«¿El perdón de los asesinos? No me hace falta. Deben perdonarse a sí mismos y vivir con lo que han hecho»
Jon Oleaga, hijo de Santiago Oleaga, director financiero de El Diario Vasco asesinado por ETA hace 19 años ·
El hijo de Santiago Oleaga, asesinado por ETA el 24 de mayo de 2001, relata «lo difícil que es ver cómo pasan los años» y que los recuerdos de su aita «se desvanecen poco a poco»Jon Oleaga Guridi, el hijo mayor de Santiago Oleaga, director financiero de El Diario Vasco asesinado por ETA el 24 de mayo de 2001, habla ... por primera vez en una entrevista con este periódico, en la que lamenta que el recuerdo es «lo único» que le queda de su aita. En alguna pesadilla ha temido, incluso, «haber olvidado cómo sonaba su voz», la misma que escuchó por última vez aquella mañana en la que los dos hablaron de cómo llevaba los estudios de Empresariales. «Siempre estaba muy pendiente», rememora hoy desde su casa de Madrid, donde vive la mitad del año. Su trabajo de profesor del IE Business School y de la Universidad de San Diego, y en ICEX Consultor de empresas, le obliga, a sus 40 años recién cumplidos, a viajar por medio mundo. El hijo de Santi y Amaia Guridi confiesa que tiene «escasos» recuerdos de aquella mañana en la que su padre acudió en coche a la Fundación Matía para realizar ejercicios de rehabilitación, por una lesión en el hombro. Cuando acababa de aparcar fue tiroteado por la espalda y alcanzado por siete disparos mortales efectuados por el etarra Luis María Carrasco Aseginolaza, mientras Ibon Etxezarreta Etxaniz le esperaba en los alrededores del centro. Jon Oleaga asegura que «no significaría nada» que los asesinos le pidieran perdón. «Se deberían perdonar a sí mismos y vivir con lo que han hecho», remarca.
-Se van a cumplir 19 años de aquel 24 de mayo de 2001. Nunca hasta este momento había dado públicamente su testimonio. ¿Por qué ahora?
-Por mucho tiempo que pase jamás será sencillo hablar de este tema, pero tampoco queremos en la familia que se olvide lo que ha ocurrido, y la lección que hemos aprendido. La defensa de ideas ejerciendo la violencia no tiene sentido en este siglo. No me gustaría que nadie pasase por lo mismo que yo.
-¿Cómo se llevan estos días cuando se acerca la fecha del aniversario? ¿Qué sentimientos le invaden?
-Se tratan de días algo tristes, es imposible ignorarlo. Pero son mucho peores fechas familiares como las Navidades o los cumpleaños.
-¿Qué ha sido lo más difícil durante todo este tiempo de ausencia obligada?
-Me imagino que le pasará a todo el mundo cuando muere alguien muy cercano, pero es muy difícil ver cómo pasan los años y los recuerdos se van desvaneciendo poco a poco. Hace un par de años, me desperté una noche con la idea de que había olvidado cómo sonaba la voz de mi padre, en ese momento sentí un gran vacío. El recuerdo es lo único que me queda de él.
-¿Aprovecha el día del aniversario para hacer algo especial en memoria de su aita?
-La verdad es que no, suelo compartir algo en redes sociales para recordarlo, pero ya está. La verdad es que prefiero no revivir estas fechas que son muy dolorosas, y rememorar otras que son mucho más felices.
-¿En casa, con su ama, se habla de lo que le ocurrió a Santi o es un tema aún difícil de abordar?
-Sigue siendo un tema delicado, fue una experiencia muy traumática para todos.
-¿Cómo se consigue sobrellevar un golpe tan duro en la vida de un joven que entonces tenía 21 años?
-Pasé un año entero como si fuera un zombie, que ni siente ni padece. Me ayudó muchísimo viajar al extranjero. Creo que empecé a levantar cabeza cuando me fui a estudiar de Erasmus a Holanda. El problema fue que en Donosti todo el mundo sabe quién eres y lo que te ha pasado, en Holanda no tenía que dar explicaciones a nadie y eso me ayudó a interiorizar lo ocurrido y aprender a vivir con ello.
-¿Cómo recuerda a su aita?
-En todo lo que hago está presente. Él me enseñó que no hay desafío ni reto grande con el que no pueda y a hacerlo todo dando el cien por cien de mí. Y lo sigo haciendo.
-Seguro que habrá muchos momentos inolvidables, ¿puede compartir alguno de los que más le emocionan?
-Me acuerdo de muchas cosas, cuando montábamos en bici o me llevaba a trabajar con él al periódico cuando no había nadie.
-¿En qué momentos le ha echado más en falta?
-En todos. Al fin y al cabo un padre es un guía, y me hubiera gustado consultarle los cientos de decisiones que he tomado en estos casi 20 años.
-¿Qué ha heredado de él?
-Tengo una mente muy analítica, igual que él. Los dos somos de números.
-Se habrá preguntado muchas veces por qué tuvo que ser él objetivo de la banda terrorista. ¿Se lo sigue preguntando?
-La verdad es que no. Mi padre no era activo políticamente, ni tenía ningún tipo de afiliación, ni era un periodista que escribiera en contra del terrorismo. La única razón fue que era un directivo de El Diario Vasco que no tenía escolta y era objetivo fácil. Pero, tampoco hay que buscar la lógica a un absurdo.
«Hace un par de años me desperté por la noche con la idea de haber olvidado cómo sonaba la voz de mi padre. Sentí un gran vacío»
lo más difícil
-¿Tiene en su memoria la última conversación que mantuvieron?
-El mismo día del atentado se ofreció a llevarme en coche a la Universidad, pero al final no fuimos juntos porque yo tenía clase más tarde. Estuvimos hablando de cómo llevaba los estudios, siempre estaba muy pendiente.
-¿En algún momento le comentó si temía que le pasara algo?
-Sí lo hizo. En El Diario Vasco siempre estaban amenazados por aquel entonces, y todos los empleados vivían con un temor constante. Pero cuando nos lo dijo, es igual que cuando te dan las instrucciones de seguridad en el avión, piensas: «A mí no me va a pasar». Y, simplemente, lo ignoras.
-Esa mañana, como cada día, usted tenía clase en la Facultad de Empresariales. ¿Cómo supo que había habido un atentado y que la víctima era su aita?
-Yo estaba en casa, todavía no había ido a clase, me enteré de la peor forma, llamaron a casa de un medio de comunicación, que no recuerdo cuál, preguntando por lo que había pasado. La verdad es que la delicadeza y educación brilló por su ausencia.
-¿Qué recuerdo tiene de ese día?
-Escaso, estaba en shock, los días y recuerdos los tengo bastante mezclados.
-¿Quién le acompañó en esos momentos tan duros?
-Mi novia de la Universidad fue un gran apoyo en esos momentos, y, por supuesto, toda mi familia, mi amama, mi aitona y mis tías.
-¿Cuando pasan los primeros días, cómo retoma la vida un joven de 21 años, con una madre y una hermana también destrozadas?
-Al final sigues adelante, porque tienes que hacerlo. Yo estaba a días de los exámenes de la Universidad y me centré en estudiar que es lo que hubiera querido mi padre. A esa gente que hace daño gratuitamente no hay que darle más poder y, quedándome a llorar en un rincón, es lo único que hubiera conseguido.
-¿Alguna vez ha sentido una mala mirada de personas conocidas o algún gesto que le haya decepcionado?
-La verdad es que no. También es que soy poco de fijarme en esas cosas. Es inevitable convertirte en un 'apestado', los seres humanos no podemos asimilar la arbitrariedad de la muerte, por eso necesitamos siempre buscar una justificación o una razón. El de mi padre fue un asesinato totalmente arbitrario, solo porque trabajaba en El Diario Vasco. A las personas no nos gusta pensar que la muerte es arbitraria, y empecé a escuchar que «algo habría hecho mi padre para provocar a ETA». Como si una muerte se pudiera justificar....
-¿Tiene algo que reprochar a alguien por no haber estado a la altura? ¿O, por el contrario, tiene algún agradecimiento que destacar?
-Hay veces que en ese estado, pequeños gestos de las personas que están a tu alrededor significan todo un mundo. Cuando fui a hacer mi primer examen, a los pocos días del atentado, me encontré con Ander Vilariño, compañero de clase de Deusto en el parking de la Universidad y se sorprendió de verme allí, capaz de hacer un examen, y elogió mi entereza. Fue muy importante para mí.
-¿Podía hablar con sus amigos de lo que le había ocurrido? ¿Estuvieron a su lado?
-La verdad es que poco, puede que en un principio, pero la gente no entiende que estés triste durante meses, y se terminan cansando.
-¿Comparte con su hermana confidencias sobre lo que pasó y cómo lo vivieron o el dolor es tan intenso que aún hoy les cuesta hablar de ello?
-Mi hermana y yo no hablamos de ese tema, sigue siendo tabú.
-¿Qué sabe de los asesinos de su padre, los exetarras hoy disidentes de la banda Luis María Carrasco Aseginolaza, autor material del asesinato, e Ibon Etxezarreta Etxaniz?
-La verdad es que nada, y prefiero que siga siendo así.
«Él me enseñó que no hay desafío ni reto grande con el que no pueda y a hacerlo todo dando el cien por cien de mí. Y lo sigo haciendo»
sus consejos
-¿Se sentaría cara a cara frente a ellos?
-No, no veo la necesidad.
-¿No siente el deseo de preguntarles por qué le asesinaron?
-No me hace falta, sé perfectamente por qué lo hicieron. El fanatismo y los extremismos no necesitan una 'razón'.
-¿Le gustaría que le pidieran perdón? ¿Lo necesita?
-Para nada, no me hace falta. No significaría nada. Se deberían perdonar a sí mismos y vivir con lo que han hecho.
-¿Ha tenido la oportunidad de compartir su vivencia con otras víctimas de ETA?
-Tengo poca relación con el colectivo, conozco a algunas personas, pero nunca hemos hablado de ello. Yo creo que a nadie le gusta ser una víctima, ni sentirse como tal, y me cuesta identificarme con esa denominación.
«Me dan un poco de pena quienes no reconocen que matar fue injusto»
-¿Qué relato cree que debería quedar de tanto sufrimiento causado por ETA?
-Toda la sociedad vasca convivió con el terrorismo y con el miedo. En cualquier lugar donde las personas tengan miedo de expresar su opinión o se les desprecie por pensar diferente es un síntoma claro de una enfermedad. Yo no me he dado cuenta de la falta de libertad de la sociedad vasca, esclavizada por unos pocos, en la que vivíamos hasta hace unos años. Alejarte y ver la situación con perspectiva, conocer otras culturas que también han vivido el terrorismo y el miedo, te enseña. Los vascos no éramos libres, y muchos siguen sin serlo.
-¿Teme que con el paso del tiempo la sociedad se olvide de las víctimas?
-Lo que es importante es aprender de nuestros errores, y que esto no se vuelva a repetir jamás. Defender ideas con violencia nunca es el camino correcto. No quiero que nadie pase por lo mismo.
-¿Qué les diría a quienes apoyaron los asesinatos de la banda terrorista y aún hoy no son capaces de reconocer que ETA nunca debió existir y que fue injusto matar?
-Me dan un poco de pena, la violencia no logró nada más que sufrimiento para mucha gente, y cuando tienes que imponer tus ideas con la espada en una mano, tu argumento pierde toda su veracidad. El que no sabe verlo a día de hoy es por pura ignorancia.
-¿Cree que es necesario dar ese paso para poder avanzar en la convivencia?
-Me imagino que sí. Los extremismos violentos nunca han traído nada bueno al ser humano.
-¿Qué papel cree que deben tener las víctimas en la construcción de la convivencia?
-Las víctimas tienen un peso importante porque al final han sido los agredidos y mal parados. Creo que es importante dejar de mirar el pasado y mirar el futuro. Regodearse en los errores del pasado es perder el tiempo. Como se suele decir, es imposible caminar hacia delante mirando hacia atrás.
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