El presidente en funciones y aspirante a la reelección, Pedro Sánchez, ha iniciado el siempre alambicado camino de una investidura -sobre todo si no tienes ... asegurados los números de una mayoría- emulando la exasperante parsimonia que aplicaba en momentos de tensión su antecesor en el cargo, Mariano Rajoy, a quien le dedicó su famoso 'no es no'. Sánchez, sabedor de que tiene que hacer mucha geometría variable para lograr apoyos estables que hagan crecer sus actuales 123 escaños, ha preferido ser discreto en sus primeros movimientos para acercarse a sus potenciales socios. Apenas ha movido ficha en el tablero y está experimentando en sus propias carnes la presión que en su día le endosó a Rajoy cuando requería la abstención del PSOE y que, a la postre, le costó volver a la casilla de salida. Sánchez no tendrá más remedio que abrir su abanico. Y para que las cuentas empiecen a cuadrar Sánchez tiene que contar con Unidas Podemos y colmarle de atenciones, al margen de ponerse corbata morada. Vamos, tiene que ceder. Iglesias, en plena crisis interna en su propio partido, considera que ser ministro social en el gabinete de Sánchez sería un bálsamo para su persona y su formación. Y no parece que se conforme ser un ilustre influyente de Moncloa en un gobierno de cooperación. El líder podemita quiere entrar en un ejecutivo de coalición y, tras la confusión semántica de las diversidades de cómo se puede armar un gobierno, Ábalos asume que podría sentarse algún podemita en el Consejo de Ministros. Y también que Sánchez podría beneficiarse de la abstención de los soberanistas.
El PNV, como no podía ser de otra manera, ha preferido no mojarse ante este escenario tan provisional, aunque sin duda sigue siendo potencial socio preferente para esta legislatura. Sorprende que Sánchez no forzara una reunión al más alto nivel con Ortuzar y prefiriera que el primer contacto lo hiciera Ábalos con Esteban. Quizá el presidente prefiera tener atados más apoyos antes de verse cara a cara con el líder del EBB para concretar aspectos pendientes de la agenda vasca. Hay quienes recuerdan que 173 escaños no son los 176 de la mayoría absoluta que dan la estabilidad.
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