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Decía Milan Kundera que europeo es quien siente nostalgia de Europa, y no le faltaba razón. Nos ocurre estos días que, en medio del turbión de tribunas, foros y tertulias donde todos opinan sobre lo que «Europa debería...» ante las nuevas «amenazas existenciales», nos asaltan ... dudas respecto a la naturaleza del sujeto geopolítico. ¿Cuál es la identidad real de esa mezclilla de estados y de naciones levemente tejida con instituciones-bonsái: una Eurocámara con escaso poder legislativo y una Comisión con funciones ejecutivas supeditadas a lo que decidan los Gobiernos estatales? Ni democracia ni dictadura, ni confederación ni jerarquía, apenas armonizados en lo esencial y con el enemigo en casa.
Muchos/as europeos/as sentimos nostalgia de Europa porque lo que viene nos va a coger con el barco 'al garete', como dicen los marinos, o sea a merced del temporal e impotentes para enrumbar a toda máquina (véanse las contradictorias respuestas al Informe Dragui). Una tripulación de veintisiete con los generales (Alemania y Francia) de baja y con diagnóstico reservado, más la herida de una deserción aún fresca (Reino Unido). Con 'socios' que ofician de quintacolumnistas al servicio del Este (Hungría, Eslovaquia) o del Oeste (Italia), y países regados con miles de millones comunitarios que ahora se descubren euroescépticos (Rumanía). Y, por doquier, soberanistas y 'patriotas' en progreso electoral sin freno cortejados por populares y liberales, herederos ideológicos de los cofundadores de la Unión que malbaratan los antaño sacrosantos 'valores europeos' por atarse al poder. La sombra de la utopía fallida planea sobre esta Europa de incierto destino.
Y sin embargo... Aprendamos de la historia. Durante siglos, la táctica militar se basó en la formación cerrada: ¡prietas las filas! Había que mantener la línea de infantería, pues si se rompía el soldado no estaba armado ni preparado para combatir en solitario y sucumbía a la degollina; de ahí las sangrientas desechas. En esas estamos hoy los europeos, en el centro de un campo de batalla en el que contienden Rusia y China frente a Estados Unidos. Si no permanecemos juntos, por encima de todo, seremos ahorcados por separado. No se librará nadie.
Nuestro viejo continente, comunidad de ciudadanos acomodados que durante demasiado tiempo nos creímos a salvo de la barbarie, va despertando a un mundo inimaginado, muy distinto al que conocimos, donde se pone en evidencia nuestra vulnerabilidad. Europa vuelve a verse como un héroe trágico.
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