Pedro Sánchez se tuvo que emplear a fondo por la tarde con sus opositores de la derecha, después de que por la mañana abriera sin ... alharacas el pleno de su investidura con un discurso extenso y predecible -se prolongó durante casi dos horas- que solo convenció a los suyos. El presidente en funciones, que en su intervención monocorde apenas levantó pasiones con sus propuestas, tuvo que caminar por el fino alambre porque cuando se subió a la tribuna de oradores su partido aún no tenía amarrado el apoyo de Unidas Podemos, que con sus caras adustas y la ausencia de aplausos al discurso de Sánchez mostró bien a las claras que no les está gustando nada las carteras que le ofrecen desde Ferraz para materializar el primer Gobierno de coalición desde la II República.
Sánchez, que hizo auténticos equilibrios funambulistas en la sesión de ayer, se fajó hasta límites insospechados para comprometer a Casado y Rivera, líderes del bloque conservador, con una abstención que facilite su Gobierno. El líder socialista jugaba esa baraja de la responsabilidad de Estado cuando en otro ámbito -Rivera la denominó la 'habitación del pánico'- sus compañeros de partido negociaban un gobierno de coalición con Unidas Podemos, que aún no han dado oficialmente su plácet. En algunos momentos pareció un juego al ataque a la desesperada, que ocultaba la verdadera jugada en la que está Sánchez, que es un Ejecutivo compartido. ¿Por qué evitó abordar el tema de Cataluña en su discurso inicial? Ese silencio fue más que significativo.
Pero, aunque la partida de los socialistas con los podemitas no está aún cerrada, Sánchez no pudo disimular su querencia de que le habría resultado mucho más cómodo recibir una abstención de PP o de Cs antes que entrar de lleno en una cohabitación siempre arriesgada con la formación de Pablo Iglesias, que el viernes metió todo un gol por la escuadra con el vídeo de su renuncia. Con esa jugada Iglesias ha metido a Sánchez en una jugada que parece que le incomoda. Al final puede haber Gobierno de coalición, pero sobrevuelan más incógnitas que certidumbres sobre su viabilidad.
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