Fausto se echa a la piscina
Los 'Juegos Mejorados' de Las Vegas del próximo año serán el primer evento global del transhumanismo
Dentro de un año en Las Vegas se celebrarán los primeros Juegos Olímpicos para deportistas dopados, bautizados como 'Enhanced Games', literalmente 'Juegos Mejorados'. Las modalidades ... en disputa serán natación, atletismo y halterofilia, con el correspondiente reparto de medallas para los ganadores, quienes además podrán presumir de las 'recetas' de su éxito, ya se trate de consumo de sustancias, transfusiones sanguíneas o alteraciones biotecnológicas. Los organizadores, entre los que se encuentra Donald Trump Jr. junto con otros plutócratas, los presentan como un escaparate donde mostrar —dicen— «el profundo impacto de la ciencia en el progreso humano».
Lo cierto es que estos juegos representarán el primer evento global del transhumanismo, corriente surgida en Silicon Valley que descansa en la idea de que la convergencia de las cuatro grandes tecnologías (nano, bio, info, cogno) aplicadas al cuerpo humano impulsará un salto sobre nuestras limitaciones fisiológicas y psíquicas. Técnicas de 'enhancement' como injertos, prótesis, aparellajes o implantes, modificaciones celulares y genéticas, anuncian la superación del hombre/mujer 'natural'. Naturalidad que en realidad no existe, según los transhumanistas, dado que ya hoy, tras siglos aplicándonos toda clase de 'artificios' terapéuticos y culturales, somos seres profundamente tecnificados. Hasta aquí, no les falta razón.
Pero en su ensoñación más delirante, el transhumanismo promete la victoria sobre la muerte. Más exactamente, la inmortalidad de una élite social (la plebe, claro, siempre ha de morir). Surgirán dos especies diferenciadas que ni siquiera serán interfecundas: los individuos genéticamente mejorados y los capitidisminuidos restantes.
El transhumanismo está convencido de que nuestra evolución por vía tecnológica proseguirá hasta sus últimas consecuencias. Pues como seres fáusticos que somos, nunca renunciaremos a la experimentación con los nuevos instrumentos por más que pueda entrañar terribles riesgos. Y esto al margen de que (argumento número uno del liberalismo) somos libres para hacer con nuestros cuerpos lo que nos traiga al pairo.
Estamos ante un ideal animado por una fe voluntarista y racionalista en la creatividad y la responsabilidad humanas, así como en la bondad de la ciencia y la técnica para la expansión de nuestras capacidades. ¿Optimismo? ¿O quizá ceguera sobre cómo se las gasta este viejo 'cacharro' crónicamente insatisfecho, incompleto y con tendencia al desvarío llamado persona?
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