El juez que se atrevió a investigar al PNV
Retrato del meticuloso instructor del caso, Roberto Ramos, y los tres jueces que firman la sentencia que marca el destino de los acusados
david gonzález
Martes, 17 de diciembre 2019, 12:58
Roberto Ramos (Juez instructor
Infatigable y valiente «para meterse donde nadie lo ha hecho»
El caso De Miguel no se entendería sin el triángulo formado por Ainhoa Alberdi (la denunciante), Josu Izaguirre (el fiscal jefe) y Roberto Ramos (instructor ... de la causa). Durante cinco años este magistrado lideró, en perfecta sintonía con Izaguirre, la investigación de la presunta trama de corrupción más importante destapada en Euskadi. Quienes compartieron despacho con él a lo largo de las complejas pesquisas resaltan «su alta profesionalidad, claridad de ideas y valentía para meterse donde nadie lo había hecho antes».
Vitoriano del 71, seguro que este martes se sentará entre el público o subirá a la sala de prensa a otear el desenlace desde un discreto segundo plano. Trabajador infatigable y perfeccionista, se le considera uno de los juristas más capacitados del Palacio de Justicia vitoriano. Rara vez sus sentencias son revocadas por las instancias superiores. «Si no llevas la causa muy bien preparada, y con pruebas, lo mejor es llegar a un acuerdo previo porque sabes que no vas a salirte con la tuya», reconoce un abogado habitual de su juzgado.
Casado, padre de un niño y licenciado en Derecho Económico por la Universidad de Deusto se suele dejar ver por Mendizorroza y, a causa de la influencia de su hijo, por el Buesa Arena. Destaca fuera de las salas por su espíritu deportista. El atletismo es lo suyo. Y, en especial, las carreras de media y larga distancia. En el ámbito alavés suele quedar entre los primeros en veteranos. Va camino de completar los six mayors, un logro al alcance de muy pocos.
Su trayectoria profesional arrancó en el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 2 de Miranda de Ebro, donde fue juez decano. En 2005 fue promovido a la categoría de magistrado, que desempeñó en el Juzgado Penal número 4 de Bilbao. Cuando regresó a su tierra lo hizo al frente del Juzgado de Instrucción número 4. Durante sus «guardias», aparte del caso De Miguel, ha lidiado con casos de asesinato, drogas o violencia. Al poco de acabar la instrucción de la presunta trama de corrupción del PNV alavés solicitó su traslado al Juzgado de lo Penal número 2, donde continúa.
Jaime Tapia (Presidente del Tribunal)
Mediático, sociable y «tocado» por desear «lo mejor» a los acusados
De los más curtidos del Palacio de Justicia, el presidente de la sala segunda de la Audiencia Provincial de Álava, Jaime Tapia, copó toda la atención mediática la jornada final del caso De Miguel. Y sin pretenderlo. Aquella frase de «les deseo lo mejor» dedicada a los acusados sorprendió a la legión de informadores que seguían la relevante cita. «Aquello le dejó tocado», apuntan en su planta. Porque Jaime Tapia (Bilbao, 1962), el más mediático y experimentado de los tres jueces responsables de la sentencia, suele saltarse el protocolo al final de cada causa. «Lo hace desde el corazón», explican estas mismas fuentes. Ve la justicia «desde la cercanía». Aunque «no le tiembla el pulso si tiene que abucharar a un acusado o a un testigo».
Tapia ha pasado por los juzgados de Primera Instancia, Menores... hasta recalar en la Audiencia Provincial. Su etapa como portavoz de la asociación progresista Jueces para la Democracia le convirtió en asiduo de periódicos, radios y televisiones de la comunidad autónoma. Ha juzgado a violadores, pederastas, homicidas, estafadores, traficantes... Pero este licenciado en Deusto (promoción del 85), también es el mismo que colabora de manera desinteresada con una ONG en la cárcel de Zaballa, donde el colectivo de internos le tiene en alta consideración.
Aparte de su cometido diario en los juzgados, saca tiempo como docente de la Escuela de Práctica Jurídica o tutor de Derecho y Criminología en la UNED. «Es muy sociable y un buen profesor», subraya un antiguo alumno. No perdona el café a media mañana con sus compañeros de la Audiencia alavesa. Exhibe, asimismo, una sana ambición. Tapia ha aspirado a entrar al Tribunal Superior de Justicia del País Vasco, al de La Rioja e incluso, al Supremo. Y su carrera ha calado en su familia. Hace unos meses siguió con orgullo la graduación de su hijo como abogado.
En ciertos ambientes, sin embargo, le acusan de ser «cercano» al PNV, extremo que siempre niega tajantemente. Le ayuda poco que en sus redes sociales cuente entre sus amistades virtuales con una de las más relevantes dirigentes del PNV. En esa lista, eso sí, figuran políticos de otras formaciones. Y muchos letrados.
Elena Cabero (Magistrada ponente)
La ponente que gusta de la discreción
Huye de los focos Elena Cabero. Hace seis años, después de que este periódico publicara su reprimenda postjuicio a una 'bartola' por su querencia a robar en supermercados, la magistrada –antes de empezar una vista oral en el Juzgado de lo Penal número 2, su casa durante trece años– exhortó al autor del artículo a que se quedara hasta el final. Luego, sin testigos, le pidió que no volviera a poner su nombre. «Así es ella, no le gustan nada los titulares. Ama su profesión, lo suyo es vocacional, pero no quiere atención mediática», la disculpa un allegado. A buen seguro que este par de años transcurridos entre el interminable juicio contra la presunta trama corrupta del PNV alavés y la compleja elaboración de la sentencia, de la que ella es la responsable principal como ponente, le habrán resultado complejos de digerir.
Vitoriana asidua al centro, personifica la excepción en una familia ligada a la medicina. Ella se licenció en Derecho en la Universidad de Deusto el año de los Juegos Olímpicos de Barcelona (1992). En principio se preparó las oposiciones de inspectora de Hacienda, pero lo dejó todo por la judicatura. Y en especial el derecho penal, «lo que realmente le pirra», explican en su entorno.
Elena se curtió en los juzgados de Torrelavega y no desembarcó al Palacio de Justicia hasta 2001. Lo hizo además quince días después de que ETA destrozara la fachada sur, decenas de vehículos aparcados y el edificio de enfrente con un coche bomba cargado con 40 kilos de dinamita. Así que le tocó tomar posesión del cargo con la ventanas tapadas con maderos. Porque, como el resto de juristas de su generación, tuvo que aprender a convivir con escolta policial. En su caso, hasta 2011.
Virtuosa del piano, su melodía profesional está ligada a la asociación moderada Francisco de Vitoria. Aunque en sala se le considera seria, «fuera se transforma», advierte su entorno. Durante la elaboración del histórico fallo pasó días y noches enteras en Txagorritxu por la grave enfermedad de su madre. «Es una persona muy familiar. Lo primero es su familia. Sus hijos, su marido, su madre y sus hermanos. Se sacrifica por ellos».
Raúl Aztiria (Tercer miembro del tribunal)
El más joven de la terna
Este madrileño saltó en 2015 del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 2 de Quintanar de la Orden (Toledo) al de juez de adscripción territorial del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco en Álava. Y, al poco de desembarcar en Vitoria, entró en la causa más importante de la historia judicial de la provincia. Por cierto, en breve pasará al Juzgado de lo Social número 1 de Vitoria.
Jovial, estiloso en el vestir, Raúl Aztiria se ha granjeado mucho afecto en el Palacio de Justicia por su carácter afable. Su pareja también desempeña su labor profesional en el edificio de la Avenida de Gasteiz.
Antes que el caso De Miguel, Aztiria tuvo su gran bautismo mediático con el caso de Rosa Lidia, la responsable del bar Bugatti, en Vitoria, asesinada por su amante. El jurado le consideró culpable y él lo ratificó una condena de 17 años y media, confirmada meses después por el Tribunal Supremo. «La primera sesión se le vio algo dubitativo, luego ya lo hizo de maravilla y hasta se esforzaba por que los ciudadanos que debían dictar el veredicto no perdieran el hilo», expresa un letrado presente en aquellas vistas.
Su voz aguardentosa le confiere un toque especial. Por cierto, es un consumado fondista. Ha participado en múltiples maratones y carreras; el Martín Fiz, la Behobia-San Sebastián, la San Silvestre...
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