Besar el escudo
En estos días de pretemporada estamos cansados de ver a jugadores besando el escudo de su camiseta al ser presentados por su nuevo club. Es ... un ritual que se repite y que, por ello, ha dejado de tener las connotaciones que se le quieren dar. Por lo menos para mí.
Hace unos días vimos a Álvaro Odriozola besar el escudo del Real Madrid en su primer día como jugador blanco. Aunque parece que a algunos les ha molestado o, cuando menos, no les ha gustado, yo no le di la menor importancia. Odriozola cerró su etapa como jugador de la Real Sociedad antes de lo que nos hubiera gustado, pero la cerró. Y a partir de ahí, no sé en dónde está el problema de besar el escudo que lleva en su camiseta. ¿Una afrenta a los seguidores realistas? En absoluto. Odriozola estuvo más que correcto con la Real Sociedad, y especialmente con sus aficionados, en su presentación como madridista, para la que tuvo un especial recuerdo.
Que Álvaro defienda ahora la camiseta del Madrid no quita para que la Real siga siendo su equipo de siempre, el que más dentro llevará cuando se retire, el que le aupó como persona y como futbolista y el que nunca olvidará.
El fútbol es un deporte profesional, muy profesional y creo que su traspaso es indiscutible. Ni ha hecho daño al club de Anoeta, ni ha creado un problema deportivo con su marcha, ni se ha ido el último día del mercado sin dar opción a la Real a decir esta boca es mía. Ha hecho las cosas como hay que hacerlas, hablando, con la verdad por delante y por eso creo que no hay nada que reprocharle.
¿Que besó el escudo del Madrid? Veamos las cosas en su contexto. Odriozola salió al Bernabéu para las imágenes de rigor y antes de irse los aficionados madridistas le pidieron a gritos que besara el escudo. Ya está. No veo el problema. El donostiarra será blanco mientras defienda la camiseta del Madrid, pero será realista toda su vida. Se ha ido, ha dejado 35 millones en las arcas del club en un momento importante, en el que se debe hacer frente a la remodelación de Anoeta. Y lo más importante. Su puesto está más que bien cubierto con Zaldua y Gorosabel.
Además, ¿a cuántos extranjeros hemos visto aquí besar el escudo de la Real en Anoeta? A muchos. ¿Y cuántos de esos jugdadores siguen siendo de la Real o sintiendo ese supuesto amor a los colores txuri-urdin? Pues eso, casi ninguno por no decir ninguno. ¿Karpin? ¿Kovacevic? ¿Nihat? Tendrán muy buenos recuerdos de sus años en la Real, pero al final todos nos dejaron para ganar más dinero en otro lado. Normal.
Dejémonos por tanto de rasgarnos las vestiduras por hechos sin importancia y centrémonos en lo que viene, en la construcción de la plantilla de Garitano para la cada vez más cercama próxima temporada. Odriozola ya no está. Punto. Pero está Zaldua, que es el que cuenta, que es lo que nos tiene que importar. Y está Gorosabel.
Por cierto, que no es nada malo el dinero que la Real Sociedad ha ingresado por los traspasos de tres defensas: 35 millones por Odriozola; 30 millones por Iñigo Martínez y 17 por Yuri. 82 millones de euros... ¿Que dos han ido a parar al Athletic? Si el club vizcaíno está dispuesto a pagar un dinero que no valen ninguno de los dos es problema suyo, y beneficio de los jugadores. Pero nada más. Con Yuri, por ejemplo, la Real ha hecho mucho mejor negocio que el propio PSG que lo compró por 17 y y lo ha vendido por 24.
Como digo, lo mejor es no mirar hacia atrás y centrarnos en los nuestros, en los que hoy están aquí dispuestos a darlo todo por nuestra camiseta, la de la Real Sociedad. En el fondo, todo este trasiego de jugadores no hace sino engrandecer más todavía la figura de jugadores como Xabi Prieto y Mikel Aranburu, toda la vida en la Real Sociedad, o de aquellos campeones que no cambiaron de camiseta en toda su carrera. Como siempre digo, para jugar en la Real hay que poder y hay que querer. Los que están es porque pueden y quieren. Y luego hay jugadores que no han podido, a pesar de que querían y otros que, pudiendo, no han querido. Estos últimos, sin duda, son los que menos nos deben importar, con independencia del escudo que besen hoy. Digo.
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