María Eizaguirre: «La mentira se ha convertido en compañera de viaje en la gestión del Covid»

–¿Qué le llevó a escribir el libro?

–Los periodistas tenemos un compromiso con la democracia. El Gobierno ha abordado la pandemia como una campaña electoral. Parecía que importaba más cómo se contaban las noticias que los hechos en sí. Son tiempos en los que ha habido mucha propaganda y poca información. Ante todo esto hice una reflexión sobre cuál debía ser mi papel como periodista y entonces decidí recopilar en un libro toda la información de esta crisis, información objetiva, sin ruido.

–Ha realizado una labor minuciosa de recogida de datos que termina poniendo en cuestión la labor del Gobierno de Sánchez. ¿Por qué tanto lío de cifras?

–Se ha hablado mucho de transparencia pero esta ha brillado por su ausencia. Se han dado muchas ruedas de prensa como ejemplo de que eso es ofrecer una buena información, pero ha sido precisamente lo contrario. En el libro vengo a demostrar que ha habido una 'colonización' de medios en el sentido de ocupar todas las franjas informativas de tal manera que solo se escuchara una voz, la voz oficial. Somos el país que tiene una mayor diferencia entre el número oficial de muertos de Covid y el real. Ahora, ocurre algo parecido con las vacunas.

–¿Los gobiernos que ha analizado también cometen errores?

–En el libro se hace un análisis de lo ocurrido en Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Francia e Italia y una comparativa de la gestión de la pandemia. Es verdad que gestionar una crisis sanitaria como esta es muy difícil, pero creo que hay muchísimas diferencias con otros países. La más importante es que en otros lugares los gobiernos se unieron al resto de partidos y hubo un diálogo real. Y en España ha habido una estigmatización de quien pensaba diferente; estás conmigo o contra mí.

–¿Y la oposición no tiene culpa?

–El libro solo analiza los datos y queda recogido cómo la oposición ofrece a Pedro Sánchez diálogo desde el minuto cero. El estado de alarma contó con el respaldo de la mayoría de la Cámara. El PP tendió la mano al presidente en varias ocasiones. En cualquier caso, la responsabilidad siempre la tiene quien gobierna, aunque todos podrían haber hecho más.

–Defiende que ha habido falta de liderazgo y coordinación a la hora de gestionar esta crisis.

–Sí, ha faltado. Pero lo que más me preocupa de la gestión del coronavirus es cómo la mentira se ha convertido en compañera de viaje con los peligros que eso entraña para nuestra democracia porque una democracia basada en la mentira no tiene futuro. La mentira se ha institucionalizado y las líneas entre información y propaganda se han vuelto difusas. A los periodistas se nos ha dificultado hacer nuestro trabajo, incluso al principio se prohibió hacer preguntas.

–¿Denuncia falta de transparencia?

–Sí. En un primer momento, el engaño te puede servir para sortear situaciones, pero la mentira tiene las patas cortas. Además, se está mezclando información con propaganda y se está equiparando la crítica con el bulo. En esta crisis nos ha faltado una mayor empatía con miles de compatriotas y ha sobrado lo que he bautizado como 'aplaudillismo', aplausos necesarios para quienes han estado en primera línea de batalla jugándose la vida, pero también ha habido un uso electoral de estos aplausos.

–¿Se ha convertido esta crisis en una campaña electoral?

–Se ha enfocado así. Lo que más desazón me provoca es que nos hemos olvidado a veces de lo importante; el sufrimiento de miles de personas en esta crisis.

–¿Está 'confinada la democracia' como dice el título de su libro?

–Tenemos el Gobierno más débil de la historia parlamentariamente hablando, pero sin embargo con más poder, y esto debería haber obligado a fortalecer tanto el poder legislativo como el judicial. ¿Y qué ha ocurrido? El legislativo ha sido aplazado y se ha apartado a la oposición, y el judicial quedó prácticamente suspendido. Bajo la excusa de que el Estado nos protege se ha aprovechado para traspasar líneas rojas.

–¿Qué ha ocurrido con su candidatura al consejo de RTVE?

–RTVE aprobó hace dos años una ley para elegir por concurso público a su Consejo de Administración y así despolitizar al ente público. Lo acordaron todos los partidos. Se abrió el concurso y un comité de expertos valoró el currículum y un proyecto de gestión que fue corregido a ciegas. Nos presentamos 94 candidatos y se estableció que los veinte primeros pasaban directamente a la última fase. Yo quedé quinta y soy la mujer con la nota más alta.

–¿Y ahora?

–En este tiempo RTVE ha tenido una administradora única que venía para tres meses y lleva más de dos años tomando decisiones. ¿Y cómo estamos? Pues atravesando una de las mayores crisis de credibilidad y de liderazgo. Se acaba de reanudar la última fase del concurso y el Congreso comienza a citar no a los veinte seleccionados, sino de nuevo a los 94. Compareceremos ante la comisión de nombramientos por tandas en virtud de la puntuación obtenida. Es como empezar de cero.