«Estamos rompiendo el miedo pero salir de este armario emocional va a costar»

La cita en el Ayuntamiento donostiarra está marcada por el dolor y el recuerdo. Fuera, una temperatura veraniega y un viento sur sofocante. Ahora se trata de construir la convivencia, de hacerlo sobre palabras de alivio, pero también sobre los hechos. Que no ahonden las heridas, que permitan sanarlas y curarlas. Pero para eso hay que limpiarlas primero.

Josu Elespe, hijo del teniente alcalde socialista de Lasarte-Oria Froilán Elespe, asesinado por ETA, reconoce que la muerte de su padre le marcó su vida «y el final de todo aquello nos ha hecho recuperar la libertad». A su juicio, «había un sector mayoritario, en el que me incluyo, que no se enfrentó al problema por miedo y por autoengaño; si nos hubiéramos rebelado antes es probable que no hubiera durado tanto». Sin embargo, cree que «se han dado pasos» para romper el miedo aunque «el reconocimiento de Armnaldo Otegi no llega donde tiene que llegar, que es deslegitimar la violencia y decir que no solo fue un error estratégico sino humano, una barbaridad injustificable»..

El director de 'Patria', el cineasta donostiarra Aitor Gabilondo, admite que el terrorismo «ha condicionado nuestra identidad, todos nos sentíamos atenazados y teníamos miedo a ser uno mismo, con un instinto de conservación y un miedo insuperable a ser señalados», afirma. «Todos hemos estado en un armario emocional y eso no se nos ha ido todavía», destaca.

Peio Salaburu, exrector de la UPV, considera que ETA «fue un gran fracaso como organización y como sociedad» que ha podido pervivir «porque había miedo», con «un reloj social que nos ha marcado, un humus terrible que ha envenenado nuestras relaciones, lo que estamos haciendo ahora es romper el miedo, aunque es injusto decir que la sociedad miró para otro lado».

Carmen Gisasola, ex dirigente de ETA, luego disidente y expulsada de la organización terrorista, reconoce la relación tóxica que ejercían «los no militantes» sobre los activistas al señalar el poder y la presión que ejercieron desde el mundo político sobre los militantes de la banda. «Escondían la mano desde el mundo de la política y la cultura», asegura. «El entramado ha sido tóxico», dice. «El hecho de que se ETA se convirtiera en una organización armada fue una degeneración», resalta. En su opinión, la subordinación de la izquierda abertzale a las armas ha permitido «que la épica se conviertiera en una tragedia».

Edurne Albizu recalca el ambiante social de presión que acompañó a ETA y resaltó el «enorme medio que caló en la sociedad» En el coloquio también intervino el exparlamentario de Aralar, Mikel Basabe, que subrayó que el fin de la violencia fue también el reflejo de un gran cambio social en Euskadi del que se congratuló.