
Barrene trató de emular el tanto que le hizo al Eibar pero las dos veces que enganchó el cuero desde fuera del área salió muy desviado. Con todo, fue el jugador realista que más tiró a puerta. Amén de hacer el empate.
El que la sigue...
El jovencísimo extremo donostiarra dio algo de luz al oscuro panorama que se cernía sobre la Real en la primera mitad. Ni un guión de Scorsese hubiera sido tan atinado. Empate nada más empezar y toda la segunda parte por delante. Barrene había dado con la clave que debía abrir la férrea linea defensiva de los navarros.
Hizo un tanto que hubiera firmado el propio Willian José. Que ya saben que le debe una. Siguió desde la banda izquierda el contraataque que montó Oyarzabal desde el otro lado. Con la cabeza girada vio cómo el capitán envió en largo para la carrera de Portu y cómo el centro del murciano no llegó a conectarlo Willian José. Y ahí estaba el chico que cumplió su partido 51 con el primer equipo txuri-urdin con 19 añitos. El que la sigue la consigue. Cazó el esférico mordido por el remate del de Porto Calvo y lo introdujo en la portería rojilla. Clic. Se abría la puerta.
Tuvo más protagonismo a raíz del empate. Sobre todo cuando llegaron los mejores minutos de ataque de los realistas. Primero fue un tiro al palo de Portu, después un slalom del propio Barrenetxea que buscó el palo largo pero su disparo pegó en un defensa y luego con otra bolea tras rechace de un córner, su práctica habitual. Lo intentó de todas las formas antes de que dejara su sitio en el terreno de juego a Andoni Gorosabel.
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