La amnistía de Sánchez
La confirmación por el Tribunal Constitucional de que la amnistía diseñada por Pedro Sánchez para pacificar Cataluña y, al mismo tiempo, ganarse el apoyo de ... la Junts de Puigdemont, ha resultado un balón de oxígeno para un presidente cercado tras el escándalo Koldo-Ábalos-Cerdán. Por una parte, vuelve a demostrar al PP, que sigue cayendo en la hipérbole con este tema, que su estrategia está consiguiendo normalizar Cataluña. Tanto que hasta nos parece lo más normal que un president de la Generalitat, Salvador Illa en este caso, haya sonado como posible relevo de Sánchez si el escándalo de corrupción acaba por derribarle.
Illa ha desmentido, en todo caso, tal posibilidad aunque sigue siendo uno de los principales aliados internos de Sánchez, no como el expresidente Felipe González, icono histórico del socialismo en la transición y que ha anunciado que dejará de votar al PSOE. Tampoco lo hará por el PP de Núñez Feijóo, que en su día confesó que en 1982 votó a González por «convicción», aunque ello no impide que se cumpla el refrán de que 'la política hace extraños compañeros de cama'.
Eso sí, González, con sus críticas, ha acabado haciéndole un 'favor' a Sánchez, ya que, visto lo visto, pocos en el independentismo catalán pueden sostener eso de que el presidente del Gobierno no se moja lo suficiente para que Puigdemont pueda volver a casa por Navidad.
Pese a todo, Sánchez tiene todavía trabajo para lograr su propia 'amnistía política', a la espera de escuchar este lunes a Santos Cerdán ante el juez. El lehendakari, que también le ha dado aire al reunirse con él dentro de dos semanas, y EH Bildu, que no quiere un Gobierno de PP y Vox aunque ello pudiera engordar su bolsa de votos en Euskadi por un efecto reacción, siguen siendo sus aliados. Por el contrario, lo de Podemos comparando la imagen de Sánchez en la OTAN con la 'foto de las Azores', no tiene amnistía posible.
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