Iván Redondo: «En torno a mi persona hay más ficción que realidad»
Jefe de gabinete de la Presidencia del Gobierno ·
En su primera entrevista como director del gabinete de Pedro Sánchez, el donostiarra Iván Redondo describe las claves de su trabajo en el corazón del poderEl 14 de abril cumplirá 40 años. El donostiarra Iván Redondo, primer secretario de Estado y director de gabinete de la Presidencia del Gobierno, ... rompe su silencio y recibe a El Diario Vasco para conceder su primera entrevista desde que está en la sala de máquinas de esta Moncloa bajo cero y asediada por la nieve. Observa preocupado los últimos datos de la evolución de la pandemia. Redondo prefiere eludir las cuestiones más espinosas de la actualidad para descubrir su vertiente más personal, aunque reflexiona sobre la coalición con Unidas Podemos y su relación con Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. «En torno a mi persona hay más ficción que realidad», asegura.
- Se dice que de cada cien conspiraciones que empiezan en Madrid a la hora del desayuno, solo una llega a la cena. ¿Es así?
- Totalmente (sonrisa). Tienes que estar acostumbrado a que te piten los oídos. Los que están en las conspiraciones forman parte de comunidades cerradas que operan en reuniones, comidas o cenas en torno a fulano o mengano y a ver quién sobrevive políticamente y a quién hay que quitar metafóricamente de en medio. La mayoría de ellas son humo y las hay tantas como eventos. Y, decíamos, sólo una llega a la noche. Pero hay que estar abierto a la crítica. Es conveniente por ello escuchar. Y entender que en política como en el deporte todo el mundo tiene un entrenador dentro.
El despacho de Iván Redondo, en el edificio Semillas del complejo de La Moncloa, fue el que utilizó en su día Alfonso Guerra. Decoración funcional, un cuadro de La Concha, otro de Chillida y varios volúmenes con las obras de la irundarra Menchu Gal. Sobre una de las estanterías un tambor, junto a una bandera de San Sebastián.
- ¿Percibe un ambiente muy conspiranoico en Madrid? Por su papel en la sala de máquinas de Moncloa, se le ubica como el que maneja los hilos...
- Madrid es una ciudad extraordinaria: global, emprendedora e integradora. Cuando llegué a Madrid me recibieron bajo un mensaje que no olvidaré: cuando vienes a Madrid, eres de Madrid. Y así me he sentido siempre. En lo político y profesional, Madrid es técnicamente Washington-Madrid. O das una conferencia o te la dan. Son las reglas de palacio. Avanzas o retrocedes. Nadie tiene nada asegurado. Todo es gaseoso. Nada es permanente. La lucha es continua. Y nada es lo que parece. Así es el Madrid político. Desde que adquieres una posición de responsabilidad, tienes que ser consciente que llevas un dorsal a tu espalda. En política como en el ajedrez además la percepción de una derrota es más importante que la derrota misma. El fracaso enseña lo que el éxito oculta y los éxitos pasados no sirven.
- ¿Cómo logra abstraerse?
- Cuando estaba en bachillerato en La Salle de Loiola, el hermano y maestro Sebas recomendaba algo muy sencillo: tú a lo tuyo. Humildad y trabajo. Desde esas bases, si lo tienes claro y confías en tu desempeño, las conspiraciones son sólo ruido.
El temporal Filomena ha dejado esta escena insólita y bella del Palacio de la Moncloa. La nieve se acumula en los jardines y en las cubiertas, aunque se han abierto estrechos caminos con sal. Al bajar la temperatura en los últimos días por debajo de las diez grados bajo cero, la calefacción ha colapsado y algunas dependencias tienen estufas domésticas para paliar el frío hasta que se repare la avería. Reina un espectacular silencio invernal.
- ¿Sigue siendo Madrid una ciudad muy reticente a que mande la periferia o los de 'provincias'?
- Madrid es una ciudad maravillosa, muy acogedora y evocadora, en la que además existe una muy buena percepción de los vascos. Mi mujer Sandra y yo lo hemos vivido en primera persona. Recuerdo que mi ama Juana Mari me decía desde muy pequeño que de mayor tendría que elegir si me iba a Madrid o Barcelona para trabajar en lo que me gustaba: entonces como ahora, la gestión de los asuntos públicos. Fue una elección difícil. Yo llegué con 22 años. Conocí antes que Madrid Barcelona, una ciudad fantástica, cuando estaba todavía en la Universidad. Pero Madrid me enamoró.
- ¿Cómo son sus 24 horas en la sala de máquinas del poder?
- Me levanto muy temprano. ¡No me haga decir la hora! Las 5:00 de la mañana. Detallo mis objetivos, los escribo. Y a partir de ahí lo primero que hago es analizar bien todos los medios de comunicación. Comenzando por la prensa escrita, que es técnicamente una lucha de cerebros, una guerra de posiciones. La radio también es fundamental y los primeros programas de la mañana en TV y, cómo no, el análisis de las cifras, las mediciones, las encuestas, los issues diarios en las redes sociales nos dan perspectiva y enriquecen el análisis de dónde estamos y hacia dónde vamos. Después empiezo a despachar los temas con el presidente y con el equipo. Las reuniones son muy rápidas. La velocidad en política es fundamental. Y en gestión más. Procuro cumplir objetivos en reuniones de cinco minutos y máximo 20. Nunca más. Los 'paper' tienen que ser muy cortos. Lo que no se puede explicar en una hoja, no me vale. Esto es Fórmula 1 y es en los matices donde están las décimas que necesitamos para que el coche corra más.
- ¿Cómo se fraguó la química entre Pedro Sánchez e Iván Redondo?
- Hablando, como todo. Entonces España estaba en pleno escenario de bloqueo. Después llegó una repetición electoral con Rajoy y las segundas primarias de Pedro Sánchez. Si tienes un por qué para vivir puedes soportar cualquier cómo y nosotros fuimos capaces de definir un objetivo común. Lo que intentamos humildemente desde entonces es, con el deseo de tener el mejor proyecto para todos, como dice mi buen amigo Jokin Aperribay, no sólo ganar sino antes que eso merecer ganar. 50% trabajo y 50% suerte que la tienes que encontrar trabajando. Mi amigo de la infancia José, también donostiarra, que es hoy un gran directivo en un gran banco en México, resumiría en una frase muy suya dónde está la química: creyeron que no podíamos hasta que lo conseguimos.
- Analice la impronta de Pedro Sánchez, por ejemplo, y compárela con las de Felipe González o José Luis Rodríguez Zapatero...
- La impronta o el liderazgo de Felipe González podríamos resumirlo en una palabra: carisma. Puedes estar de acuerdo o no con él, sobre todo ahora, pero por cómo te lo cuenta lo que te dice te hace especial. Tiene ese duende que todos identificamos cuando le escuchamos. En el caso de Rodríguez Zapatero, es sencillo visualizarlo. El talante. Es imposible llevarse mal con él, cae bien. Le será difícil encontrar un mejor tipo en política no solo porque lo parece sino porque lo es. En el caso del presidente Sánchez, su liderazgo lo define una virtud, que en muy pocas ocasiones ocurre en política, su determinación, su resistencia. Si Sánchez dice que hace algo, lo hace. Resistirá. Y cuando marca rumbo nada ni nadie lo detiene.
- ¿Le preocupa que la imagen del 'todopoderoso' Iván Redondo le granjee poderosos enemigos'?
- Para nada. No considero que tenga enemigos. Todas las opiniones son siempre bienvenidas. Me gusta escuchar y acepto una buena conversación siempre. Especialmente con la otra parte. Soy una persona que mira a los ojos y que camina tan en línea recta como puede. En la Universidad de Deusto de Donosti adquirí una práctica diaria: leer sistemáticamente aquellos periódicos y analistas que estaban muy lejos de mis ideas. Quienes me conocen lo saben. En mi relación con el entorno yo construyo mi visión de inicio siempre de la misma manera: primero, ideas más que ideologías y segundo, personas más que partidos. Hay quien le daría la vuelta a estos dos principios. Es una elección de vida. Es la esencia de la política. Y acertar el momento en el que prima una cosa o la otra. Creo que es importante ser una buena persona. Le diré una cosa, con sinceridad: me llevo bien con todo el mundo. Salvo con aquellas personas que no han querido o no han tenido la oportunidad de conocerme. A partir de ahí en torno a mi persona hay más ficción que realidad.
La señal y el ruido
- ¿Siempre ha entendido la política como un tablero de ajedrez?
- La política es un deporte de equipo. No olvide que es con la estructura de peones como se ganan las partidas en el ajedrez y en la política. El equipo lo es todo. Hay que distinguir la señal frente al ruido. ¿Verdad? Observar la señal a toro pasado es siempre el ejercicio más fácil. En la anticipación a lo que viene, por lo tanto, está el arte de lo que no se ve y en el trabajo en la sombra de tantas y tantas personas que están detrás. La estrategia en política no es un documento sesudo que se queda en un cajón. Por eso, cuando sostengo que la política es el arte de lo que no se ve se trata fundamentalmente de un homenaje al trabajo en equipo y a un método: medir, analizar y actuar. La clave de todo en política se resume en dos sencillas preguntas en este ajedrez político: ¿dime hacia dónde vas? ¿Y dime cómo termina la partida 19 jugadas después? Eso es tener estrategia. Y a partir de ahí cuéntamela. Si sabes contármela no la guardarás en el cajón. Y cuando me puedes contar tu estrategia, lo más sencillo siempre, aunque te parezca que no inicialmente, es hacerla realidad. Ese nunca será el problema.
- ¿Realmente existe el 'síndrome de La Moncloa', el peligro del aislamiento que supone estar en la burbuja del poder?
- El síndrome existe. Pero las burbujas se pinchan. Hay quien puede interiorizar Moncloa como un búnker o un fuerte amurallado a las afueras de Madrid, o como nosotros, entenderlo como una ciudad, un espacio dinámico y compartido en comunicación con la sociedad. Nosotros pinchamos la burbuja estando permanentemente en contacto con la sociedad... El síndrome existe y para combatirlo hay que interiorizar que existe y ponerle remedio diario a base de metodología.
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- ¿Se siente una persona de izquierdas? Para algunos, es un profesional de la consultoría política que antepone la eficacia a los principios y su trayectoria con otros presidentes de diferentes ideologías sería el ejemplo...
- Soy un humanista no sólo por formación sino por convicción y es lo que me define ideológicamente. Creo en el progreso de la sociedad como la mayoría de los votantes y trato de ser lo más parecido a ellos. Ahí me ubico. No me gusta alejarme de ese principio. Soy muy parecido a mi ama. Me interesan las personas y sus ideales. No sus imposiciones. Y para eso hay que estar abierto y aprender a escuchar. Mi humanismo no está reñido con mi profesionalidad. Primero me emociono y luego pienso. Soy un ser humano, no un robot. La ideología la ves. A mi la política que más me apasiona es la que no se ve.
- ¿Cómo es su relación con el vicepresidente Pablo Iglesias?
- Con Pablo Iglesias tengo una relación magnífica. Somos amigos además mucho antes de compartir un Gobierno de coalición progresista. Tenemos confianza y empatía. En este punto tengo que ser muy honesto: no soy muy objetivo a la hora de hablar de él, porque le tengo gran admiración intelectual y conceptual.
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- ¿Qué serie de ficción le recomendaría?
- Como seguro que leerá la entrevista, y ya que me pide una recomendación, trataré de ser original y le recomendaría 'Cobra Kai' de Netflix. Nostalgia y esperanza. Con sentido del humor. Relevo generacional y visión intergeneracional. El hilo rojo que nos une a padres y abuelos y a hijos y nietos. Nada es blanco o negro. Hay más profundidad. Es una serie que sirve para desconectar. No todo es política en la vida.
- ¿Cómo es su relación con el PNV? Xabier Barandiaran, actual burukide del EBB, fue profesor suyo en Deusto...
- Es una relación inmejorable. Sustentada en muchos años. Me conocen bien y saben que tengo palabra de vasco. Sabemos todos lo que eso significa. En mi etapa en Deusto he tenido la fortuna de contar con profesores extraordinarios como Xabier Barandiaran. Recuerdo, por ejemplo, un discurso suyo brillante nada más llegar a la Universidad. Pero también con otros profesores como Rosa Díez Urrestarazu, Mikel Urretabizkaia, Jesús Mari Gabirondo y Juan Manuel Díez de Guereñu, que también me han aportado mucho.
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