Iván Redondo: «El donostiarrismo es una escuela de valores que llevas contigo»

- ¿Lo que más añora Iván Redondo de San Sebastián?

- La lluvia. Cuando llueve siempre digo, los que me rodean lo saben bien, que soy más competitivo. Y el equipo se ríe. Siempre celebro la lluvia. No pudo llover más cuando me casé en Hondarribia. Lo que más echo de menos es a mi ama, a mis hermanos Lourdes, Manu y Txema, a mis suegros José Ramón y Mari Luz, a mis amigos Álvaro y Juanma. Y también la política vasca, donde es más importante el qué que el cómo lo cuentas. Es mi primera escuela. Técnicamente lo más decisivo en política son tres pilares: estrategia más que táctica, mensaje más que imagen, y más política más que comunicación.

- ¿Siente que existe el nacionalismo donostiarra?

- No me gustan los 'ismos'. Pero si tengo que contestarle con uno sería donostiarrismo. Donosti es mucho más que un marco incomparable. No se le puede empequeñecer. El donostiarrismo es una escuela de valores que llevas contigo. Los que me conocen saben también que soy de donde me dan de comer. Hay que ser agradecido con aquellas ciudades que nos acogen.

- Hábleme de su relación con Madrid.

- Donosti es París en miniatura. Cuando llegas a Madrid parece una megalópolis. No lo es en absoluto. Pero al principio me perdía por la ciudad. Con el paso de los años, de esos primeros viajes de casi seis horas en bus Donosti-Madrid desde la vieja estación de autobuses, sucedió algo: de repente al ir a Madrid no tuve la sensación de ir sino de volver. De volver a casa como en Donosti. Nos pasa a muchos. Siempre lo digo: Donosti en el corazón, Madrid en la cabeza y el alma en el sur de Europa. Madrid une. Ahora bien, hay que tener cuidado con una idea, aunque minoritaria, muy cacareada que viene de largo: Madrid es España, cierto, pero España no es sólo Madrid.

- ¿Qué implica realmente la apuesta por los fondos europeos?

- Que abren un cambio de época. Con esos fondos se inicia una etapa ilusionante de modernización de España. Para Euskadi es lo mismo. A través de ellos se canalizarán las convocatorias de todos los proyectos en concurrencia competitiva. Hablamos del proyecto cívico más movilizador desde la vuelta de la democracia. Si se aprovechan bien los fondos, a España no es que no la vaya a reconocer ni la madre que la parió sino que a España no sólo le reconocerá su madre, que por fin se ha hecho mayor, sino que tendrá el reconocimiento también de todos los padres y madres en el sistema-mundo como lo que es: un país admirable.