Con la firma del presidente

El PNV esperó hasta el último minuto para firmar con Pedro Sánchez un acuerdo con un alto contenido político y económico que blindará –si Moncloa ... cumple– el autogobierno vasco en un plazo de dos años. Casi nada. Ortuzar imprimió en la negociación la tradicional discreción de su partido y al final el PNV fue tratado como socio preferente de rango vip. Pedro Sánchez acudió en persona a la firma del acuerdo con el líder del PNV en el Congreso, rúbrica que en el resto de los pactos con sus otros aliados ha delegado en otros dirigentes del partido. Todo un gesto que visualizó la confianza que el presidente otorga en la formación jeltzale para desarrollar una legislatura en la que cualquier traspiés podría tener un desenlace fatal. Y en esta difícil coyuntura, con una inusitada agitación callejera contra Sánchez por los acuerdos con Puigdemont, el líder socialista vuelve a apoyarse en el PNV para un mandato que tendrá muchas más espinas que rosas. Buscó una imagen balsámica con los jeltzales con quienes en Euskadi mantienen una relación estable, y cerró un compromiso de blindaje del autogobierno vasco que tendrá que materializarse en un traspaso total de las transferencias pendientes, entre ellas la gestión económica de la Seguridad Social. Todo una extensa lista de compromisos políticos y económicos que se mantienen dentro del actual marco constitucional. Un nuevo estatuto que se basaría en los derechos históricos, el respeto de las leyes estatales a la foralidad vasca, una relación bilateral oficializada y la prevalencia de los convenios vascos son una muestra palmaria de que el pragmatismo ha ganado en este acuerdo sobre reivindicaciones unilaterales de ruptura. Nada se ha escrito en el acuerdo del derecho de autodeterminación ni de consultas habilitantes. Significativo.