El pasado fin de semana estuve en Salamanca y me fui con la pena de no haber paseado por el que, se dice, era el ... huerto de Calisto y Melibea. Me habría gustado entrar porque 'La celestina' me impactó. Nunca me había encontrado con un libro en el que el protagonista muriera de una forma tan absurda como muere Calisto, al caerse de la escalera que había usado para llegar, precisamente, a ese huerto.
Hace tiempo que sé que los antihéroes son más literarios que los héroes porque se parecen a nosotros. Lo absurdo se impone a la épica. Creo que a lo sumo a lo que se puede aspirar es a pasar por aquí dignamente, hacer lo que se pueda, y pedir, por ejemplo, ser enterrado después junto a un perro de tres patas, como ha pedido José Mujica. Somos imperfectos, estamos heridos, acusamos carencias. Somos perros de tres patas, Calistos que se precipitan al vacío, simples mortales, pero algunos, en su sencillez, nos recuerdan la nobleza de los héroes.
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