Una lluvia de barro
La precampaña vasca ha entrado en un terreno bastante embarrado. La insinuación de ayer del consejero de Seguridad, Josu Erkoreka, sobre los grupos que alientan ... determinados episodios violentos en los últimos días y la inducción política de EH Bildu que sospecha que puede estar detrás ha sido la última chispa. El titular de Seguridad hablaba de la 'trastienda' de ciertas siglas y formaciones, aunque también es cierto que el fenómeno de la violencia urbana no es privativo de Euskadi. Arnaldo Otegi le respondía de inmediato asegurando que EH Bildu no está tras los incidentes y emplazándole a que, si tiene pruebas de ello, lo denuncie en los tribunales. «Si no, está mintiendo», aseguró. La bronca está servida en bandeja.
Erkoreka dejaba entrever la sombra de EH Bildu. Lo hace en un momento en el que la izquierda independentista está fuerte ante las elecciones autonómicas. EH Bildu asegura que no tiene que ver nada con esos altercados, pero a la vez su gran contribución a la claridad sería condenar expresamente cualquier coacción. Las presentes y las pasadas. Sin rodeos.
El telón de fondo, el del 'modelo policial', activa un debate legítimo que estará en el escaparate público. Pero hay algo previo. En el plano prepolítico, el rechazo a cualquier intimidación contra la Ertzaintza sigue siendo algo necesario y pendiente. El PNV es consciente que gestiona un área muy sensible en el que la endogamia es una tentación recurrente. Si se dirigen los dardos hacia 'la trastienda' para esquivar la crítica interna, el resultado sería frustrante. La dinámica en la que puede entrarse es una polarización que movilice 'al otro'. No es seguro que este discurso le termine por venir bien a Pradales. Si a alguien no le interesa este guion de precampaña es a Otxandiano, empeñado en no hacer ruido y en pasar desapercibido. La realidad es bastante tozuda y ciertas inercias no desaparecen de la noche a la mañana.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
