Adversidad, relato y culpabilidad en la DANA
Enric Pol Urrutia
Catedrático Emérito de Psicología Social y Ambiental de la Universidad de Barcelona
Lunes, 11 de noviembre 2024, 01:00
Las catástrofes meteorológicas siempre han existido, pero esta DANA ha cobrado una relevancia especial por la concurrencia de factores como los edificios construidos donde nunca ... habría que haberlo hecho, la mala gestión y el efecto de la emergencia climática, que algunos de los responsables actuales niegan. Es fundamental resaltar la inmensa movilización espontánea de la ciudadanía para ayudar. Una muestra de solidaridad inherente a la naturaleza humana que suele emerger en situaciones de necesidad, a pesar de que haya factores estructurales que parecería que la deberían inhibir. Pero cuando se da la circunstancia necesaria, la solidaridad emerge.
Otro aspecto relevante es la virulenta contestación ante la visita de las autoridades a las zonas afectadas. Es un enfado compartido por el apoyo insuficiente, pero en él no hay coincidencia en la atribución de culpabilidades de la situación. Además, las imágenes muestran cómo el nivel de responsabilidad asignado a cada autoridad fue distinto y no necesariamente se correspondía con las responsabilidades ejecutivas reales. Aquí entra en juego una de las dimensiones clave para entender las dinámicas sociales: la creación de realidades (de relatos) a partir de mensajes, a veces objetivos, pero frecuentemente interesados. Las personas reaccionamos a la imagen que tenemos de la realidad, no a la realidad objetiva. Entonces hay que preguntarse: ¿quién o cómo se crea el relato? Obviamente siempre son los grupos que tienen algún poder, sea económico, político, ideológico... pero también tecnológico.
Tradicionalmente las miradas, los relatos, se transmitían a través de los 'mass media' formales, pero hoy las redes sociales tienen más impacto. ¿Quién está detrás de estos mensajes? No suele ser claro ni evidente, pero está en juego la credibilidad de las informaciones. Y surge una pregunta fundamental: ¿qué redes o qué medios se creen más las personas?
Las personas buscamos mantenernos dentro de nuestra zona de confort. Solo incorporamos la información que sea congruente con lo que ya pensamos, de una fuente que nos resulte 'fiable' y solo consideramos 'fiable' la que nos dice lo que queremos oír. Procuramos evitar lo que Festinger llamó «disonancia cognitiva». Ello nos permite entender un poco más matizadamente las sutiles diferencias en las violentas reacciones a la visita de las autoridades. Pero también nos ayuda a entender el poco caso social a las advertencias sobre los efectos de la crisis climática, el no-cambio en nuestro comportamiento, y las atribuciones contradictorias de responsabilidades de la situación.
La frecuente contradicción entre los mensajes ambientales que estamos recibiendo constantemente acaba generando desconfianza, incredulidad, e inhibición. A veces se trata claramente de 'greenwashing' y de 'fake news', pero otras veces son simplemente resultados contradictorios de investigaciones científicas serias, pero hechas en ecosistemas biológicos y sociales distintos, lo que justifica que los resultados sean contradictorios. Ello habría que explicarlo, pero raramente se hace.
Como hemos visto estos días, cuando es preciso, las personas se organizan para resolver las emergencias. Este proceso es una constante a lo largo de la historia de la humanidad para resolver los momentos de crisis o para 'recrear' la sociedad. Es el valor de la sociedad civil. El peligro surge cuando se infiltran grupos organizados, con intereses nada claros, aprovechándose del dolor de las personas simulando empatía, para introducir sus pretensiones más que discutibles.
Pero mientras tanto, ¿cuáles serán los efectos sobre las personas y los colectivos sociales que han sido víctimas? El efecto de un desastre en la memoria colectiva se diluye más rápidamente de lo que solemos pensar (piense en el volcán de La Palma). Pero el impacto en la persona puede ser muy desequilibrante: duelo, sentimiento de pérdida, desconfianza, indefensión, preocupación por el futuro, depresión... Es decir, lo que suele llamarse ecoansiedad y solastalgia.
Muchas de las personas van a requerir un tratamiento de ayuda psicológica profesional. Pero, en cualquier caso, todas las propuestas para afrontar esta tipología de situaciones coinciden en resaltar acciones simples pero positivas que nos permitan afianzar la confianza en nosotros mismos, sin olvidar nunca la necesidad de evitar la soledad y relacionarse y colaborar con las personas que comparten una visión cercana. Desarrollar la capacidad de afrontamiento ante la adversidad es fundamental en la situación actual, pero también lo es ante todos los aspectos de la vida.
Más de 700.000 personas mueren cada año por suicidio según la OMS. Por poner el dato en contexto, son cuatro veces más que las víctimas mortales en guerras. En España el suicidio es la primera causa de muerte externa entre los varones y la tercera entre las mujeres, motivo que ha llevado al Ministerio de Sanidad a poner en marcha un equipo multidisciplinar para elaborar en 2025 de un plan para la prevención del suicidio. Sobre el papel, la idea no puede ser más oportuna. Acierta el planteamiento al descartar enfoques excesivamente centrados en factores de riesgo como la salud mental, que a pesar de su indudable relevancia incurren a veces en reduccionismos. Hay que aplaudir la puesta en marcha de un Observatorio de la Conducta Suicida que permita recabar datos y obtener una mejor comprensión de un fenómeno tan complejo. El reto estará en conseguir que todo esto genere impacto.
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