40 aniversario del Estatuto de Gernika: El 'bai' de ilusión que despertó a Euskadi
Siete protagonistas que participaron en la génesis del Estatuto recuerdan a DV el día que se aprobó en referéndum
El 25 de octubre es una fecha marcada en rojo en el calendario vasco. Fue el día en el que en 1839 se aprobó ... la ley que subordinaba el sistema foral vasco a la Constitución española. En 1979, el País Vasco recuperaba un 25 de octubre el autogobierno iniciado en 1936, al comienzo de la Guerra Civil y quebrado con la dictadura de Franco. El referéndum del Estatuto de Gernika abría una nueva etapa. Con un 58,85% de participación, el 90,28% de los ciudadanos votaba a favor. El proyecto fue defendido por el PNV, los socialistas, Euskadiko Ezkerra, el PCE y UCD. Herri Batasuna propugnó una «abstención activa» y se opuso Alianza Popular. Siete protagonistas que formaron parte de la ponencia que redactó el anteproyecto recuerdan para DV aquel episodio.
Los primeros, en avioneta
El preacuerdo elaborado por una ponencia elegida por la asamblea de parlamentarios vascos se negoció en condiciones de extraordinaria dificultad, sobre todo entre Carlos Garaikoetxea y Adolfo Suárez. «La consulta del 25 de octubre simboliza el 'reenganche' del PNV con el proceso constituyente español», sostiene Roberto Lertxundi, entonces secretario general del Partido Comunista de Euskadi-EPK. El Estatuto -que en su Disposición Adicional reconoce que «la aceptación de la autonomía no implica renuncia del Pueblo Vasco a los derechos que como tal le hubieran podido corresponder en virtud de su historia»- cita hasta 40 veces la Constitución española.
Lertxundi fue presidente de la ponencia redactora y participaba en este foro como representante de un partido extraparlamentario. Recuerda la ilusión de la época. «El contenido del Estatuto fue una mezcla entre el proyecto del 36, los conceptos forales y una copia de la ponencia catalana, porque los catalanes conocían la Constitución mucho mejor que los vascos». El proyecto fue registrado en el Congreso de los Diputados hora y cuarto antes de que lo hicieran los catalanes. El parlamentario de UCD Juan Echeverría Gangoiti trasladó en persona el anteproyecto a Madrid tras alquilar una avioneta-taxi. Jordi Pujol nunca encajó bien el adelanto.
El abrazo con Rubial
El catedrático Gregorio Monreal era entonces senador del Frente Autonómico y dirigente del partido socialdemócrata ESEI. Recuerda que, pese a su «frágil» 53% de aprobación real «tras un referéndum constitucional negativo», el Estatuto asentó «la reforma política en Vasconia». Y es que Monreal tiene claro que, con la relación de fuerzas que existía en el País Vasco y en el Estado español, aquel proyecto «negociado después en Madrid, era el mejor Estatuto posible y hoy no hubiera salido adelante». Además, aprecia que la alianza entre PNV y PSOE -germen del Frente Autonómico- facilitó «un alto grado de consenso en torno al Estatuto y a la Disposición Transitoria sobre Navarra».
La ilusión de la época era tremenda. Carlos Garaikoetxea, entonces presidente del preautonómico Consejo General Vasco, evoca su llegada al Pabellón de Deportes de Bilbao aquella noche del referéndum escuchando 'Ator, ator'. Y recuerda su emocionado abrazo con su antecesor en el cargo como presidente del Consejo General Vasco, el socialista Ramón Rubial, o la ovación al referirse al lehendakari Leizaola que semanas después llegaría a Gernika desde su exilio en San Juan de Luz.
Garaikoetxea está convencido que aquel Estatuto permitió reconstruir el país en todos los órdenes: económico, social, industrial, cultural y lingüístico. «Cuando el entonces ministro de Hacienda, Jaime García Añoveros, vino a visitarme en septiembre de aquel año, le cité la cifra de los 800.000 millones de déficit fiscal que había calculado en las últimas décadas la Cámara de Comercio de Bilbao. Era un dato de un expolio fiscal que pretendíamos reparar con el Concierto».
Emilio Guevara, entonces ponente y miembro del PNV, del que fue expulsado en 2002, es tajante: «Yo redacté, defendí y voté el Estatuto». Ya jubilado y completamente retirado de la actividad pública, no oculta cierta sensación agridulce. «Entonces lo defendí porque pensaba y pienso que es la autonomía, y no la independencia o cualquier sucedáneo, la única forma para que la ciudadanía vasca pueda convivir en libertad y prosperar». Pero ahora se muestra muy crítico con el nacionalismo. «Tengo 78 años», comenta, «y me he venido a vivir a Logroño con mis nietos, que aquí pueden estudiar en su lengua materna, me aburre volver a entablar un debate que no conduce a ninguna parte. Al nacionalismo solo le importa el poder y no que la enferma sociedad acabe más fracturada de lo que está».
El acoso de ETA
El entonces alcalde de Vitoria, José Ángel Cuerda, también miembro de la ponencia en nombre del PNV, recuerda aquellos «tiempos apasionantes en los que había que partir de cero» y señala que, a pesar del fuerte acoso terrorista de ETA, el Estatuto «nos ha permitido avanzar de forma extraordinaria como sociedad, hasta convertirnos en la envidia de otras comunidades autónomas».
«La aprobación del Estatuto permitió reconstruir el país en todos los órdenes»
Carlos Garaikoetxea Presidente del CGV
«Es la autonomía y no la independencia la única forma de convivir en libertad»
Emilio Guevara Ponente
«Partíamos de cero y, a pesar del acoso de ETA, teníamos una enorme ilusión»
José Ángel Cuerda Alcalde de Vitoria
Lertxundi también pone de relieve el impacto que tuvo el terrorismo de ETA. «El Estatuto, como referencia institucional y muro de contención de una sociedad organizada en su entorno, derrotó políticamente a ETA, pero también derrotó a la LOAPA y al 'cafe para todos'», sostiene. Y es que, a su juicio, «tener enemigos te fortalece».
«Pacto inteligente»
«Recuerdo el interés de Adolfo Suárez en que el Estatuto saliera adelante ante la crítica de la izquierda abertzale y la derecha cavernaria», señala el jeltzale Iñaki Anasagasti, en aquel entonces dirigente del Euskadi Buru Batzar y responsable de la campaña del Estatuto, con la ayuda técnica del sociólogo Iñigo Olcoz. La apuesta no fue sofisticada y giró en tornó a la necesidad de un 'bai' para 'levantar' al país. «El Estatuto fue obra de un pacto inteligente entre Suárez y el PNV, no vayamos a desmerecer lo que hicieron nuestros mayores, que además consiguieron una mejor financiación que la catalana», asegura Anasagasti. «ETA seguía matando, HB apoyando aquella barbarie y los partidos democráticos, empeñados en sacar al país de aquel marasmo», sostiene. La izquierda abertzale había declarado toda su hostilidad contra el Estatuto, al que denominaba despectivamente 'Estatuto de la Moncloa' porque, insistía, consagraba «la partición territorial de Euskal Herria» entre la autonomía vasca y la navarra.
Mayor y Onaindía
Jaime Mayor Oreja era el representante de UCD en la ponencia parlamentaria. Su mirada no está exenta de nostalgia de lo que fue el inicio de la andadura democrática española. «La transición a la democracia española, que, con sus defectos, significó un gran proyecto para España, tuvo tres hitos: la ley de la reforma política frente a la ruptura, la Constitución democrática de la reconciliación entre españoles y el Estatuto de Autonomía como punto de encuentro entre vascos nacionalistas y no nacionalistas».
Mayor no puede obviar el dramatismo del contexto. «Enfrente tuvimos la barbarie, el crimen, es decir, la España más negra que ha representado en aquellos años ETA». Se acuerda en especial del 29 de diciembre de 1978, fecha en la que se aprobó la ponencia del Estatuto en la asamblea de parlamentarios. «Recuerdo la rueda de prensa tras su aprobación, muy difícil cuando una persona con la que posteriormente tendría una magnífica relación personal, Mario Onaindía, nos atacaba y en este caso a mí como representante del Gobierno de España y de la UCD». Mayor, en todo caso, homenajea la figura de Onaindía «que fue un ejemplo y un referente para muchos, y en buena medida también para mí. Pero aquel episodio explica la dificultad de aquella situación».
«El consenso entre nacionalistas y no nacionalistas fue su gran activo»
José Antonio Maturana, Dirigente del PSE
«El problema no es la autonomía sino la crisis moral y de verdad que vivimos»
Jaime Mayor Oreja, Dirigente de UCD
Sin embargo, se muestra muy escéptico respecto al futuro. «El problema no es la autonomía, sino la crisis moral, de civilización y de verdad que vivimos. Dicen que el problema del Estatuto de Autonomía es el incumplimiento en cuanto a competencias. No es verdad, lo que sucede es que el fenómeno nacionalista no ha considerado nunca la autonomía como un fin, sino como un medio, un trampolín para avanzar en la independencia, la autodeterminación, llamémosle como queramos», asegura.
La campaña socialista
José Antonio Maturana -que formaba parte de la ponencia como representante del Partido Socialista junto a Txiki Benegas, Carlos Solchaga y Luis Alberto Aguiriano- relata también aquella épica del inicio de la Transición y destaca que primaba una gran esperanza de cara al futuro. Ya entonces empezamos a tener un espíritu de resistencia, sobre todo cuando los socialistas y los comunistas estuvimos meses antes defendiendo la Constitución prácticamente en solitario, con una UCD muy perseguida por ETA», señala su compañero de partido Jesús Eguiguren. Los socialistas destacan sobre todo el valor que tenía que nacionalistas y no nacionalistas se pusieran de acuerdo para poner en marcha un proyecto de semejante calado estratégico. «Ese fue su gran activo», reconoce Maturana, que recorría con Eguiguren, Enrique Casas y Odón Elorza en una doméstica caravana electoral -con altavoces, ikurriñas y música- los municipios de Gipuzkoa en aquella campaña.
Un país distinto
Monreal no tiene ninguna duda del balance positivo del Estatuto. «El autogobierno estatutario ha hecho posible un país distinto. No hay más que fijarse en algunos campos fundamentales que cualquier ciudadano puede percibir como el sistema educativo, la sanidad, la política industrial, el Estado del bienestar que se ha desarrollado en la Comunidad Autónoma Vasca sería impensable sin el autogobierno del Estatuto», afirma. Pero matiza que, al tratarse de un pacto entre la sociedad vasca y el Estado, «su desarrollo debiera haber requerido el mismo procedimiento de acuerdo». En ese sentido, «el protagonismo unilateral que ha tenido el Parlamento central con sus leyes orgánicas y básicas, y la interpretación restrictiva del contenido del Estatuto por la jurisprudencia constitucional, han mermado sustancialmente su potencialidad». Monreal cree, además, que «la merma del Estatuto se acompaña de una involución preocupante de la cultura política española, porque es obvio que el marco normativo de la Comunidad Autónoma requiere una reforma para recuperar la letra y el espíritu de lo pactado en 1979».
El problema, en su opinión, es que «no hay en el Estado la apertura de 1979, estamos en un contexto bastante más desfavorable que entonces para reformar hoy el Estatuto; más allá de la retórica coyuntural, los partidos mayoritarios no desean un cambio constitucional, hay una fuerte pulsión a la recentralización, con el riesgo de que cualquier reforma general de la Constitución lleve a empeorar el Estatuto».
La solución confederal
Garaikoetxea no tiene dudas de las 'luces', aunque tampoco minimiza las 'sombras'. De las primeras, sobre todo, destaca que «el euskara se recuperaría de su fatal declive con nuevos recursos como el sistema educativo y medios como la EITB», así como que «las medidas sociales derivadas de una situación económica nueva cambiarían muy favorablemente, con una política industrial basada en lo que antes parecía un misterio, I+D+I, que fue trascendental en momentos de crisis, con un paro superior al 30% en algunas zonas de Bizkaia». Y cita la puesta en marcha de la Ertzaintza: «Era una aspiración muy sentida, pero el principio de 'sustitución' se ha logrado a medias», admite.
«Permitió al PNV reengancharse al proceso constituyente»
Roberto Lertxundi, Secretario del PCE-EPK
«Era el mejor Estatuto posible y hoy no habría salido adelante»
Gregorio Monreal, Senador en 1979
De cara al futuro, Garaikoetxea aboga por intentar el mayor consenso posible a la hora de renovar el modelo del autogobierno «aunque está visto que será difícil conciliar posiciones independentistas y estatalistas». En todo caso cree que el nacionalismo vasco «no puede renunciar al derecho de autodeterminación» y piensa que «sólo una fórmula confederal con tal derecho reconocido podría obtener su aprobación en un nuevo marco negociado con pretensión duradera».
Cambio constitucional
Tampoco Lertxundi se muestra optimista con el debate sobre el futuro del Estatuto. «A los posibles cambios discutidos en la comisión de expertos y en la ponencia parlamentaria no les veo mucho futuro con el marco constitucional». Lertxundi destaca la potencial oposición de otras comunidades autónomas a un cambio de estatus vasco y recalca el problema abierto en Cataluña y su incidencia en el modelo de Estado. «Esta crisis obliga a revisar totalmente la política territorial en sentido federal, y eso requiere un cambio constitucional... El resto es marear la perdiz».
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