La flotilla
Elena Moreno Scheredre
Lunes, 6 de octubre 2025, 06:32
El mes pasado, mientras pasaba unos días en la isla de Menorca, llegó al puerto de Mahón, procedente de Barcelona, 'la flotilla'. Llevaban en los ... mástiles banderas palestinas y sus perfiles me recordaron a aquellos tiempos en que decíamos que no creíamos en los peces de colores, pero les comprábamos peceras. Una mezcla de bohemios, hijos díscolos, políticos de las cuatro esquinas de la izquierda y líderes inciertos se habían hecho a la mar sin saber, en su mayoría, de qué iba la navegación, pero determinados por la indignidad y la compasión hacia el pueblo palestino. Sentí, desde mi escepticismo, una mezcla de solidaridad, empatía, y por qué no decirlo, compasión, y recorrí el puerto acompañándolos para que supieran que, aun envuelta en dudas, estábamos allí.
La compasión no es lo mismo que la pena, su frontera está en esa delicada línea que separa a los que tienen la capacidad de sentir el sufrimiento y la intención de empatizar con el que sufre. La pena, es una inútil emoción que se produce cuando uno mira desde arriba. Las señales llegaron en directo desde el interior de los barcos de esa flotilla; las manos arriba, la actitud pasiva y ni una muestra de resistencia. Consiguieron su objetivo, ser noticia y que el mundo vea la importancia de la compasión.
Al mismo tiempo que ellos surcaban los mares de la impotencia, los países de los que procedían se reunían en Dinamarca para anunciar al mundo que la vida va en serio y que mancha, no solo a los que están más al norte, sino a los que vivimos en el sur. Somos los protagonistas de un mundo sin brújula en el que lo mismo no pasa nada que todo puede pasar.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión