La generación del 79 mira al próximo Estatuto
Nacieron el mismo año que vio la luz lar norma que dotó a Euskadi de las herramientas para alcanzar el actual autogobierno, pero piden actualizarlo a los nuevos tiempos
Es la generación del Estatuto de Gernika. Larraitz Leunda, Edurne Elosegi, Iñigo Serrano, Verónica García y María Basa nacieron en 1979 y, lógicamente, no recuerdan ... aquel referéndum que dotó a Euskadi de las herramientas para alcanzar el actual autogobierno. Lo que sí han conocido a lo largo de estas cuatro décadas es que esa misma norma, que este viernes cumple 40 años, les ha brindado la oportunidad de poder obtener estudios superiores y tener un trabajo suficientemente amarrado que les ha permitido desarrollar su vida personal en Gipuzkoa. Pero, ¿y el futuro? Todos coinciden en que esta ley ha quedado obsoleta y que es necesario abordar un reforma para adaptarse a las nuevas realidades sociales.
Larraitz Leunda, Farmacéutica
«Las cosas en casa, en pequeño, se gestionan mucho mejor»
¿Su mayor preocupación? El bienestar, la salud, la educación de sus hijos. Larraitz Leunda, madre de dos niños de 7 y 3 años, ha superado ya la fase de encaminar su vida laboral y ahora lo único que le quita el suelo es «acertar» como ama.
Estudió Farmacia, se sacó el FIR y optó a una plaza como especialista hospitalaria. Desde 2010, Larraitz trabaja como farmacéutica en el Hospital Donostia, aunque sin plaza fija. «Tengo un contrato que me van renovando y tengo estabilidad», reconoce. «Yo ya me veo encaminada, con la vida resuelta», insiste. Lo suficiente para poder hacer frente a la compra de una vivienda en Errenteria, pero haciendo malabares para poder conciliar. «Se puede, pero con mucha ayuda», se lamenta.
«Después de 40 años, al Estatuto vasco le hace falta un repaso, un abordaje global»
Por eso ahora, haciendo un repaso a su vida, confía en que sus hijos puedan gozar de los mismos servicios públicos que ella ha podido disfrutar. «Todo lo que se ha conseguido no se puede perder, no se puede perder ninguna transferencia que tenemos», reclama. Para ella, el Estatuto vasco tiene un claro significado: «Podemos desarrollar a nivel autonómico ciertas competencias sin depender del Estado». Un aspecto que, a su juicio, «es positivo». «Las cosas en casa, en pequeño, se gestionan mejor», asegura contundente.
Sin embargo, cree que una vez transcurridos 40 años, al Estatuto «le hace falta un repaso» para adaptarse a los nuevos tiempos. «Un abordaje global». Así califica la reforma a la que debería hacer frente el nuevo estatus -hoy en debate en el Parlamento Vasco con el encargo de un texto articulado a un grupo de expertos- para blindar el autogobierno vasco. Y aunque considera que proteger los derechos sociales es el aspecto más importante a tener en cuenta, lanza también el argumento de que es necesario que la sociedad tenga la opción de decidir, «que la gente se sienta con la libertad de poder elegir».
En su opinión, los representantes políticos actuales deberían mirarse en el espejo de aquellos que, dejando a un lado posiciones antagónicas, alcanzaron en 1979 un consenso amplio para la aprobación del Estatuto. «Hoy discuten hasta por una coma y estamos a las puertas de unas nuevas elecciones generales, peor no se puede hacer... Habría mucho que aprender», manifiesta.
Edurne Elosegi, Trabajadora en banca
«Hay que proteger la diferencia fiscal que tenemos aquí en Euskadi»
Buscarse hasta encontrarse. Ese quizás ha sido el recorrido de Edurne Elosegi hasta alcanzar la estabilidad laboral. Esa misma que, en consecuencia, le ha permitido tener una vida desahogada con su marido y sus dos hijos de 4 y un año. La fortuna de obtener una VPO en compra en San Sebastián le despejó aún más el camino para instalarse en la capital guipuzcoana. Ya lo recoge el propio Estatuto: «Los poderes públicos vascos impulsarán particularmente una política tendente a la mejora de las condiciones de vida y trabajo».
Edurne estudió Turismo y trabajó en una agencia de viajes. Pero aquello no le motivó. Así que decidió emprender su segunda carrera, Empresariales, hasta que en 2011 consiguió pasar todas las pruebas de Kutxa. Hasta hoy. Esta beasaindarra trabaja como empleada de banca desde los 31 años. Y desde su lado de la mesa ve cómo funciona exactamente el sistema fiscal por el que se rige Euskadi, y que defiende a capa y espada: «Que nos dejen como estamos», reclama.
«Es una maravilla la sanidad pública que tenemos. Lo que funciona bien, hay que mantenerlo»
A su juicio, es esencial blindar «la diferencia fiscal que tenemos en el País Vasco». Sin embargo, cree que hay que abordar la problemática con el sistema de pensiones que tiene en pie a toda la población de jubilados. «Hay que hacer algo porque no es sostenible. Hoy hay menos gente cotizando y cada vez somos más longevos, y hay que mantener a la gente mayor...», argumenta.
Lo que sí considera que funciona a la perfección en Euskadi, gracias al acuerdo estatutario, es la sanidad pública vasca. «A mí, que soy bastante usuaria de la sanidad pública porque soy enferma crónica, me parece maravillosa. Sé que ha habido recortes, pero siempre me he sentido súper bien atendida y creo que hay una gran diferencia con el resto de comunidades autónomas», opina.
Edurne cree que lo que ha funcionado bien hasta ahora «hay que mantenerlo». Sin embargo, es consciente de que la vida de hace cuatro décadas no tiene absolutamente nada que ver con la era de la digitalización, la de un planeta que clama contra el cambio climático, la de una población femenina mucho más insertada en el mundo laboral... «Creo que el Estatuto de Gernika se debería completar, pero también se debería revisar y actualizar», defiende.
Iñigo Serrano, Empresario
«El régimen económico debería estar igualado en todas las comunidades»
Nació en Madrid, aunque con tan solo 10 años, y arrastrado por el trabajo de sus padres, se mudó a San Sebastián. Iñigo Serrano es licenciado en Empresariales y después estudió un módulo de Programación e Informática. Desde entonces, no tiene ni un solo hueco en blanco en su currículum. Con 25 años, montó una empresa de venta 'online' de electrodomésticos junto con su hermano. Un trabajo que le ha permitido adquirir dos viviendas en propiedad.
Iñigo no era consciente de que nació el mismo año que se aprobó el Estatuto hasta que este periódico le propuso participar en el reportaje. Pero conoce las especificidades que tiene Euskadi como comunidad autónoma y que están recogidas en la norma. Por ejemplo: «El euskera, lengua propia del Pueblo Vasco, tendrá, como el castellano, carácter de lengua oficial en Euskadi, y todos sus habitantes tienen el derecho a conocer y usar ambas lenguas», reza el documento aprobado el 1979.
Iñigo, que estudió en castellano, considera que en muchas ocasiones es un «hándicap enorme» no controlar la lengua vasca para poder desarrollar una vida laboral en Euskadi. Por eso, una de las cosas «más importantes» para él es que sus dos hijos, de 10 y 8 años, «tengan el euskera perfecto» para cuando acaben el colegio. «Yo no pienso que debería ser obligatorio, pero tal y como está la coyuntura política en el País Vasco, pienso que es necesario. Por eso, no les quiero privar a mis hijos de que trabajen aquí. O, al menos, que tengan la opción de elegir», reconoce.
«Quiero que mis hijos sepan euskera perfecto; no quiero privarles de que puedan trabajar aquí»
Iñigo pasa de puntillas por la treintena de competencias pendientes de transferir y considera que hoy en día su generación no le presta atención alguna a este tipo de cuestiones. «Entiendo que hace años, cuando se firmó, fue muy importante, pero ahora lo vemos como algo normal y no le hacemos mucho caso». Asegura que entre sus amigos nunca se han puesto a hablar sobre el Estatuto, pero sí que hay un aspecto que ha generado debate en su cuadrilla: el Concierto Económico.
Iñigo es de los que opina que los derechos históricos que tienen adquiridos los tres territorios vascos «crean una desigualdad dentro del país» y que, desde su «poco conocimiento», las haciendas forales «no son útiles». A su juicio, la financiación específica por la que se rige Euskadi «debería estar igualada al resto de comunidades autónomas». Que no haya diferencia con el resto de rincones del Estado. «El País Vasco tiene una ventaja en comparación con otras comunidades», manifiesta. Un aspecto que, a sus ojos, «crea una desigualdad dentro del país».
Verónica García, Enfermera
«Osakidetza funciona muy bien. Tenemos unas listas de espera envidiables»
Con solo seis años de experiencia como enfermera, Verónica García aprobó una OPE en 2011 y cuenta con una plaza fija en Osakidetza desde entonces. Actualmente trabaja en el Hospital de Arrasate-OSI Alto Deba, pero antes pasó por el Hospital de Mendaro y Quirón. Siempre vinculada al bloque quirúrgico de la profesión.
Verónica, una apasionada de su trabajo, sonríe a la hora de asegurar que su desempeño como enfermera le reporta «mucha tranquilidad». «Estoy cubierta», se congratula. «Aunque me divorciase y me quedase sola tendría facilidades para cuidar de mi hijo, de 3 años, tanto económicamente como a nivel de horarios», dice. «La Enfermería -insiste- me ha posibilitado ser totalmente independiente».
«Es necesario abordar una reforma estatutaria que refleje a la sociedad actual»
El año pasado, Verónica -de Andoain, pero afincada en Eibar- tuvo la oportunidad de trabajar durante más de un mes en Riga dentro de un programa de intercambio. Una experiencia que le valió para darse cuenta de que en Euskadi «estamos muy bien». Ella, como trabajadora de Osakidetza, pone en valor la sanidad pública vasca y agradece al acuerdo estatutario poder desarrollar su labor en las condiciones actuales. «Osakidetza funciona muy bien. Tenemos unas listas de espera envidiables. La demora en una intervención quirúrgica es una consulta, siempre es muy corta si lo comparamos con otras comunidades autónomas», explica. «Tenemos mucha suerte», dice contundente.
Sin embargo, apunta que «todos los cambios siempre son productivos». Por eso ve necesario también abordar una reforma estatutaria que refleje a la sociedad actual. Aunque también pide poner el foco, en el ámbito sanitario, en la salud mental. «En un futuro, la salud mental traerá consecuencias y hay que ponerle freno ya, porque el estrés o la ansiedad están a la orden del día y es un tema preocupante», alerta. En este sentido, pide a la Administración, y a los políticos en general, que se destinen más recursos para ello. «Los políticos solo miran por sus intereses propios y deberían mirar por el beneficio de todos», critica.
María Basa, Periodista
«No es justo que muchas competencias sigan sin ser transferidas a Euskadi»
María Basa es de las que no se ata. Por eso, no quiere ni pensar en la compra de una vivienda. Ella vive de alquiler por su estilo de vida. Siempre de aquí para allá, si no es por trabajo, por puro goce personal. Soltera y sin hijos, esta donostiarra inició una carrera de Humanidades y Empresa. Después, se animó a estudiar una segunda licenciatura: Periodismo, lo que hoy le da de comer.
Periodista de profesión, María reivindica que el Estatuto de Gernika se desarrolle en su integridad. «Me parece que no es justo para el ciudadano», clama. María no oculta la desconfianza que le genera la clase política. A su juicio, aún hay transferencias pendientes por la «falta de voluntad e intereses» partidistas.
A pesar de reconocer que en Euskadi vive «muy bien», también admite haber sufrido inconvenientes que le hicieron salir del territorio para sacarse las castañas del fuego. No obstante, considera que hay aspectos del Estatuto que «funcionan de maravilla». Como la Sanidad. María cuenta que en «múltiples ocasiones» ha sufrido ingresos hospitalarios y que tuvo que padecer el ingreso de su madre, enferma de cáncer terminal. «La atención de Osakidetza durante cinco meses fue muy buena, admirable...», recuerda.
«La situación de los autónomos en este país es lamentable y requiere de una reforma urgente»
¿Otro aspecto positivo? Las Haciendas forales. «Tenerlas me genera más confianza. Cuantas menos manos haya en el saco, mejor. Gestionar nuestro dinero es un gusto», sostiene. Sin embargo, no todo son elogios a la norma estatutaria. Ella, que estudió en el Liceo Francés, ha padecido los inconvenientes de no controlar el euskera. «No me parece bien que solo trabajen en organismos públicos ciudadanos vascos que tengan el EGA». Y se explica: «Hablo inglés, francés y castellano y no he podido optar a entrar en ofertas de trabajos internacionales para los que estaba preparada y formada». A su juicio, «hay más puestos con otras competencias en las que son importantes otras lenguas».
Como autónoma, en todo caso, su principal reivindicación de cara a abordar la reforma del Estatuto -«habrá que adaptarlo a la sociedad de hoy, porque no vivimos igual que hace 40 años», apunta-, es la ayuda a los emprendedores. «El principal problema para el 75% de los jóvenes es la falta de financiación», asegura. Por eso, cree «importante» que «se ayude a los ciudadanos vascos a financiar sus proyectos» porque, a su juicio, «la situación de los autónomos en este país es lamentable y requiere de una reforma urgente».
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