El PNV da un golpe de mano para retener Donostia con el relevo de Goia por Insausti
«Hay que hacer un relevo ordenado», remarca el primer edil, al que sustituirá el actual concejal de Cultura, una decisión que desata un terremoto político
Terremoto político en Donostia con réplicas en el tablero vasco de cara a las elecciones municipales de 2027. Jon Insausti será el nuevo alcalde de ... Donostia, tras la renuncia de Eneko Goia, que abandonará el cargo el próximo día 16 en el pleno del debate del Estado de la Ciudad. El anuncio, adelantado ayer por este periódico en su edición digital, lo hizo el propio líder jeltzale en una comparecencia a media mañana que abrió así la carrera para la Alcaldía, cuando quedan menos de dos años para los próximos comicios que volverán a estar reñidos. El hasta ahora concejal de Cultura, Euskera y Turismo, de 36 años, coge el testigo de Goia, que culmina su trayectoria en Ijentea tras diez años al frente del gobierno donostiarra. «Todos los ciclos tienen un principio y un final», dijo Goia, y «hay que hacer un buen relevo, de forma ordenada». El comité Interjuntas que reúne a las cinco organizaciones municipales del PNV informó de la decisión ayer a las bases, que la avalaron, con lo que se perfila ya como aspirante a la reelección en 2027.
Con este movimiento, el PNV toma la iniciativa y da un golpe de mano en su intento de conservar una Alcaldía clave para sus intereses tras aparecer ya los primeros síntomas de desgaste de gestión, con el descenso apreciable en votos en las últimas municipales 2023, cuando Goia salvó el puesto por poco. Los peneuvistas necesitaban también un aldabonazo ante el empuje de EH Bildu en las encuestas en Gipuzkoa y también en Donostia, ciudad que la coalición soberanista aspira a volver a gobernar, dentro de la pugna por la hegemonía abertzale. El PNV se dejó en San Sebastián 10.000 votos, ocho puntos porcentuales respecto a 2019 y dos concejales. Por contra, EH Bildu ganó 3.000 votos, aunque la coalición de peneuvistas y socialistas volvió a operar con su mayoría absoluta.
En este contexto, la posibilidad de que Goia diera un paso al lado se barruntaba desde hace meses, aunque su agur en mitad de la legislatura causó cierta sorpresa. El regidor, al frente del Ayuntamiento de San Sebastián desde 2015, compareció ayer junto a su grupo municipal para dar cuenta en primera persona de esta decisión. Arropado por los concejales del PNV y buena parte de la corporación municipal en el Salón de Plenos, el alcalde aseguró que tomó la decisión «hace mucho tiempo» porque «los ciclos, como yo entiendo la vida, tienen un principio y un final» y quiere «hacer un buen relevo, de forma ordenada».
Goia recordó una reflexión de 2015, cuando accedió al cargo, en la que advertía de los «riesgos de confundir la ciudad con la persona» si prolongaba su mandato más allá de estos diez años. No quería seguir el ejemplo del socialista Odón Elorza, que estuvo veinte años, ni ser «un alcalde eterno». En este sentido, subrayó que se marcha «satisfecho» y «tranquilo» porque deja la ciudad «en buenas manos». Ahora, Insausti será el nuevo alcalde, aunque durante unos días Nekane Arzallus será la alcaldesa accidental, es decir, estará al frente del consistorio hasta el nombramiento oficial.
El movimiento de pieza de Goia y el PNV inaugura oficialmente la carrera electoral de 2027 y abre la puerta al resto de partidos, que ahora deben competir con un candidato nuevo, lo que alimenta sus expectativas. Por lo tanto se prevé una cerrada lucha por el poder en Alderdi Eder con EH Bildu, que debe decidir si vuelve a apostar por el exalcalde y actual líder de la oposición, Juan Karlos Izagirre, y los propios socios del PSE que vuelven a tener opciones de ser primera fuerza. También el PP aspira a recuperar votos fugados en su día al PNV. De momento, lo inmediato es la elección del nuevo alcalde, que debe hacerse en un plazo de diez días hábiles, que podría ser en un pleno extraordinario u ordinario de octubre.
Guiño a la familia
Goia no quiso pronunciarse sobre su posible sucesor, una decisión que «no me corresponde a mí sino al partido», y afirmó que seguirá siendo «donostiarra hasta médula», por lo que se ha ofrecido a «ayudar en todo lo que pueda» en esta nueva etapa. Sobre los motivos de su adiós, Eneko Goia habló de la ciudad, del partido y de su familia. «Lo hago por la propia ciudad, para no caer en la tentación de confundirla con la persona. También por mi partido, en el que hay cantera suficiente. Y en lo personal, este trabajo es sin duda muy exigente y mi mujer y mis hijos, que no han elegido meterse en esta embarcada, se merecen más atención y cercanía por mi parte. Es a lo que me pienso dedicar a partir de ahora», señaló ante la atenta mirada de su mujer, Leire Caridad, presente en la comparecencia.
Goia realizó un rápido balance de sus logros, destacando la obra del Topo, de la que se siente «especialmente orgulloso» porque «transformará la ciudad». También de la futura estación del TAV, «un proyecto por el que hemos peleado mucho», y de la remodelación del estadio de Anoeta sin pistas. No se olvidó del desarrollo de Txomin Enea, un ámbito que «estaba bloqueado cuando llegamos por una sentencia contra el proceso de expropiación», ni de las obras de prevención de inundaciones en el Urumea: «Antes vivíamos pendientes del móvil cada vez que llovía».
La compra de los cuarteles de Loiola es otra de sus grandes aportaciones: «Era una vieja aspiración de muchos años que ha causado muchos desvelos y ahora, al fin, podemos decir misión cumplida». Entre los retos por cumplir, ha citado el pabellón multiusos de Illunbe, el problema de la vivienda, el Mundial 2030... Tras su comparecencia, Goia se abrazó con todos sus compañeros de grupo y colaboradores y departió con su socia de gobierno, la socialista Ane Oyarbide -a la que había comunicado poco antes su decisión-, y con los concejales del PP Borja Corominas y Vanessa Vélez.
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